Ligera y agridulce

Las cosas que dejé por ti: Capítulo 7

Tras revisar las fichas de los pacientes a su cargo y ayudar a las estudiantes a completar sus tareas, se acercó a la habitación donde estaba Tomoki, quien luego de apenas comer había dormido durante toda la tarde.

 

Abrió su cortina con un saludo que él por supuesto ignoró.

 

- Haremos la revisión a tu herida- continuó, leyendo su ficha- ¿estás listo?

-...qué pregunta más ridícula- refunfuñó sin levantar la vista de la pantalla de su celular, al parecer había sido uno de sus días malos- nadie estaría preparado para eso.

Anne reunió el material y junto al médico a cargo evaluaron esa incisión bajo la rodilla de al menos quince centímetros. Había sido una cicatrización lenta debido a la falta de nutrientes después de perder sangre en exceso y estar inmóvil por tanto tiempo.

Aun siendo cuidadosa, con cada toque de la pinza sobre su piel Tomoki, sin emitir sonido, hacía muecas de dolor, se apretaba los labios o suspiraba fuerte, viéndola con evidente recelo.

-¿Te encuentras bien?- sonrió acomodándolo en la cama. Él le dirigió una mirada fulminante.

-pudiste...ser más...cuidadosa-murmuró roncamente- o dejarme pedir más analgésicos.

-...es por tu bien- sonrió- sabes que el exceso de analgésicos te dejarán aletargado aun si no quieres tomar tus medicamentos.

-ni siquiera...lo imaginas...- bufó- preferiría no tener que despertar.

Suspiró por la nariz, el corazón se le encogió.

- Lo siento, pero no puedo dejarte hacer eso.

Y ya cansada de su hostilidad le dio la espalda y se inclinó para acomodar su cortina.

-...Si necesitas algo sólo házmelo saber...

-Odio...tener que estar...en este lugar…con personas como tú- respondió cabizbajo- se supone que las enfermeras deberían preocuparse de sus pacientes...

-...estás en lo correcto- respondió sin dejarse intimidar.

-pero a ti sólo te preocupa si mi herida está sanando adecuadamente...ni siquiera eres una buena enfermera…

Esta vez se quedó sorprendida, viéndose obligada a retroceder un par de pasos. Jamás alguno de sus pacientes se había atrevido a hablarle de esa forma, su experiencia y dedicación eran unas de las características que la destacaban, pero para Tomoki, al parecer, no eran suficientes.

Al verlo respirar con dificultad le acercó una mascarilla de oxígeno.

-Será mejor que descanses- Agregó, él se vio obligado a bajar la guardia.

 

Seishiro, su padre, con frecuencia debía disculparse con el personal debido a su comportamiento, aunque sólo ella aceptaba aun sin cansarse las palabras amables y educadas de aquel hombre, que por alguna razón comenzaba a causarle cierta empatía.

 

 

 

 

 

 

Hotaru pasó los siguientes días intentando fraccionar sus energías entre asistir a clases, ir al entrenamiento, las clases de música y hacer su dieta, y era demasiado, tal como Keiji había advertido, aunque como en pocas ocasiones al fin estaba siendo productiva.

 

El equipo de interpretación musical se componía más o menos de doce alumnos que practican diversos instrumentos, y aunque había una chica que tocaba el clarinete, nadie tenía una flauta como la suya. Tras presentarla el profesor la había dejado en un rincón practicando ejercicios básicos de respiración durante las primeras clases en solitario, por lo que no interactuaba con nadie, aunque tampoco hubiese querido hacerlo. Y si bien el hombre era intimidante podía notar que al menos procuraba que todos sus alumnos mantuvieran un nivel al menos audible.

 

- Bien- murmuró al finalizar ese día- sigan practicando en casa.

 

Ella guardando su flauta miró sus partituras con cierta frustración, hubiese querido tocar también.

 

- Podrás tocar cuando tus pulmones sean lo suficientemente fuertes y tus dedos lo suficientemente hábiles- murmuró él analizando su expresión.

 

Intentando sonreír, cabizbaja, un poco avergonzada salió del salón.

 

Guardando la flauta en su casillero pensando en qué seguro con la ayuda de alguien como su padre habría avanzado mucho más rápido.

 

Se dirigía al área de deportes, y cuando divisó a Umi saliendo del vestidor levantó la mano para saludarla.

 

- ¿Vienes a ver los chicos?- sonrió alcanzándola, Hotaru se encogió de hombros- están teniendo partidos de práctica, se acerca el torneo de otoño.

 

- No lo sabía…

- más bien no lo recordabas, claro, es porque estás demasiado agotada- aseveró- acompáñame, tal vez Keiji continue jugando.

 

Caminaron de prisa, aun así Keiji ya había salido de la cancha y era acosado por unas cuantas chicas que no dejaban de interrogarlo, él sonreía amable a todas las peticiones.

 

- Supongo que tendremos que darle espacio a sus admiradoras- bromeó Umi.

 

Observaba la escena con curiosidad, sin duda la alegría y amabilidad de su amigo lo hacían parecer tan brillante que encandilaba a cualquiera que se le acercara. En poco tiempo él se disculpó y caminó hacia ellas.

 

- Dos juegos a cero- sonrió indicando con los dedos- aunque aun me falta mucho para ser el más rápido del instituto.

- creo que a veces te exiges demasiado.

- ¿quieres tener un partido de entrenamiento?

- por ahora paso- respondió incrédula- ya me cambié y ayudaré a Hero a estudiar. De hecho, ya debería irme.

Ambos se despidieron y la vieron alejarse.

- Nunca he tenido un partido real con Umi, pero apuesto a que sería una buena rival- sonrió pensativo.

Hotaru asintió, ya estaba convencida de ello.

 

- ¿Quieres una?- musitó ofreciéndole un par de latas de bebida que acaba de sacar de los bolsillos de su chaqueta

-…¿regalos de tus admiradoras?

- supongo- rio.

 




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