Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 3

 

 

 

En el departamento de Yuuri, Kouichi procuró dejar todo lo suficientemente ordenado antes de irse al trabajo. Casi siendo fin de semana el metro se encontraba repleto de jóvenes que parecían salir de fiesta, los miraba con cierta apatía…Su realidad era tan diferente.

Al llegar el encargado del local le dio las indicaciones para esa jornada, y se unió a uno de sus compañeros. Llevaba menos de un mes, pero la sencillez del trabajo pronosticaba que sus pagos serían mucho menos de lo deseado, aun así intentaba convencerse en que si reunía experiencia en algún momento podría ser considerado para otro tipo de tareas.

- ¿No te cansas de hacer siempre lo mismo? Este trabajo es tan aburrido- murmuró Naoto, su compañero de turno.

- supongo que no tenemos opción- respondió ordenando los estantes, sin prestarle demasiada atención.

- no era lo que tenía planificado hacer cuando terminara el instituto.

- ¿no tienes pensado entrar a la universidad?

- dudo que con lo que gano acá pueda pagar el examen, todos estos meses he estado reuniendo dinero, aun así con eso sólo puedo sobrevivir- rio resignado.

Sintió un poco de lástima, al menos él tenía a Yuuri.

- ¿No hay otra cosa que puedas hacer?

- con los pocos estudios que tengo dudo que pueda trabajar en algo más- suspiró sonriendo- creo que la única opción es la prostitución- bromeó. Kouichi lo miró de reojos- aunque de hecho- sacó un papel de su bolsillo- tengo un amigo que dejó la universidad y está trabajando como anfitrión, si tienes talento puedes ganar bastante dinero.

Tomó el folleto con cierto recelo, en él figuraban varios chicos vestidos de traje invitando a las mujeres a pasar un buen rato.

- no sé si sea lo mio…

- creo que un día de estos me animaré a postular.

Se quedó pensativo.

 

 

A la mañana siguiente, al volver al departamento Yuuri estaba en la cocina. Sonrió al verlo, él respondió con el mismo gesto, notando que el desayuno ya estaba listo.

- No tenías que molestarte- suspiró, era un poco incómodo que se esforzara tanto en complacerlo.

- te estás esforzando mucho.

- no es para tanto.

- bien, toma asiento- ordenó con aire condescendiente.

Sin intentar desobedecer se sentó en frente. El desayuno era tradicional, incluyendo la sopa y las verduras, por alguna razón al probarlo se sintió animado.

- Luego deberías tomar una ducha y descansar.

- claro- asintió bebiendo un sorbo de té-…a veces actúas como una madre- agregó dirigiéndole esa sonrisa que sabía la incomodaría.

 Ella desvió la mirada y continuó bebiendo en silencio.

- ¿Has hablado con Ryo?- musitó, ahora fue él quien no pudo verla a la cara.

-no quisiera molestarlo.

- aun así…ayer hablamos…realmente no está de acuerdo en que no vuelvas al instituto, lo mejor sería hablar con tu padre…aunque respetará tu decisión si no quieres hacerlo.

- …supongo que si mi padre no se ha dado el tiempo de hablarme es porque no tiene ninguna intención conmigo- respondió fastidiado, ya lo había meditado demasiado.

- pero…

- prefiero hacer las cosas por mi cuenta.

-…Kouichi…- suspiró.

- descuida- sonrió- estaré bien.

- ¿estás seguro?

- además te tengo a ti- mustió buscando sus ojos, Yuuri volvió a avergonzarse- una vez reciba esta paga buscaré otro trabajo, algo donde pueda ganar un poco más.

-…claro…-murmuró resignada.

-…Por cierto ¿crees que paso por alguien mayor de edad?

 

 

 

 

 

 

 

Por suerte Anne había procurado aceptar todos los turnos extras y así no tener que verse desde la última vez.

Aunque esa noche llegó de improviso, sorprendiendo a Hotaru en la sala frente a la televisión. Ambas se miraron de reojos, sin atreverse a articular palabra. Hotaru por su parte la vio dejar algunas cosas sobre la mesa y meterse al baño. Ahora ella se paró sigilosa a la cocina por un vaso de agua, antes de que pudiese escabullirse a su habitación Anne la interrumpió.

-…Traje un par de pastelillos.

-…me voy a dormir- respondió igual de sombría.

- ¿no…vas a cenar?

Negó con la cabeza.

Anne la vio entrar a su pieza y cerrar la puerta. Sintió un nudo en la garganta. Se cuestionó otra vez si estaba haciendo lo correcto, si su decisión la afectaría de alguna forma…Aunque por otro lado, había encontrado en Seichiro un gran amigo, una nueva persona en quien confiar, y eso la hacía sentir infinitamente tranquila.

Aún desanimada se puso el delantal de cocina y comenzó a preparar la cena. La casa estaba tan silenciosa que prefirió subir el volumen de la televisión.

 

 

El horrible dolor de cabeza tras haber estado un día entero sin comer, era agravado por los pensamientos que tenía ahora sobre su madre y ese hombre. No entendía la razón ni necesidad de Anne de incluir nuevas personas en su vida, siempre la había visto tan satisfecha y feliz estando juntas, por qué empeñarse en cambiar lo que ya estaba bien…Aunque tal vez, por otro lado, Umi tenía razón, su madre se había cansado de estar sola, y había estado fingiendo serenidad…fingiendo tan bien, como ella misma lo hacía, una falsa felicidad durante todo ese tiempo.

Antes que pudiese quedarse dormida la oyó llamar a su puerta indicando que había preparado omuraice, uno de sus platillos favoritos. Se quedó mirando el techo en medio de la oscuridad.

Tras algunos minutos salió de su habitación, aún con una extraña sensación. Anne levantó la mirada, se sentó frente a ella y comenzó a comer del otro plato que ya estaba servido. El sonido de los cubiertos era de una forma molesta audible, ante tan profundo silencio.

A pesar que su estómago se retorcía de hambre, no podía tragar con facilidad. Sólo comió lento y en muy pequeñas porciones. Cuando terminaron su madre sirvió un par de tazas de té verde.




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