De acuerdo con las indicaciones de Shin, en sus días libres estuvo leyendo revistas de actualidad, visitando sitios web de moda y practicando algunos modales para hablar con sus futuras clientas.
Llegó al local a eso de las ocho donde tras ayudar en el orden y la limpieza, se vistió con una camisa, jeans oscuros, y se arregló el cabello. Comentando sus experiencias de la primera noche Naoto lo ayudó con el perfume, a diferencia de él aún no había ganado dinero suficiente para comprar uno costoso. Se quedó viendo en el espejo antes de salir, la persona en el reflejo era completamente diferente a sí mismo, como si acabara de ponerse una especie de disfraz, aunque por un lado era un alivio, consciente que ese rol sería temporal.
- Creo que ya pareces más como uno nosotros- sonrió Shin entrando al vestidor.
Kouichi se fijó que en una de sus orejas llevaba al menos cuatro pequeños aros.
- ¿Te gusta?- se tocó el lóbulo - los dos últimos me los he perforado yo mismo. Prometo que te haré uno si logras buenas propinas.
Kouichi asintió aun sin estar seguro.
Luego de haber estado llevando y trayendo bandejas de bebidas hacia su mesa, Shin prometió presentarle a una de sus mejores clientas. Antes de su llegada comentó algunos detalles sobre sus gustos para facilitarle el trabajo, aun así apenas verla supo que no estaba preparado para tanto.
-Natsumi es muy exigente, te acompañaré...- sonrió con cierta malicia.
Cuando volvió a entrar al bar, la chica los esperaba en uno de los sillones. Una racional inseguridad le invadió al intentar analizar su belleza, pero Shin seguía sonriendo y, por supuesto, no podía decepcionarlo.
-Buenas noches-exclamó el moreno sentándose a un lado, Kouichi lo siguió, dejándola en medio.
- ¿Doble compañía esta noche?-sonrió ella de inmediato con una voz menos aguda de los que hubiese esperado. Shin le guiñó un ojo- ¡Excelente! Shin ya me ha hablado de ti- musitó- así que eres su aprendiz.
Asintió algo avergonzado. Su agudo rostro era enmarcado con un llamativo y largo cabello rubio, su mirada alegre resaltaba entre las luces del lugar, y sus labios pequeños y brillantes le sonrieron coquetos. A penas los primeros minutos de interacción supo que tenía mucho más desplante que cualquier mujer que hubiese conocido antes.
- ¿Así que te llamas Kou?- musitó viendo la tarjeta que Shin acababa de entregarle.
-Kouichi- intentó sonreír, aunque sólo pudo hacer una mueca.
- ¿y deseas que sea una de tus clientas?
Un ligero escalofrío recorrió su espalda, incapaz de responder.
-lo siento, es nuevo...- suspiró su compañero.
-pero eres muy guapo- sonrió acercando una su mano hasta su mejilla, deteniéndose en su mentón- tienes un rostro privilegiado para ser anfitrión -agregó encontrando sus ojos.
Kouichi notó lo verdes que eran los de ella.
-…gra-gracias…
- y además muy lindo- rio- tal vez deba darte una oportunidad…Aunque claro- susurró en su oído- si resultas como deseo pediré exclusividad.
Incluso tuvo dificultad para asentir con la cabeza.
-Traeré algo de beber-intervino Shin.
-quiero el mejor champagne que tengas ¿entendido?
Se sorprendió, ciertamente el champagne más bueno era muy costoso.
A medida que la conversación avanzó bebieron casi dos botellas. Kouichi intentaba intervenir, pero dado que estaba mareado y somnoliento le era imposible hacer comentarios muy asertivos, por suerte la chica en poco tiempo había pasado de ser seductora a divertida, y no fue necesario esforzarse demasiado en complacerla. Al parecer todas las chicas que iban a ese lugar lo hacían para hablar y desahogarse sobre sus problemas cotidianos.
Sólo cuando Shin fue en busca de la cuenta intentó poner en práctica algunas de las tácticas que aun recordaba. Natsumi le había pedido que le sirviera una última copa de champagne, él asintió viéndola a los ojos con una ligera sonrisa, y sosteniendo su mano vertió el licor. Ella sonrió, bebió sin despegar la mirada y se saboreó, Kouichi, ahora con el estómago apretado, sintió que quien en realidad intentaba atraparlo era ella. Aun avergonzado, suspiró levemente y trató de no dejarse a volver a intimidar.
-…En verdad eres muy atractivo- murmuró complacida- y no lo digo sólo por tu apariencia…
- Creo que debes ser más espontaneo-comentó Shin cuando ella se fue- afortunadamente Natsumi es muy compresiva y te ha dejado toda esta propina- sonrió entregándole más de ocho mil yenes.
Los recibió dudoso, era una suma incluso ridícula para lo poco que había hecho.
- Dinero fácil- rio Shin- vete acostumbrando…y no estaría demás que compres ropa nueva, y si puedes bebe con más frecuencia, no todas las chicas toman sólo champagne.
Ante eso último se quedó incrédulo, y sonrió, aún si quiera tenía la edad legal para hacerlo.
Hotaru se pasó el fin de semana en pijamas, el domingo siquiera tenía energías para levantarse, en especial si Anne tenía que ir trabajar, y no valía la pena preparar comida, había perdido el apetito por completo. Por su mente repasaba las palabras de Kenji y le era difícil asimilar que todo lo que había creído hasta ahora sobre él era una ilusión, y lo peor de todo, que estaba vivo…
El día lunes completó con poco esfuerzo el examen de literatura, dado que no había estudiado. Luego, a la hora del almuerzo se fue a su jardín, donde finalmente pudo ver a Umi.
- Hace un poco de frío hoy para estar aquí ¿no crees?- sonrió sentándose a su lado en la banca.
- está bien para mi…
- ¿no vas comer nada? Traje comida extra- agregó abriendo su caja de obento.
- …no tengo mucha hambre- suspiró.
- no me digas que estás así por el examen de literatura, no creo que te haya ido mal, de todas formas pudiste pedir mis apuntes.
#1613 en Joven Adulto
#10523 en Novela romántica
relaciones problematicas, romance +18, trastorno de la conducta alimentaria
Editado: 29.11.2024