Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 8

 

 

Estaba satisfecho de haber logrado pasar los días de prueba sin demasiado esfuerzo, ya podía decir que era oficialmente un anfitrión. Gracias a Shin tenía una interesante tarjeta de presentación y en sólo dos semanas había logrado ganar el mismo dinero que su sueldo en la tienda de veinticuatro horas en dos meses, lo que por un lado le alcanzaba para ahorrar, comprar nueva ropa, y además aportar para el departamento de su amiga. Casi sintiéndose autosuficiente.

- No es necesario que gastes todo tu dinero en comida- lo sorprendió Yuuri, entrando a la cocina al ver todo lo que había comprado, como si pensara abastecer a una familia completa.

- quiero aprender algunas cosas para cuando deba vivir solo- sonrió.

Lo miró de reojos, su expresión era lo suficientemente elocuente.

-no te enfades, creo que está bien ser independiente.

- ¿entonces eso significa que ya hablaste con tu padre?

-…no…-quiso decir que no eran asuntos de su incumbencia, pero se limitó a suspirar.

Yuuri por su parte se sirvió un vaso de agua y se fue al sillón prendiendo la televisión, pensativa, el hecho de que su amigo quisiera huir de su lado le causaba cierta incomodidad, ella sólo quería protegerlo.

 

Su interés por él había nacido durante la secundaria, siempre le había parecido una persona amable, sentimiento que incluso se había fortalecido después de conocer a Ryo... 

-Sólo estoy algo cansada- sonrió esa mañana con esos incisivos que según él le daban una apariencia adorable, cuando se le acercó en el horario de almuerzo- trabajé con papá hasta las tres de la mañana- se lamentó.

-¿tres de la mañana?

-...arrastrando ebrios- se encogió de hombros.

La expresión de Kouichi casi se deformó, ¿no estaba muy joven para ese tipo de trabajos?

-bueno, básicamente mi deber es hacer pedidos, ese trabajo es de mi hermano, pero como tenía un examen en la universidad me vi obligada a reemplazarlo- explicó sonriente.

Kouichi pareció pensativo.

-eres...extraña...-titubeó, aunque se corrigió de inmediato-...quiero decir…¿diferente?

-...¿extraña?- repitió ella con inocencia.

-¡no, no...no quise decir eso!- exclamó avergonzado.

-no importa...no eres el primero que lo piensa...pero cuando papá encuentre un ayudante ya no tendré que hacerlo.

Al despedirse se apresuró en llegar a casa, tenía que terminar sus tareas, ya que esa noche nuevamente sería su turno de ayudar en el bar.

Conocía bastante bien a los clientes como para saber que cuando ya se ponían ebrios no le quedaba más opción que reunir valor y endurecer su carácter.

-Cómo has crecido pequeña Yuuri- rió uno de los hombres dejando de lado su vaso de sake- ¿cuánto tienes, trece…catorce?

-papá dijo que se fuera por favor.

-¿qué?...aún puedo con otra copa.

Lo miró de reojos.

-¡No!...váyase por favor, papá está por regresar y si lo ve aquí se enfadará- continuó firme, llevándolo del brazo hasta la salida.

-¡hey, quién te crees chiquilla!- exclamó fastidiado- nadie me da órdenes.

Se puso en la puerta, impidiendo el paso.

Y aunque el hombre insistió debió mantenerse firme. Por los alrededores, la calle y la plaza de enfrente estaban vacías, sólo deseó que su padre llegara pronto.

-¡Déjame entrar!- gritó ahora furioso- ¡si no fuera porque gasto todo mi dinero en esta taberna tu padre no tendría como darte de comer!

-…¡por favor cierre la boca!

-¡mocosa insolente!- se aproximó con la intención de tomarla del brazo, ella cerró los ojos esperando la maniobra, pero alguien lo detuvo antes que pudiese alcanzarla.

Con el hombre gritando el chico le dio un puntapié en el estómago, logrando que se retorciera, y tras verlo con odio se alejó balbuceando nuevos insultos.

Yuuri observaba la escena perpleja.

-...oye...¿estás...bien?- se acercó a él vacilante, quien le devolvió una amable sonrisa, sorprendiéndose al ver su rostro- ¿Kouichi!?

-lo mismo digo- la interrumpió-¿te encuentras bien?

-¿vaya, qué haces aquí?

-...hacía unos encargos para mamá...y creo que llegué a tiempo.

-...cielos, qué susto- sonrió aliviada- creí que me golpearía…gracias.

-...descuida.

-¿quieres pasar?

-¿no es muy tarde?

-déjame servirte algo de beber, por favor.

Con una mirada compasiva Kouichi decidió acceder.

Sentándose en un rincón de la barra, lejos de quienes bebían alcohol. Yuuri se quedó en frente.

 -Estoy cansada y aún no es medianoche- comentó arreglando la coleta de su rojizo cabello.

-...mañana es sábado.

-sip, no tendré que levantarme temprano ¡qué alivio!

-...¿trabajas mucho?

-debo ayudar a papá- sonrió resignada- desde que mamá murió él se ha estado preocupando mucho por mi y me sobreprotege, quiero demostrarle que también puedo ser independiente.

Kouichi continuó observándola, acababa de decir lo de su madre con total naturalidad.

-...también me gustaría ayudar a mamá- respondió pensativo-...de hecho...estaba buscando algún lugar donde trabajar.

-¿en serio?...¡le puedo decir a papá!- exclamó sin dudar.

-...seguro pensará que soy un niño para trabajar aquí- sonrió- no te preocupes.

-podrías tomar el lugar de mi hermano- insistió- y si le digo que eres un amigo te dará una buena paga.

Él se quedó pensativo y sonrió, Yuuri no pudo evitar avergonzarse, le sonrió de vuelta.

 

-…Por cierto- musitó Yuuri indicando su oreja de derecha.

Kouichi volvió a recordar cuando un par de noches atrás Shin le había hecho esa perforación, que seguía doliendo un poco.

-…te queda bien.

Si bien comenzaba a acostumbrarse al constante coqueteo y cumplidos de las clientas, por alguna razón le era imposible no avergonzarse si esta vez los cumplidos provenían de ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.