Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 9

 

 

 

-…No te atreverías a contradecirme…

Kouichi levantó la mirada y se quedó viéndola, el aire olía a curry, su madre, de espaldas a él revolvía la olla para servir la primera porción.

- Te gusta ¿verdad?- musitó acercándole su plato.

Él asintió, quiso sonreír, pero la expresión condescendiente de Tomoko fue impedimento.

-…siempre fuiste un niño tan débil- susurró- el más débil de los dos…no podría permitir que llevaras una vida como tu hermano.

La miró sorprendido.

- siempre intenté protegerte, y mírate…estas son las consecuencias…sin mi no eres nada- exclamó abriendo los ojos- sabía que al final elegirías la opción fácil por sobre la correcta.

Sintió el pecho apretársele.

- tus acciones me hacen lamentar…aun estando muerta.

- ma…má- tibubeó ahora con lágrimas- lo siento.

- eres despreciable- se acercó afirmándolo del cuello, Kouichi, aunque quiso, no pudo moverse. Estaba a punto de perder la conciencia cuando de sobresalto abrió los ojos, inspiró profundo y debió permanecer unos minutos inmóvil para descubrir que había sido un sueño. Se tocó la cara, tenía los párpados húmedos y aun seguía con la garganta apretada.

 

Cuando vio el reloj ya era bastante tarde así que tomó su mochila y pasó a la cocina por un vaso de agua.

Antes de poder salir Yuuri llegó al departamento con muchos ingredientes que había comprado para preparar la cena. Lo saludó sacándolo de sus pensamientos, debiendo fingir agradable sorpresa.

- ¿Hay algo especial que quieras comer?- musitó con especial entusiasmo.

-…lo siento- suspiró- hoy tengo turno de noche.

- ¿otra vez?- se quedó pensativa- pero creí que…

- lo sé, lo siento- repitió interrumpiéndola, antes de verse obligado a dar alguna explicación.

-…claro-murmuró cabizbaja.

Al verla, Kouichi fue invadido por una profunda sensación de culpa y tristeza. Se acercó y cogió su mano.

- Prometo que te recompensaré- sonrió.

Ella levantó la mirada intentando sonreír también, pero sus ojos decían algo diferente.

Aún sintiéndose así, inmensamente contrario a lo que deseaba, tomó su mochila y salió del departamento.

 

-No luces tan bien hoy- lo observó Shin en los vestidores.

-...sólo estoy cansado- respondió con seriedad.

Dado que ninguna de las chicas que conocía llegó esa noche, salió junto Naoto y otros compañeros a la calle en busca de clientas, pero estaba demasiado desanimado como para llamar la atención de alguna.

-No puedes dejar que los problemas personales influyan- murmuró su superior al verlo volver derrotado.

No respondió, no necesitaba rebatirle para que él respondiera con frases que ya se sabía.

-si el jefe llega a enterarse que no quieres hacer dinero estarás en problemas.

-…lo siento- inclinó la cabeza.

Shin prendió un cigarrillo y pareció pensativo, él a su lado, se mantuvo en silencio. Le hubiese querido preguntar cómo hacía para estar siempre sonriendo, si acaso alguna vez había tenido un mal día, pero no se atrevió, después de todo, para todos, lo que era la vida fuera del Host, no debía ser de su incumbencia.

-…¿Antidepresivos o algo?- murmuró de pronto.

Él levantó la mirada, confundido.

- siempre tienes esa expresión melancólica, como si estuvieras deprimido- agregó ahora con cierto fastidio-…aunque bueno- rio para sí mismo- supongo que eso le gustó bastante a Natsumi ¡sí qué es una pervertida!

Aun por su comentario, no pudo evitar causarle un poco de gracia.

-…Ustedes…¿se conocen hace mucho?

Ahora Shin lo miró de reojos, dio una nueva bocanada antes de responder.

- Bueno, Natsumi, Shun y yo desde la preparatoria tuvimos cierto interés por la industria de la moda, queríamos entrar a la escuela de artes, y gracias al dinero de su padre ella no tuvo dificultades, Shun por su parte comenzó de trabajar como modelo incluso antes de graduarse y pudo hacer un poco de dinero, yo- inclinó la cabeza- aunque pude entrar al bachillerato, quise competir con él…así que decidí trabajar como anfitrión…y bueno, de alguna forma Natsumi pasó de ser amiga a clienta…

Kouichi se quedó pensativo, y esta vez no supo si sentir o no lástima.

-…y bueno- se aclaró la garganta- no puedes pretender trabajar en la industria del sexo sin acabar acostándote con tus clientas...

En ese momento su estómago se apretó y por la expresión de Shin supo que había sido demasiado evidente.

- No me digas que…¡eres virgen!

Prefirió quedarse en silencio, Shin suspiró, apagó la colilla de cigarrillo en la pared antes de volver a entrar.

- Agradece que me agradas- sonrió de pronto prendiendo uno nuevo- te daré una ayuda.

Continuó sin entender nada.

-Todos quienes trabajamos acá tenemos el apoyo de nuestra diosa, la señorita Reina- rio guiándolo hasta el décimo piso- es un buen momento para conocerla, si no te animas con ella es porque ya no sirves para esto- le guiñó un ojo.

Entraron ahora en una habitación lujosa. Observó la alfombra y las paredes decoradas, equipada con última tecnología.

Yuu, el administrador, sosteniendo una copa de vino se encontraba en el salón principal en un sillón de terciopelo rojo, viendo una pantalla dividida desde donde podía supervisar el trabajo de los anfitriones.

-No esperaba visitas esta noche- murmuró sonriente- pero los vi venir- se refirió a la pantalla.

Shin inclinó la cabeza y le obligó a hacer lo mismo.

-...¿Necesitan un poco de diversión?...o me equivoco.

-digamos que...necesita un buen estímulo- comentó su compañero.

-entonces la llamaré de inmediato- sonrió suspicaz, y mientras esperaron les sirvió unas copas.

En pocos minutos una llamativa mujer de cabello castaño claro, que no debía tener más de treinta años, se presentó como acompañante de Yuu. Llevaba un vestido negro, recatado, ligeramente ceñido a su delgada figura, con un aspecto tan elegante como el mismo Yuu. Aunque para Kouichi lo más sorprendente en su rostro fueron sus relucientes ojos color miel adornados por unas enormes pestañas.




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