Esa mañana llegó al instituto mucho antes del horario de entrada, comenzaba a sentir más frío de lo habitual por lo que prefirió evitar su jardín e irse directamente a la sala. El par de compañeros que ya estaba en el lugar parecían sumidos en sus libros de estudio, así que intentó hacer lo mismo.
A pesar de su esfuerzo fue imposible concentrarse en la clase de literatura. Debido al clima la clase de deportes se llevó a cabo en el gimnasio. En la zona de vestidores se cambió junto a las demás, no podía evitar examinarlas, esta vez sorprendiéndose gratamente al notar que ahora la mayoría estaban igual o más gordas. Por supuesto Miu seguía pareciendo más delgada y atractiva. Seguro al notar que no dejaba de mirarla le sonrió de vuelta, avergonzándola.
- Veo que sigues esforzándote- llevaba el cabello amarrado en una larga coleta, el ligero aroma de su perfume emanaba de ella en cada movimiento- me gusta mucho como luces.
- ¿sigues alguna dieta especial?- intervino una de sus compañeras.
¿De verdad lo creían? Negó con la cabeza, sintiéndose ruborizar.
- tus piernas lucen tan elegantes y estilizadas- sonrió la chica- quisiera que las mías se vieran así.
Hotaru notó que sus piernas ya eran muy delgadas.
- qué talla eres.
-…36…- dudó, no se había medido ni pesado en varios días.
- ¡genial! Yo también, pero mi meta es 34.
- soy 34 - agregó Miu con orgullo.
Se quedaron impresionadas. Era bueno admitir que ahora podía usar casi cualquier tipo de prenda, aunque en el fondo sabía que la delgadez había dejado de ser una meta hace tiempo, ahora simplemente había dejado de comer porque no tenía una buena razón para hacerlo.
Al terminar la jornada fue en busca de su flauta al casillero. El viento soplaba fuerte y las nubes oscuras amenazaban con iniciar una lluvia en cualquier momento, así que decidió acortar camino a través de los jardines. Mientras avanzaba el ruido proveniente de los edificios se iba esfumando con el susurro del movimiento de las hojas de los árboles, en completa soledad, excepto por aquel par de parejas que aprovechaban la privacidad, y más allá, en un banco retirado alguien parecía practicar con una guitarra. Los acordes se hacían más claros con cada uno de sus pasos, pero no pudo estar segura de distinguir la melodía.
Lo miró por entre los arbustos, deseando pasar desapercibida, parecía tan concentrado que se sintió avergonzada de ser su espía. Su cabello se mecía ligeramente dejando al descubierto los tres aretes que ahora llevaba en su oreja izquierda, sus dedeos largos y delgados con una coordinación para ella impresionante se movían a la par con su otra mano, parecía tan concentrado…Suspiró lamentándose por, aún después de tanto tiempo, no tener el valor de acercársele...
Cuando embobada en un extraño placer salió de su escondite notó que en la dirección opuesta caminaba aquel rubio de cabello despeinado amigo de Hero, Naoki.
La saludó con una sonrisa y al llegar a su lado susurró divertido.
- Estabas viendo a Ryo- le guiñó un ojo.
Se quedó pasmada, sintiendo como su cara enrojecía, no pudo articular palabra. Ryo por suerte había hecho caso omiso de ambos, y continuó su camino raudamente intentando esconder su expresión entre los pliegues de su bufanda.
Llegando casi veinte minutos tarde a la clase de música el profesor la regañó frente a todos, con lo que no pudo concentrarse el resto de la hora.
Con el cielo ya oscuro volvió a casa, su estómago rugía tanto que incluso habría preparado algo de comer, pero su madre la sorprendió en la cocina.
-…Bienvenida- musitó con una ligera sonrisa que le hizo saber que el resentimiento de su última discusión ya había quedado por completo en el pasado.
-…¿no…irás a trabajar?
- tengo turno de noche.
Haciendo memoria calculaba ese debió ser de un turno de veinticuatro horas. Por lo que ahora se sintió confundida.
- ¿harás un turno extra?
- no- sonrió sentándose a la mesa- he decidido que quiero pasar más tiempo en casa, así que pedí cambiar mi horario. Trabajaré de día en un horario común, con un turno de noche durante la semana.
Fue inevitable la mezcla de nostalgia y frustración, era lo que había deseado hace tanto, pero claro, era Anne, siempre llegando tarde a la toma de decisiones importantes. Se había acostumbrado a quedarse sola casi durante semanas, que ya no estuvo segura de querer lo contrario.
- ¿Crees que es una buena idea?
-…si- se sentó, un poco confundida.
Anne, tal vez un poco desilusionada, le sirvió una taza de té y dejó unas cuantas hojas de papel sobre la mesa.
- Bueno, cambiando de tema, he revisado los resultados de tus exámenes- ella la miró de reojos, simulando prestar mayor atención a su té que a sus palabras- afortunadamente casi todo está dentro de rangos, a excepción por tu glicemia, un poco baja, y cursas una leve anemia, la doctora dice que con los suplementos deberías estar bien, aunque no descarta una derivación a un especialista en nutrición.
Fue inevitable sentirse un poco hastiada, quiso responder algo desagradable, pero se contuvo.
- estoy bien- murmuró inexpresiva- me he sentido bien.
- recuerda que estás en un periodo de desarrollo y tienes que alimentarte adecuadamente.
- lo sé, lo hago- desvió la mirada.
Anne pareció pensativa.
- …sé que no confías en mi, pero…- titubeó- intentaré ayudar en lo que necesites.
Cabizbaja apretó los labios y quiso confesar lo mal que se seguía sintiendo con la noticia sobre su padre, lo horrible que la hacía saber que ahora prefería estar con otras personas, que se sentía como un estorbo, que odiaba tener que levantarse cada día e interactuar con otros, que estaba confundida, que se odiaba a sí misma y que había dejado de comer con normalidad hace meses y ya ni siquiera tenía apetito…y que ella ni siquiera lo había notado…pero se contuvo.
- Estoy bien- sonrió con un nudo en la garganta, incorporándose- iré a darme un baño.
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Editado: 29.11.2024