Kouichi escapó a su habitación con un suspiro, tenía el pecho tan apretado que creyó que se desmayaría, debió sentarse en la cama y se tomó la cabeza con las manos. Pensar en la decepción de Yuuri le hacía querer llorar, tendría que darle tiempo para digerirlo.
Al lado opuesto de la habitación la lluvia comenzaba a golpear los cristales de su ventana, con un tintineo que en pocos minutos se trasformó en un ruido ensordecedor. Abrumado comprendió que lo mejor sería dejarla en paz, así que se armó de valor y tomó su mochila para guardar un par de cosas personales, su notebook y el dinero que tenía, se puso la chaqueta y salió de la habitación. Por suerte ya no pudo divisarla, así que se escabulló hasta la puerta, dejando el departamento sin despedirse.
A pesar de su sigilo, al escuchar la puerta cerrarse Yuuri sintió cómo se le encogía el corazón. Salió de su cuarto y comenzó a retirar la mesa habiendo perdido por completo el apetito. Lavó los cubiertos mientras su garganta le impidió deglutir y respirar con normalidad, sintiéndose un poco tonta, confundida y desilusionada ¿Tan severa había sido para que no pudiese confiar en ella? En especial, cuando al fin creía haberlo entendido…
Aunque fuese un viaje largo era consciente que no tenía muchos lugares a donde ir. Tras caminar varios minutos bajo la lluvia tomó un tren en dirección a Yokohama.
Habían sido varios meses desde la última visita, pero el barrio lucía como si siempre, indiferente que a todo lo que en él había cambiado, como si sólo hubiese estado soñando.
Caminó esquivando las pozas que se interponían en su camino y al entrar al edificio el aroma a humedad se impregnó en su nariz. Giró la cerradura y entró quedándose a oscuras. Dejó caer todo su peso sobre el tatami y, al fin en esa soledad que necesitaba para poder esconderse de sí mismo, las lágrimas empaparon sus mejillas. Un lamento en silencio alentado por ideas que ahora no dejaban de torturarlo ¿Qué diría Tomoko de ser consciente de todo? Su pequeño ya no era tan bueno y amable como ella siempre le había inculcado…No, tal vez se habría esforzado en comprenderlo. Cerró los ojos, la lluvia seguía incesante casi como si pudiese alcanzarlo. Sin si quiera darse el tiempo de preparar un futón, se dejó vencer por el cansancio.
Yuuri por su parte, no tuvo deseos de volver a comer, ya muy tarde se fue a la cama, descubriendo en poco tiempo que dormir sería casi imposible. Tomó su celular revisando sus redes sociales, fue un alivio que Ryo aun estuviese aun en línea, así que debió saludarlo. Al cabo de unos minutos le respondió con un seco “Hola” como solía ser siempre, aún así decidió insistir, aludiendo a que ya era demasiado tarde para estar despierto…
-“Y qué hay de ti ¿estabas estudiando?”
-“no…la verdad es que quisiera hablar con alguien, ¿estás ocupado?”
-“ no realmente…pero preferiría hacerlo por mensajes, mi compañero de habitación ya está durmiendo”
-“descuida…”
-“¿Sucedió algo?”
Se quedó dudosa, pero nadie más que él podría ayudarlo.
-“…es tu hermano…creo que necesita tu ayuda”- supo que por eso Kouichi la odiaría de por vida.
-“…creo que él debería decirlo…”
-“…lo sé, pero se ha vuelto demasiado orgulloso”.
-“tal vez debes darle más tiempo”
-“no lo sé…hoy discutimos…y se fue del departamento…”- sintió que volvía a apretársele el pecho.
Esta vez Ryo tardó en responder.
-“…¿Estás bien?...”
-…”si- mintió- pero él…me preocupa demasiado…y ya no puedo hacer nada para fingir lo contrario”- suspiró profundo, los ojos le ardieron.
-…”¿Quieres que nos veamos mañana?”
-“¿de verdad?...¿no tienes cosas que hacer?”
-“es domingo, tengo algo de tiempo…”
-“lo agradecería…si vienes a la hora de almuerzo prepararé algo especial”
-“no te preocupes”…
Esta vez suspiró con cierto alivio.
La humedad del departamento sin calefacción, el ruido de pasos en los pisos superiores, y el dolor de espalda producto de haber dormido en el suelo le obligaron a abrir los ojos antes del amanecer, aun así armó el único futón que tenían, casi alcanzado por le moho, y se quedó mirando el techo durante gran parte de la mañana. Afuera la lluvia seguía golpeando los vidrios de las ventanas con su sonido interminable, sabía que tenía demasiadas cosas en que pensar, pero al mismo tiempo no quería pensar en nada.
Se levantó con dificultad cerca del mediodía, tenía los músculos del cuello y la espalda contracturados, como si se tratase de un anciano de ochenta años. Se mojó la cara, sorprendiéndose de tener aún agua caliente, tal vez su padre seguía pagando por la mantención de esa casa, y se preparó una taza de té, aun sin apetito. Había vivido demasiados años en ese lugar junto a Tomoko como para no seguir sintiendo familiar cada rincón, a pesar de no tener allí ya casi ningún objeto personal. Luego de su té recorrió las habitaciones para abrir las cortinas y regresó al futón, donde volvió a recostarse y cerró los ojos, la imagen de Yuuri apareció en su cabeza antes de poder quedarse dormido.
El día estaba tan oscuro que Yuuri hubiese deseado no levantarse, pero cerca del mediodía debió quitarse el pijama y tomar lugar en la cocina.
Con todos los ingredientes que Kouichi le había dejado en la despensa, no fue necesario salir de compras, así que hizo la limpieza en espera de su amigo.
A penas entrar le sirvió un vaso de té helado.
- Llueve muy fuerte- se sorprendió al ver su chaqueta empapada.
- y creo que continuará así el resto del día.
Lo analizó en detalle, su rostro más agudo que el de su hermano, y sus pestañas menos curvas hacían la gran diferencia, además de la forma en cómo solían llevar el cabello, aunque ella nunca había tenido dificultad para diferenciarlos, tal vez porque Kouichi siempre había sido su favorito.
-…Gracias por venir- sonrió con un ligero suspiro.
-intenté llamarlo, pero su celular suena apagado.
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Editado: 29.11.2024