Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 31

Por alguna razón había mantenido la ilusión de recibir algún mensaje de Kouichi desde aquella tarde, pero no fue así al menos hasta varios días después, donde le escribió deseándole un buen día, mensaje que su orgullo le impidió responder.

En clases se mantuvo tan distraída que fue reprendida un par de veces, no podía decirles a sus amigas que la razón era por un chico, ya que ella siempre las regañaba por ello. Sólo al final del día hubo reunido el valor para enviarle de vuelta un ícono con una reverencia, pero él no respondió hasta muy entrada la noche preguntando si estaría libre al día siguiente, agregando luego que estaba bien si de todas formas no podían reunirse.

Comprometida con sus compañeras buscó un par de recetas y preparó pastelillos de diferentes sabores, que decoró con dibujos adorables de animales.

Al día siguiente a pesar de haberse esforzado en disimular ese estado de constante distracción sus compañeras se burlaron.

- No me digas que no te pasa nada- murmuró Nami con la actitud confrontacional que la caracterizaba.

- sólo estoy un poco cansada.

- ¿problemas con el chico con quien convives?- bromeó.

Las demás la miraron sorprendida.

- ¿sabían que Yuuri vive con un hombre?

Aun sintiéndose fastidiada intentó mantener la calma.

- ¿vives con tu novio?

- y muy lindo, por cierto.

- ¡No!- exclamó suspirando por la nariz.

- entonces por qué te avergüenzas- rio otra de ellas.

- yo me apenaría mucho de vivir con un hombre, al menos hasta que sea mayor de edad.

Las demás comentaron lo emocionante de la idea, aun ante la casi imposible autorización de sus padres. Ella se preguntó si alguna vez su padre habría sospechado algo…aunque claro, todos confiaban en lo lindo y amable que era Kouichi…excepto ahora claro, su incómoda declaración seguía molestándola como en un principio.

Levantó la cabeza y viendo que sus amigas seguían hablando de sus novios, casi pasando desapercibida se alejó con la excusa de ir al baño.

En el horario de salida se despidió pensando ahora que odiaría que la vieran junto a Kouichi. Afortunadamente en pocos minutos le envió un mensaje indicando que se encontraba a varias cuadras, y caminó deprisa, sintiéndose ansiosa.

Reconoció su chaqueta a la distancia, su corazón latía más rápido a medida que se acercaba. La saludó con una leve sonrisa, aunque supo de inmediato que también estaba incómodo.

- Gracias por aceptar- agregó en señal de saludo. Ella asintió con la cabeza.

Sin atreverse a pronunciar alguna palabra caminaron hasta el metro. Intentaba disimular su incomodidad, al mismo tiempo deseando disminuir todos esos centímetros que los separaban, y que él también dejase de actuar como si apenas se estuviesen conociendo.

En la cafetería, cuando Kouichi ordenó un par de tés de tapioca, notó complacida que sabía con exactitud lo que ella hubiese elegido.

Los primeros minutos bebieron en silencio, ella intentaba no mirar su rostro, pero le era imposible ignorar esos huesos que acentuaban en sus mejillas casi de forma espeluznante.

Cuando él acabó dio un ligero suspiro y mencionó que, gracias a la ayuda de Ryo, había hablado con su padre. A pesar de su entusiasmo, se sintió un poco deprimida.

- Será extraño depender de él-suspiró pensativo.

-…creo que es lo adecuado…de todas formas sigues siendo menor de edad.

- ahora solo debo buscar un instituto donde continuar, en Tokio, él se hará cargo de lo todo.

Al menos se quedaría cerca.

- bueno, aquí tienes muchas opciones.

Kouichi asintió, volviendo a tomar la carta.

-…Puedes ir al departamento a buscar tus cosas…- agregó descubriendo como al mismo tiempo se le encogía el corazón.

-…claro…

Y continuaron en silencio, probablemente también él intentaba ahora acostumbrarse a esta nueva posición, así que no tenía más opción de apoyarlo. Por su parte ella también seguía tratando de digerir esa última penosa confesión, pero, por muy perturbadora que la idea continuara pareciéndole, en especial por su igualmente inocente apariencia, debía admitir que parecía mucho más decidido de lo que hubiese esperado.

- ¿Quieres pedir algo de comer?- la interrumpió, posando su vista en la carta de postres.

También tomando la suya se quedó viendo las decoraciones de los pasteles. Entonces abrió su bolso sacando una cajita con el último pastelillo que había hecho.

- Es de naranja- se excusó-yo ya comí demasiados.

- ¿es para mi?...- sonrió evidentemente conmovido- lo comeré a la cena.

Al analizar su expresión le fue inevitable avergonzarse.

Y a pesar de la negativa inicial Kouichi insistió en acompañarla hasta el departamento.

- Puedes llevarte algunas cosas ahora…si quieres…- insistió simulando estar conforme con su decisión.

- no tengo tanta prisa- musitó con una leve sonrisa.

Lo examinó fugazmente, varios centímetros más alto que ella, él pareció buscar su mirada.

- ¿Puedo llamarte?

-…si- respondió casi con un susurro. Él apoyó una mano sobre su hombro.

-…gracias, sé que…aun por todo lo que pueda hacer no lograría recompensarte.

Aun resistiéndose a sus ojos, sintió que se ruborizaba.

-…no…no quiero que te obligues a hacerlo.

Él dio un ligero suspiro.

- Lamento haber actuado de esa forma…no es que no confiara en ti…sólo…quería evitar que fueras parte de mis problemas.

Apretó los labios, incapaz de mirarlo, alcanzó su mano. Kouichi volvió a sonreír, y aproximándose la atrapó entre sus brazos.

Con una presión en el corazón y, como si todos sus músculos se hubieran paralizado, apoyó la cabeza en su pecho, dándose por vencida. Cerró los ojos concentrando la atención en él y su aroma, ese que tanto le había gustado, para con tristeza al descubrir que ahora su ropa olía a un detergente diferente al que ella usaba.

Se sentía placentero tenerlo así de cerca, con una calidez que ahora también le envolvió el corazón. Deseó jamás separarse, pero no tuvo el valor de pedirle que se quedara.




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