Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 34

Si calculaba su índice de masa corporal ya estaba varios kilos bajo de su peso. Un par de veces se había planteado intentar comer a pesar de no tener hambre, pero ya había olvidado ese profundo placer que antes había sentido con sólo tragar, y su estómago estaba rechazando casi cualquier alimento sólido. Aunque si se miraba al espejo una voz en su mente le decía cosas diferentes, ideas contradictorias.

A veces durante la noche su corazón latía rápido y se sentía tan ansiosa que casi no podía dormir, por lo que ya no tenía reparo en hacerlo en clases, y al parecer, ahora a nadie le importaba.

Esa tarde hubiese dando cualquier cosa por ir de inmediato a encerrarse en su habitación, pero ya se había ausentado un par de veces a las clases de música, tal vez los regaños de Jun lograrían traerla de vuelta a la realidad.

Comprando una lata de té caliente llegó al salón justo cuando la clase estaba por comenzar, Jun los saludó a todos e indicó ejercicios de precalentamiento. Al ver su rostro sintió culpa, en especial después que hubiese sido tan comprensivo y amable.

Lo vio hablar con los demás, para, en último lugar acercarse a ella, y sintió como su corazón se aceleraba.

-…¿Buenas tardes?- murmuró arqueando una ceja, desbordaba ironía.

Asintió con la cabeza.

- aunque debería decir “¿buenas?”...no tienes buen aspecto- suspiró, cruzándose de brazos.

- lo siento- susurró tratando de parecer inexpresiva.

- por qué…- sonrió con sarcasmo- por tener mal aspecto o por haber faltado sin aviso cuando sólo quedan un par de semanas para la presentación…

Su estómago se retorció, sabía que no valía la pena responder.

- creí que no volverías a aparecer.

-…estuve enferma…

- eso parece, pero no hay excusas, sólo pedí que usaras un poco de tu energía en esto, un poco…aunque…si no te sientes capaz, ya sabes que hacer.

Abrió más los ojos y apretó los dientes.

- de todas formas ya hay un par de personas que pueden hacer tu solo.

Quiso responder, pero el nudo en la garganta se lo impidió.

Comenzó a repasar la partitura en su mente, por suerte no había olvidado nada, aunque al tomar la flauta sus dedos se negaron a funcionar con normalidad. Intentó tocar, hacer su mejor esfuerzo, pero el dolor en sus articulaciones, los calambres le impidieron disfrutarlo.

Al cabo de unos minutos, se detuvo, frustrada. Hasta hace poco tenía demasiada ilusión en sorprender a Jun y demostrar a Anne su talento, ahora parecía no valer la pena tanto esfuerzo.

Miró a los demás, tan entusiastas y animados que sintió envidia.

Antes que la clase terminara y que todos sus compañeros se fueran, Jun volvió a acercársele.

-…Tal vez seas buena- murmuró roncamente- pero si en algún momento esto deja de parecer un pasatiempo y se transforma en una tortura deberías replanteártelo.

Apretó los labios y suspiró, hubiese querido disculparse, aunque sabía que esas palabras sólo lograrían irritarlo más.

- lo digo, claro, porque esa es la expresión que tienes ahora.

Lo vio marcharse y no fue capaz de parpadear, ya que sus ojos se habían inundado de lágrimas. Suspiró pesadamente sintiendo como si su corazón se hubiese endurecido un poco más, le dolió saber que se había convertido también en una decepción para él, tal vez sin posibilidad de remediarlo…¿pero no era su culpa…verdad?...

Guardando su flauta se preguntó si en realidad seguiría soñando, odiaba a todos y más a sí misma, por ser tan ilusa, y tan egoísta. Hubiese querido encerrarse en su habitación a dormir y no salir jamás, así no tendría que interactuar con nadie en mucho tiempo.

A través de la ventaba el sol desaparecía en el atardecer cuando oyó pasos a sus espaldas. Rápidamente se pasó la manga del chaleco por los ojos e intentó aclararse la garganta.

- Hola- musitó la voz de Naoki, venía junto a Hero. Ella inclinó la cabeza- No nos habíamos visto- sonrió, dejando su bajo de lado.

- ya tengo que irme.

- ¿no quieres quedarte a vernos?

- lo siento, tengo cosas que hacer- volvió a inclinar la cabeza con la intención de salir, pero justo en ese momento Umi la interrumpió.

- Sabía que estarías aquí- sonrió, causándole cierto alivio- ¿Tienes prisa?

Desvió la mirada, debía disimular.

- Keiji me dijo que el otro día habían hablado.

- ya estoy bien- respondió, casi en un susurro.

- claro- volvió a sonreír- esa es la respuesta para los “no-amigos”. ¿Me acompañas a la biblioteca?

La examinó con la mirada y prefirió asentir, después de todo su compañía seguía siendo demasiado valiosa.

-…Keiji…

- no, él no me ha dicho nada- la interrumpió entrando al edificio- pero sé que está algo preocupado…

- estoy bien.

- pero luces cansada.

- he estado pensando en algunas cosas- ambas tomaron asiento lejos de los demás alumnos- desearía dejar de hacerlo…pero no puedo.

- si te refieres al asunto de tu familia creo que ya les has dado demasiadas vueltas- pareció apenada- no tiene remedio…y lo sabes Hotaru.

Levantó la vista, suspirando por la nariz. Quiso confesar que ahora todo iba más allá de eso, pero cómo podría decirle que se sentía hastiada y deprimida de sí misma, seguro desde su perspectiva no tendría ningún sentido

- Como he dicho antes, sólo deberías dejar que las cosas sigan su curso.

- …no lo sé- balbuceó.

Ahora fue Umi quien pareció pensativa. A sus ojos lucía tan decidida y madura que le hacía sentir un poco de envidia, de seguro para ella sólo era una niña fastidiosa.

-…¿Ya sabes lo que harás después del instituto? - murmuró tras algunos minutos.

- ¿es eso lo que te preocupa?

-…no lo sé.

-…bueno, lo he pensado un poco, pero no estoy segura, sólo sé que no quiero tener un trabajo de oficina- sonrió.

Tragó saliva, sintiendo que se le apretaba la garganta.

- hay cosas que son mejor no pensarlas- murmuró- no vale la pena desperdiciar energías si sabes que algo no tiene solución.




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