Ligera y agridulce

El día en que dejaste de fingir: Capítulo 35

Despertó de sobresalto y con el corazón latiéndole rápido, tuvo dificultad para enfocar hasta que sus ojos se hubieron acostumbrado a la luz de la habitación. Se quedó mirando el pálido techo rosa los siguientes minutos, su cama estaba tan cálida y reconfortante que se habría quedado en la misma posición el día entero, pero tenía los labios y garganta demasiado secos como para seguir respirando con normalidad.

Bebió un par de sorbos de agua y se miró en el espejo del baño, sus párpados estaban inflamados y los círculos violáceos alrededor de sus ojos habían aumentado de tamaño, aun así no le pareció que fuera una mala imagen, lo único que la incomodó fue volver a ver cabellos alrededor del lavamanos.

Al no oír ningún ruido en el primer piso bajó con sigilo, la casa estaba vacía. Una nota en el refrigerador escrita por Anne indicaba que había dejado algo comida, probablemente había ido a almorzar algo delicioso junto a Seichiro y su hijo. Debía alegrarse que no hicieran el intento de invitarla, pero en el fondo de su corazón tuvo el sentimiento contrario…

Todo estaba tan silencioso que el sonido de las manecillas del reloj la sacaron de sus pensamientos, marcaba casi las cuatro de la tarde, sí que había dormido, aunque en su mundo era como si sólo hubiese descansado un par de horas.

Al otro lado de la ventana el césped y los árboles tenían un casi traslúcido manto blanco, así que había nevado, la primera nevada de la temporada, antes se habría sentido emocionada, ahora sólo agradeció no tener que estar afuera sintiendo frío.

Volvió a su habitación con un vaso de jugo de naranja y se metió en la cama, la batería de su celular estaba a punto de acabarse, aun así lo tomó para revisarlo. Tenía un correo del día anterior, un mensaje de la profesora de física, con copia a su madre, detallando otra vez la situación sobre sus notas, debió haber previsto que Anne iba a enfurecerse, claro, si lo hubiera leído a tiempo. El resto de los mensajes eran de los profesores de otros ramos recordando la entrega de algunos trabajos antes de las vacaciones de invierno, y una invitación al concierto de navidad por parte de la orquesta del instituto a cargo del profesor de música Jun Ishihara.

Se quedó viendo el folleto siendo inundada por frustración y tristeza, tal vez habría hecho una buena interpretación. Pensar en Jun hacía que se le encogiera el corazón…Abrió un nuevo mensaje y después de titubear logro redactar un penoso mensaje…

“Sólo quiero disculparme por no poder estar a la altura de tus exigencias…quise dar lo mejor, especialmente cuando tus palabras intentaron animarme, creo que nunca podré olvidar esa confianza que me hiciste sentir. No quiero ser una carga para nadie por eso permíteme volver si en algún momento estoy lista otra vez...Gracias”.

Continuó dudando, hace mucho que no era sincera con nadie, incluso sonaba un poco humillante…pero él era una de las pocas personas por la cual sentía algo de admiración y respeto.

Apretó el botón para enviar y suspiró con el corazón acelerado. Vio como el celular se apagaba y lo dejó de lado volviendo a refugiarse bajo las sábanas, al menos ahí nadie podía si quiera presentir como se sentía.

La voz de su madre al otro lado de la puerta la sacó de sus pensamientos cuando ya había oscurecido. Indicó que entraría, y no alcanzó a asentir cuando ya estaba dentro.

- ¡Hotaru, todavía estás en pijamas!- murmuró desconcertada.

Se incorporó con dificultad en la cama.

- ¿estás enferma?

- estoy bien- la miró de reojos antes que se acercara.

-…bien…baja a cenar, haremos una parillada.

Ahora la sorprendida fue ella.

-…no…tengo hambre.

- ¿esperas que crea eso? No has comido nada en todo el día- respondió más severa- date una ducha y bajas.

Suspiró al verla cerrar la puerta

No tenía demasiadas opciones así que antes de ir al primer piso se vistió con un sinfín de capas incluyendo sweater, falda, calzas y calcetines de lana.

Al verla Anne le sirvió una taza de té caliente.

- ¿Tienes frío?- la miró de reojos dado su peculiar atuendo.

- afuera está nevando.

- solo un poco- interrumpió Seichiro con su típica sonrisa, cargando la parrilla eléctrica.

- Cuando Hotaru era pequeña amaba jugar en la nieve, pero siempre era tan descuidada, una vez olvidó cambiarse y enfermó tanto que tuvimos que ir al hospital ¿Lo recuerdas? por suerte siempre ha sido muy saludable y no tuve que dejarla internada.

- ¿Nunca has estado hospitalizada?- se sorprendió él.

-no- respondió sin demasiado interés.

Picando las verduras Anne pidió ayuda con la carne. Acercándose miró las bandejas con curiosidad, si bien era carne de muy buena calidad, el aroma le hizo sentir nauseas. Con mucho cuidado las ordenó en los platos y arregló la mesa.

Antes de que se sentaran Tomoki apareció desde la puerta de entrada, los saludó con su adorable sonrisa, haciéndola sentir un poco avergonzada.

- Traje el postre- musitó dejando una bolsa de Starbucks sobre la mesa de la cocina.

Sentándose junto a su madre dejó que todos se sirvieran antes de hacerlo ella, el día de ayer había comido pizza, ¿y ahora esto? Tomó un poco de verduras y comió muy lentamente hasta que la mirada fulminante de Anne le obligó a servirse un trozo de carne. Masticó tan despacio que la comida se trasformó en una especie de puré insípido dentro de su boca, el corazón le latía rápido y los segundos parecieron detenerse, con la ayuda de un vaso de té logró deglutir, tanto la bola carne como la angustia no tardaron en llegar hasta su estómago. Sin duda había sido una tortura.

Los demás comían tan felices que le pareció una burla.

Anne le sirvió otro trozo mientras continuaban la conversación sobre los entrenamientos del equipo de básquetbol de Tomoki y su trabajo de medio tiempo.

-…Aún así quiero que te enfoques en tus estudios- intervino Seichiro.




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