Aun en vacaciones su madre, Seichiro y Tomoki continuaron trabajando, al menos así pudo tener la casa sola. Ella cuenta se levantaba hasta tarde, ya que a pesar de la calefacción sentía demasiado frío. En esos días Keiji le habló un par de veces preguntando cómo estaba, de Umi no había sabido nada.
Esa mañana Anne la obligó a salir de la cama con la excusa de hacer el último orden antes de año nuevo.
- Quisiera que todo esté perfecto ante que vuelva Seichiro- sonrió al verla en el primer piso, ella, viéndola de reojos suspiró, jamás se había esforzado tanto para ese día, normalmente le pedía encargarse de todo y sólo llegaba a cenar.
- preferiría no entrometerme- murmuró con mucho menos entusiasmo.
- ¡claro que no! Esta también es tu casa. Encárgate de la sala y el comedor, yo haré el resto.
Se bebió un vaso de té, aliviándose que no hiciera reparos en que no hubiese desayunado.
Sacudió cada uno de los libros de la colección de cuentos infantiles de la madre de Tomoki, continuaban llamando su atención, aunque hasta ahora no se había atrevido a leer alguno. Con cierto recelo también limpió los lomos de los libros de arquitectura de Seichiro. En un rincón continuaba la fotografía de aquella mujer sonriendo de una forma naturalmente amable, quizás podrían haber tenido una de su padre, claro, si de verdad estuviera muerto. Al otro lado del ventanal, el césped del patio trasero estaba cubierto con una fina capa de escharcha, el frío vidrio con solo tocarlo logro que sus largos y huesudos dedos se sintieran congelados.
Al acabar repasó con la vista cada detalle, era un rincón bastante acogedor, de no ser porque la casa pertenecía a Seichiro lo habría escogido como su lugar favorito.
- No ha sido tanto trabajo ¿verdad?- musitó su madre- me gusta mucho este lugar, es un buen espacio para tener invitados.
-…pero nunca viene nadie- murmuró con su tono sombrío.
- supongo que algún día los tendremos- sonrió resignada- En fin ¿quieres que prepare algo de comer?
La miró de reojos y se encogió de hombros.
-…estaré arriba.
Por fortuna Anne ya había entendido que odiaba que entrara en su habitación, por lo mismo tenía demasiado que ordenar, no lo había hecho hace semanas, sólo dejando en un rincón la ropa recién lavada, en otro sus libros, y así con cada conjunto.
Como ahora acostumbraba a usar muchas capas de ropa tardó un meter cada cosa en el armario, al fin comprendía por qué Miu tenía en el suyo tantas prendas, ser delgada además le permitía usar casi cualquier cosa. Dejó sus libros y cuadernos de apuntes en los cajones del escritorio, en un rincón descansaba ese diario de cuando aún estaba en secundaria. Lo hojeó con curiosidad y leyó avergonzada esa parte donde había descrito las características de su chico ideal…“delgado, tez clara, cabello oscuro, introvertido, amable”…Tal vez tenía cierta relación con Ryo, pensó sintiéndose un poco tonta, ciertamente una persona con esas características no se hubiese fijado en ella. Ya era momento de comprar un nuevo diario y ponerse metas un poco más realistas.
- Has hecho un buen trabajo- se asomó Anne desconcertándola. Traía en sus manos una tela estampada en tonos coral- Encontré esta yukata ¿la recuerdas? De cuando era más joven- sonrió- aunque creo que ahora te quedaría mejor a ti.
Dejando de lado su diario la observó en silencio.
- …creo que deberías guardarla, no me sienta bien ese tipo de ropa.
-¡claro que no! Sé que te verías muy guapa- sonrió mientras ella suspiraba bajando la mirada- bien, bien, no te enfades.
Cuando ya había oscurecido un animado Tomoki se asomó a la cocina a penas llegar. Su sola presencia le respingó la espalda. Con todo listo para cenar mencionó que se encargaría de ordenar la mesa, aunque clero, ella ya se estaba encargando de eso.
- Entonces iré a cambiarme.
Lo sintieron subir al segundo piso y suspiró con la mandíbula apretada.
- Es muy amable, creo que para él eres alguien de la familia, también deberías intentar ser más amable- sonrió complacida.
-…no es mi familia – bufó casi con un susurro.
A penas Seichiro llegó su madre sirvió la cena y con un tinte animado hablaron sobre las sorpresas que les había dado el año, dieron las gracias, en especial por estar juntos, ella, un poco hastiada se mantuvo al margen.
- ¿No vas a agradecer también?- Seichiro le dirigió la mirada, haciéndola levantar los ojos del plato en el cual había simulado mantenerse concentrada.
-…no lo sé- murmuró pensativa, todos mantenían su atención en ella. Era ese tipo de momentos en que el tiempo se detenía y la hacían querer desaparecer, o quebrar la tención con algo inesperado-…Supongo que…agradezco saber que papá no está muerto- musitó sabiendo que su frase era como clavar un agudo aguijón en el pecho de su madre.
Anne pestañeó un par de veces y desvió la mirada, Tomoki y su padre sonrieron incómodos, ella pensó que les había dado una lección para enseñarles a no entrometerse en sus pensamientos.
Vieron los fuegos artificiales desde el segundo piso y cuando sólo habían pasado unos minutos desde la media noche se despidió encerrándose en su habitación.
¿De verdad esperaban que agradeciera por algo? Se metió al baño donde apenas prender la luz su imagen en el espejo le pareció molesta. Era tan fea y su mal humor también se reflejaba en su rostro ¿acaso debía agradecer por eso? Llevándose los dedos atrás del paladar vomitó lo poco que había comido, sólo hubiese deseado volver en el tiempo unos cuantos años.
A la mañana siguiente, cerca del mediodía su madre la sorprendió tocando su puerta, para variar había despertado muy temprano, pero su cama era el mejor refugio.
-Hotaru ¿aún no te has arreglado?
-...creo que no me siento muy bien- mintió incorporándose.
- iremos al templo, creí que…
-mamá por favor- la interrumpió.
-¿estás segura? Vamos a divertirnos.
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Editado: 29.11.2024