-¡Ya no te acerques!
La miró confundida, ella se alejó a paso rápido.
-¡oye mamá!- intentó correr - ¿qué querías decirme?- exclamó con esfuerzo, pero su madre la miraba con resentimiento.
-has sido tan desconsiderada...- su voz sonaba ronca- ya todos saben lo egoísta y caprichosa que eres.
Una sensación de vacío bajo su estómago comenzaba a consumirla.
-…pero...
-¿creíste que podría tolerarte por siempre?
-...mamá...
Su expresión, tan sombría como nunca antes, la atemorizó.
-no vuelvas...a llamarme así…No soy madre de...algo como tú.
Miró sus manos huesudas, frías y oscuras, una piel dura y agrietada, como una anciana, como si sin darse cuenta antes se hubiese transformado en un cadáver. Anne volvía a alejarse. Quiso correr, pero sus frágiles piernas no le permitieron más que avanzar un par de pasos. Intentó gritar, pero ya no tenía voz para llamarla. El aire a su alrededor se iba haciendo denso, sus oídos se fueron apagando. Debía ir tras ella, pero su cuerpo le pareció petrificado.
Vio como a la distancia se reunía con otra chica, sonreían juntas. Con lágrimas en las mejillas intentó llamarla, implorando en vano que no la abandonara.
“¡¡Mamá!!...por favor...”
Un llanto inconsolable le impidió respirar, la sensación de ahogo le oprimió el pecho...a una velocidad sobrenatural comenzaba a caer en el vacío, suplicó con desesperación...
-No eres...mi Hotaru…
Un ligero suspiro, presión sobre su pecho. Aroma a medicamentos y químicos de limpieza, similar a cómo olía Anne, pero no pudo sentir su presencia. Dolor en cada uno de sus músculos al tratar de ser consciente de su cuerpo. Pasos a lo lejos encendieron sus oídos, el ambiente estaba cálido, pero ya no sintió arder sus mejillas, aunque sí una presión en ambos pómulos y frío en su nariz a causa de la mascarilla de oxígeno. Entreabrió los ojos con dificultad, tenía los párpados pesados y las pestañas húmedas. Cuando logró enfocar, con dificultad, pudo ver el blanco y borroso cielo indicando que ya no estaba en su habitación, una pálida cortina alrededor de su cama la aislaba del mundo. Intentó llevarse una mano a la cara, pero solo sintió el dolor del tirón generado por la vía venosa que tenía conectada. Quiso evocar su último recuerdo, pero en su mente sólo se reflejó su propia mirada y la frase de Anne diciéndole que no era su hija.
Despegó sus labios acartonados.
-...Mamá...- susurró con dificultad, e intentó recordar, pero su memoria estaba nublada. Aun sin energías suficientes volvió a quedarse dormida.
No supo cuánto tiempo pasó entre ese instante y el momento en que volvió a estar consciente, ahora una joven de uniforme blanco se encontraba acompañándola.
-¿Estás bien?- murmuró con una voz suave- la doctora ha indicado disminuir la sedación- ¿te duele algo?
Estaba somnolienta, el cuerpo le dolía en cada fibra, tenía la garganta seca, de ninguna forma tendría las fuerzas para responder a todo eso, sólo negó con la cabeza.
-…mamá- susurró.
-tu madre se ha ido…
¿Irse? ¿A dónde? La angustia le comprimió el pecho.
-...pero le diré que estás despierta.
Se quedó viendo la pared, letárgica, por alguna razón no podía pensar en nada. El intenso dolor le impidió hacer algún esfuerzo de incorporarse.
En poco rato la figura de Anne se asomó silenciosa desde el otro lado de la cortina. Le dirigió una fría mirada, en silencio, inexpresiva, como si aún estuviese ahí dormida, como si no fuera su hija si no una paciente cualquiera que acababa de conocer.
Desvió la cabeza al lado contrario pensando otra vez en su sueño...“No eres mi Hotaru”...¿de verdad era lo que pensaba? A pesar del oxígeno no pudo respirar con normalidad. Cerró los ojos dejando que las lágrimas mojaran su cara.
Había perdido por completo la noción del tiempo, sólo gracias el pequeño pedazo de cielo que alcanzaba a divisar por la ventana supo que era de día. Por suerte en poco tiempo la enfermera volvió a entrar en la sala y junto a su madre se alejó murmurando hacia un rincón, no volvió a verlas.
Cuando volvió a abrir los ojos, otra mujer, un poco mayor, se acercó y le controló los signos vitales.
-…Te desperté- murmuró mientras escribía, concentrada. No pudo más que dirigirle la mirada- los exámenes que tomamos esta mañana dicen que tu anemia ha disminuido, no quisiera tener que hacerte otra transfusión, aunque la doctora desea mantener los medicamentos endovenosos para la neumonía, así que tendré que seguir pinchándote, lo siento…tienes venas difíciles ¿lo sabías?
Se miró los brazos, ligeras equimosis en el pliegue de ambos, pero era mucho menos incómodo que el dolor generalizado en sus músculos. La vio moverse de un lado a otro y volver con un nuevo arsenal de medicamentos.
- Bien ¿necesitas algo?- musitó, ella negó lentamente con la cabeza, como si en todo el proceso también le hubiese sellados los labios- entonces nos veremos en la madrugada, apagaré la luz.
Se quedó viendo como el frío suero pasaba hacia su vena, helándole la sangre. Descubrió ahora que tenía los dedos tan acalambrados que los pudo mover con mucha dificultad. Suspiró intentando pensar en algo, pero en pocos minutos volvió a quedarse dormida.
Era de noche cuando volvió a casa, Seichiro ni Tomoki habían regresado de sus labores. Dejó caer todo su peso en el sillón de la sala y suspiró con el pecho apretado. Su Hotaru…era tan diferente a la chica que acaba de dejar en el hospital. La fotografía de Natsuko la miraba desde su posición en el altar con su sonrisa amable, Seichiro le había confesado que poco antes del accidente pasó mucho tiempo sumida en la depresión, aun así, por su expresión en la fotografía jamás se lo hubiese imaginado…
Con un paso cansado fue hasta el segundo piso y entró a su habitación, su refugio. Prendió la luz examinando el lugar con la mirada, todo en perfecto orden, limpio, pero el ambiente se sentía frío y lúgubre. Se sentó en la cama, donde aun quedaban algunos de sus cabellos, al ver la mancha de sangre en el cobertor un escalofrío le recorrió la espalda ¿cómo no había sido capaz de notarlo? O peor…lo sabía, pero no se sintió capaz de hacer algo.
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Editado: 29.11.2024