Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 3

Aunque se sabía aun sin panza, esa mañana le fue imposible abotonar sus pantalones.

- ¿No has pensado en interrumpirlo?- murmuró su hermana mayor luego de unos minutos de silencio- aun estás a tiempo- se encogió de hombros- sé que mamá te dejará volver si le dices que lo has perdido.

Anne levantó la mirada de su vaso de jugo, en silencio la analizó, para descubrir que no bromeaba.

- además si te la pasas deprimida ese bebé no traerá nada bueno.

Quiso volver a concentrarse en el trozo de pastel de chocolate que producto de las náuseas apenas había disfrutado. El ruido incesante de las personas en la cafetería y el aroma envolvente le generó dolor de cabeza.

Su hermana la acompañó hasta la estación de metro, donde debieron separarse. Sabía que su panza aun no estaba demasiado grande para pedir el asiento de embarazadas, pero le dolía un poco la espalda, además de los cambios de humor y los mareos ¿Alguien había dicho alguna vez cuan bello era estar embarazada?...¿Por qué razón querría traer un bebé al mundo sólo para arruinarse la vida?…

- No hablaremos de él como si fuera una persona ¿entendido? Aun si quiera es un feto- aseveró la doctora poniéndose los guantes.

Hubiese querido que en algún momento Hotaru dimensionara lo que su petición significaba, pero había criado a una niña sin empatía. Tantos años de sacrificio para cuidarla sin la ayuda de nadie, en quince años sin siquiera recibir una llamada de Kenji, y ahora a ella, en el peor de los momentos él era la única persona en quien pensaba.

De entre lo más oculto de sus pertenencias sacó aquel diario que incluso había pensado en deshacerse en la última mudanza, esa última conexión con los recuerdos del amor insensato que había sentido por Kenji, de una realidad que tanto se había esforzado en superar.

Aun contraria a lo que su mente le decía que era lo correcto a la mañana siguiente llegó al Hospital antes del amanecer. Saludó a las enfermeras que estaban de turno antes de acercarse a su cama, y manteniéndose inexpresiva, ante una Hotaru ya despierta sacó el diario de su cartera y lo dejó en sus manos, retirándose rápidamente.

Era un pequeño cuaderno forrado en terciopelo rojo que el paso del tiempo había vuelto pálido. Hotaru por su parte lo miró vacilante por varios minutos, y suspiró. deslizó con mucho cuidado la hebilla que hacía de seguro, las hojas amarillas estaban inundadas por la delicada caligrafía de Anne. En la primera hoja figuraba su nombre y una de fecha de mil novecientos noventa y algo.

El corazón le latió rápido al leer los primeros párrafos.

Para Anne el tiempo había transcurrido tan rápido como si hace poco hubiese estado estudiando para los exámenes de ingreso, ahora ya le quedaba poco para graduarse. Su vida no era más que clases, visitas al hospital y cenar en casa donde la esperaban sus padres, hija menor de una conservadora familia. Casi no tenía amigas, por lo que como sugerencia de uno de sus tutores había decidido inscribirse en clases de música.

-…Les presentaré a mi ayudante, probablemente su nuevo profesor en algunos años- dijo esa tarde el encargado dejando entrar al hombre que ya esperaba fuera del salón.

-soy Tanaka Kenji- musitó con una ligera reverencia - espero serles de ayuda.

Anne se quedó observando cuando el joven alto y de cabello oscuro se acercó a una de sus compañeras. Su sonrisa le pareció atractiva, pero lo que inmediatamente tuvo su atención fueron esos profundos y expresivos ojos oscuros.

-Aún tengo dificultad para leer algunas partituras- sonrió cuando al fin tuvo una excusa para hablarle.

Él se acercó a su atril y le explicó cómo diferenciar entre un do natural y un do bemol, y como debía hacerlos de manera correcta en la flauta.

Y aunque no era muy cercano a la mayoría de los alumnos, esa misma tarde le invitó al café de la esquina, aunque como era una chica ocupada, ella acabaría cediendo de milagro al cuarto intento. Para sorpresa de ambos, tenían bastantes cosas en común a pesar de la diferencia de edad.

Cada una de sus sutiles encuentros en la universidad, interesantes conversaciones sobre música y arte, y ayudantías personalizadas de música, despertaron en ella un interés especial. Kenji estaba consciente que siendo alumna de último año, era una joven responsable y aplicada, y sólo por acercársele podría costarle el puesto que acaba de conseguir.

Aún así paulatinamente ella aceptó subir a su humilde auto, ir a la galería de arte y tener citas sin compromiso, que en poco tiempo se fueron volviendo indispensables en la vida de ambos.

-Mis amigos darán un concierto de jazz- sonrió esa tarde entregándole un folleto donde se apuntaba el nombre del bar y la fecha del evento- ¿Estarás ocupada?

Anne miró el papel, pensativa. ¿No eran ya demasiado atrevimiento los encuentros fuera de la universidad? ¿Qué pasaría si algún profesor se enteraba?...Pero si desaprovechaba esa oportunidad de acompañarlo en una de las cosas que lo apasionaba, se preguntó si seguiría pareciéndole igual de interesante.

Blue Notes Stella

Procuró buscar una vestimenta especial, siempre recatada, y aunque no acostumbraba a maquillarse demasiado decidió hacerlo para esa noche. Pasó por ella en su auto cerca de la estación de metro. Al parecer él también se había esforzado en lucir bien, más relajado que para ir a la universidad, vestía semiformal, aunque, secretamente, ante sus ojos Kenji podía verse atractivo con cualquier atuendo.

Personas de diferentes edades repletaban las mesas en torno al humo de sus cigarrillos, él ya había reservado una mesa privada. Tuvieron una, como era costumbre, estimulante conversación acompañados de una botella de espumante esperando la presentación de sus amigos.

Aunque no sabía mucho sobre el jazz Kenji procuró hacerle una pequeña reseña sobre cada canción, hasta que, para su sorpresa, fue su turno de adquirir protagonismo.




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