…¿Tienes la respuesta?
Parpadeó un par de veces para despabilar. El silencio del salón inundó sus oídos, el profesor lo regañó antes que incluso pudiese negar con la cabeza…pero no, no tenía importancia. Miró a Umi por sobre su hombro, quien pareció esforzarse en ignorarlo.
Momo le dio con un libro en la cabeza antes de salir al descanso, aludiendo a lo penoso de su estado. No sabía nada de Hotaru hace semanas y la única vez que se atrevió a preguntarle a Umi, ella respondió que de ser algo malo ya se habrían enterado, aún así no estaba tan seguro de sus palabras. Su teléfono seguía apagado desde entonces y nadie más que él parecía extrañarla.
Al volver a activar sus sentidos inmediatamente pudo reconocer el aroma de su habitación, placenteramente opuesto al del hospital, y agradeció la suavidad de sus sábanas. El techo rosa estaba ahí también confirmando que era cierto. Quiso pensar que había sido un sueño, pero al tocarse la nariz la sonda seguía en su posición. Suspiró intentando recordar el día anterior, las imágenes fueron difusas, al menos estaba en casa. Al intentar incorporarse los músculos de su espalda se tensaron y debió dejarse caer otra vez sobre la almohada. Con una mezcla de angustia y frustración volvió a cerrar los ojos, pero en poco rato la voz de Anne inundó el ambiente.
-…Lo haré…- fue lo último que escuchó antes de verla entrar. Dejó el celular a un lado del velador-…Estás despierta- musitó con una ligera sonrisa- ¿quieres ir al baño?- Ella tardó en negar con la cabeza- ¿te duele algo?
Su presencia fue sinónimo de alivio.
-…un poco…l-la cabezza- susurró sorprendiéndose de tener dificultad para controlar su lengua y que su propia voz sonara tan robótica.
Su madre le alcanzó el vaso de agua del cual bebió un par de sorbos en cámara lenta.
- es por el medicamento, pero te acostumbrarás- la ayudó a incorporarse.
Se sintió confundida, todo estaba tan silencioso que creyó que en cualquier momento podría sentir incluso el latir de su propio corazón…
- puedes seguir durmiendo si estás cansada- murmuró tras varios minutos.
-…N-no iremoss…al…cenntro de rehabilita…ción…
La vio bajar la mirada, tomó su mano.
- no te preocupes, me encargaré.
Pestañeó un par de veces…¿estoces ya estaba bien?
-…ayer di-dijiste…- la lengua le pesaba.
-…fue hace dos días- musitó, confundiéndola - has estado durmiendo- caminó hasta la ventana abriendo la cortina- es de día ¿lo ves? Afuera está nevando.
¿Dos días? Suspiró consternada, como si su cabeza quisiera explotar ¿Qué había pasado en los últimos días?
- descuida, de a poco podrás recordar, es por los medicamentos.
-…¿Estoy…enfermma?
Anne volvió a sentarse frente a ella y le acarició el cabello. Ella cerró los ojos sintiendo un escalofrío recorriéndole la espalda.
- no es momento de pensar en eso, intenta descansar- sonrió- yo me encargaré de todo. Y si necesitas algo estaré cerca.
Con un nudo en la garganta la siguió con la mirada hasta salir de la habitación.
Había logrado zafarse de Momo al encontrar a su novia, y ahora caminaba por los jardines ligeramente nevados con cierta nostalgia. La humedad del aire hizo que su nariz se enfriara, pero quería recordar a Hotaru, a pesar de todo quería pensar en ella.
Estuvo a punto de entrar en aquel jardín que ella tanto adoraba cuando una suave melodía logró devolverlo a la realidad. Aproximándose con una inocente esperanza, para en pocos segundos desilusionarse al descubrir que el sonido provenía de un violín. La chica que lo tocaba se detuvo al oír su suspiro y levantó los ojos con una mirada tan intimidante que lo hizo vacilar.
-Ah...no...¡no estaba espiando!- se excusó con una sonrisa nerviosa.
Ella ablandó un poco su expresión, si bien no era Hotaru, su rostro le causó cierto agrado.
-...¿es…estás en clases de música?- titubeó, ella asintió con la cabeza- ¡suena muy bien!
-…gracias- a pesar de su expresión su voz le pareció dulce.
- tengo una amiga que está en clases de música, se llama Hotaru.
-…lo siento…soy nueva.
- también viene a practicar a esta parte del instituto- insistió- es un lugar tranquilo.
Ella lo observó de reojos. Keiji ansiaba que volviera a tocar, pero al verla temer el violín en su estuche no tuvo la confianza de pedírselo.
- Lo siento- sonrió- estoy molestando.
Sin responder, probablemente hastiada, la chica volvió a dejarlo solo.
Anne durmiendo a su lado en una silla fue su primera imagen al despertar, lucía despeinada y con unas ojeras sólo comparables a las que había visto en su propio rostro la última vez. Se incorporó con dificultad, al más mínimo ruido su madre abrió los ojos.
- Buenas tardes- musitó con una leve sonrisa- ¿necesitas ir al baño?
-…estoy bien- Bajó las piernas de la cama, quedándose sentada sin estar segura si quería volver a sentir los calambres producto de intentar caminar.
- iré a calentar tu comida- se puso de pie, probablemente antes de querer averiguar si podría llegar al baño por su cuenta.
Apoyando los pies en el suelo se paró sintiendo sus piernas flaquear, un ligero mareo le revolvió la cabeza. Suspiró profundo antes de atreverse a dar un par de pasos, sus articulaciones también estaban oxidadas. Se tambaleó hasta la ventana. El patio trasero relucía con su manto blanco de nieve, el cielo le pareció mucho más claro desde la última vez que lo recordaba, todo seguía tan silencio que pareció estar soñando.
En pocos minutos Anne cargando una bandeja le impidió analizar el tenue reflejo de sus propios ojos que de forma misteriosa la observaban desde el otro lado.
- ¿Luce lindo verdad? ¿Quieres que te alcance una silla?
La humeante porción de papilla y el vaso de jugo de naranja le revolvieron el estómago. Anne se sentó frente a ella junto a la ventana y le acercó el vaso.
- Es un paisaje inspirador- musitó- no ha dejado de nevar en varios días.
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Editado: 29.11.2024