Procuró salir de la cama al menos durante un par de horas los días siguientes. Era difícil asumir tan drástica decisión de Anne después de años extrañando su presencia…significado de que al fin podía confiar en que sí estaba interesada en ella…y la amaba.
Su nueva rutina consistía hacer algunos ejercicios con la ayuda de Anne durante la mañana, y en la tarde ella la acompañarla en la cocina, procurando subir a su habitación antes que los demás regresaran. Sólo había logrado sentir sus voces un par de mañanas, y el hecho de que aquellos hombres que aun consideraba extraños la vieran en la penosa condición en la que se encontraba casi lograba paralizarla.
Esa tarde, tras varios días sin hacerlo, aceptó que Anne le prepara la tina para que pudiese darse un baño.
El único espejo disponible que tenía ahora en toda la casa, ya que Anne había quitado todos los que estuvieran a su alcance, reflejó los huesos de sus clavículas y costillas, prominentes como siempre, y sin atreverse a bajar la mirada hacia su abdomen se quitó la ropa interior, y antes que los cuestionamientos desagradables amenazaran con inundar su cabeza se metió en la tina. El calor del agua rodeando su cuerpo fue como recibir un reconfortante abrazo, después de mucho tiempo.
Cerrando los ojos decidió imaginar que seguía soñando, la verdad es que aún era una chica de secundaria, estaba en clases de cocina y esperaba ansiosa llegar a casa para enseñarle a su madre las nuevas recetas. El fin de semana saldría con alguna de sus compañeras al karaoke, tomarían bubble tea y se reirían de las chicas de preparatoria, que parecían pensar nada más que en compararse con las demás y competir por quien estaba más delgada.
Sonriendo sumergió la cara un par de veces ¿Qué es lo que hubiese querido la Hotaru de esa época? Todo era mejor antes de descubrir que en realidad tendría que fingir para encajar…y por sobre todo, descubrir que era una persona cobarde.
Con un poco de shampoo frotó su cabello sin notar que el pegamento del parche que sostenía la sonda en su lugar empezaba a aflojarse.
Con piel de los dedos comenzando a arrugarse se puso de pie cubriéndose con la bata de baño. Antes que su cabello le emparara la espalda se agachó para cubrirlo con una toalla, de manera repentina un tirón en la nariz y una presión en el estómago la obligó a toser estruendosamente hasta sentir unas nauseas que casi la hicieron vomitar. Se llevó la mano a la cara viendo en el espejo sangre en su nariz, y la sonda desplazada casi por completo.
- ¿Estás bien?- entró una apresurada Anne, descubriendo la escena.
Comenzó a llorar mientras le limpió la cara.
- ¿te hiciste daño?
Se tocó la nariz. Anne le secó el cabello mientras siguió mirando la sonda ahora en el lavamanos ¿Cómo iba a alimentarse ahora?
- ¿puedes volver a instalarla? - murmuró entre lágrimas.
Anne la analizó con evidente tristeza.
- lo siento- musitó acariciándole la cabeza- tendrás que alimentarte por tu cuenta.
El rugir de su estómago era indicio que se acercaba el horario de almuerzo. Y aunque Aki le ofreció compartir su porción de sopa instantánea, fue inundado por la nostalgia al ver que sus compañeras compartían un delicioso almuerzo casero.
Salió del salón con la excusa de ir al comedor, pero debido al clima estaba repleto. Así que sólo debió conformarse con un pan de yakisoba.
Caminó de vuelta tras un grupo de chicas que discutía respecto a quien era mejor en la cocina. Y ahora, sin ánimo de entrar en su salón se quedó en el pasillo con la esperanza de ver a Hotaru salir del suyo indicando que le había preparado algo delicioso.
Suspiraba dándolo el último mordisco a su pan cuando Ryo, tal vez al notar su deprimente semblante se apoyó en el borde de la ventana en la que él ya estaba sentado.
-…No está aquí…
Lo siguió con la mirada volviendo a suspirar.
- el profesor comentó que está enferma, pero no dio detalles.
Parpadeó un par de veces.
-…claro- bajó la mirada- gracias.
¿Enferma? ¿Sería algo grave? No tuvo ninguna razón además de su delgadez para darse alguna idea.
Observó desanimada como su madre ponía en la juguera unas cuantas verduras y suplementos que serían su cena. Se había mojado los labios con sorbos de jugo preguntándose si sería capaz de tragar todo eso.
Con una sonrisa Anne se acercó entregándole la cuchara. Ella se quedó examinando el humeante plato un buen rato con el abdomen apretado, hasta que le indicó que se enfriaría si no se apresuraba ¿Serían capaces de sentir algo sus papilas gustativas después de tantos días? Llevándose el primer sorbo a los labios apenas pudo distinguir un sabor casi amargo, en un segundo intento se quedó con la comida en la boca antes de atreverse a tragar. Inspiró profundo para luego sentir cada ínfimo movimiento de la papilla al pasar tras su garganta y bajar por su esófago, al punto de generarle nauseas, había sido como tragar una amarga babosa, al tercer sorbo su estómago se había anudado.
- No es necesario que lo hagas tan rápido.
-…sabe horrible- agonizó cubriéndose la boca- no lo soporto.
Su madre tomó la cuchara confirmando que estaba en lo cierto.
- Sólo intenta comer un poco más. Hablaré con Ritsuko para evaluar otras opciones.
Suspiró cabizbaja, ahora nauseosa y con la garganta apretada, probablemente si seguía comenzaría sudar en frío.
- lo siento…
Anne la rodeó con sus brazos.
-…está bien…descansa.
Se incorporó con dificultad y caminó hasta su lugar favorito de la casa. Al otro lado del ventanal ya casi había oscurecido, logrando volver a ver su silueta en el reflejo del vidrio. Una mezcla de frustración y temor la invadieron ante tan desagradable imagen, aunque ya no sabía si era porque había comido mucho o porque en algún momento había dejado de hacerlo.
- …¿Te sientes bien?
-…¿crees que soy fea?
Anne rio de inmediato.
#1612 en Joven Adulto
#10532 en Novela romántica
relaciones problematicas, romance +18, trastorno de la conducta alimentaria
Editado: 29.11.2024