Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 7

Su primera comida, luego de luchar para lograr tragar los batidos de Anne fue una especie de puré amarillo, casi insípido. Sin estar segura de querer adivinar si tenía sabor tragó la primera pequeña cucharada conteniendo la respiración.

- Come lo que puedas- murmuró Anne, notando que se había quedado mirando el plato sin mucho entusiasmo.

Probó otro par de cucharadas más antes que empezara a pesarle estómago, de acuerdo a las nuevas indicaciones de Ritsuko debía repetir eso tres veces al día, aunque ya le había parecido una tortura.

- Iré al baño- suspiró incorporándose tras casi media hora de silencio.

- ¿Antes puedes ayúdame con la cena?- musitó entregándole unas cuantas verduras. Ella la miró con suspicacia.

-…¿no confías en mi?

- no es eso- sonrió revolviendo el caldo- pero sé que necesitas ayuda.

Resignada dirigió su vista hacia el cuchillo y con extrema delicadeza comenzó picando la col.

- Si no nos damos prisa Tomoki logrará alcanzarnos- sonrió.

La miraba de vez en cuando, seguía sintiendo ligeros retorcijones en el estómago, Anne al menos parecía estar de su lado. Era tan reconfortantemente extraño poder compartir con ella a diario.

-…Sácalos del fuego- musitó cuando el chillido del temporizador indicando que había llegado a su final sonó.

Ella obediente cogió la espátula para meter los huevos en una fuente con hielo.

- ¿estás segura que se han cocinado bien?

- podríamos hacer una apuesta- rió confiada.

- ya quiero probar la sopa- suspiró acercándose a la olla- ¡cuando sea mayor aprenderé muchas recetas! Seguirás enseñándome ¿verdad?

- todas las que quieras- le acarició la cabeza.

Casí había olvidado esos días en que se había sentido tan protegida. Ahora volvía a disfrutar de su presencia, sin temer a ser regañada.

Dejando las cosas de lado no pudo contener un abrazo que dejó a su madre evidentemente sorprendida.

- No vuelvas a trabajar- susurró escondiendo la cabeza en su pecho, su aroma a la loción de cerezas y avellanas que usaba logró reconfortarla.

-…no lo haré- respondió con una voz más ronca correspondiendo su gesto.

Tal vez, poco a poco, volvía a ser su Hotaru.

-…Lamento no esperarte para cenar- murmuró Anne esa noche cuando vio a Seichiro entrar en la habitación.

Él le dirigió una fugaz mirada y murmuró con esa voz amable que siempre lograba reconfortarla.

- es mi culpa, creo que la reunión se extendió más de lo necesario- sentándose a su lado en la cama- pero la comida que preparaste para el almuerzo de hoy lo compensa todo.

Anne sonrió conmovida.

- admito que es extraño acostumbrarme a ser una mujer de casa- suspiró- aunque me alegra poder acompañar a Hotaru.

Y aunque normalmente Seichiro no emitía comentarios al respecto Anne sabía que de no ser por él esto no sería posible.

- sí estoy un poco cansada- volvió a suspirar, cubriéndose la boca para bostezar.

Él, aun con una expresión tranquila, se acercó, depositando un beso en su frente. Ella le quitó los anteojos y se inclinó para alcanzar sus labios.

Esa mañana, tal como lo había planeado Anne, debió salir un poco antes de la cama, no había usado nada más que pijamas durante semanas por lo que la noche anterior tardó en elegir un atuendo adecuado, por suerte no debió desayunar o su estómago no hubiese podido soportar alimento debido a los nervios. Anne le ayudó a acomodarse la bufanda, y dado que el frío exterior era en sus condiciones, peligroso, le indicó usar mascarilla. Agradeció además llevar varias capas de ropa.

Subieron a un taxi hasta el hospital, donde primero le tomaron muestras de sangre para los exámenes de rutina. Ritsuko la esperaba en su box de atención. Miró de reojos al par de pacientes que supuso la sucedían, al menos ninguna de ellas parecía tener un trastorno de alimentación, y se preguntó si de acuerdo a su apariencia podrían calificarla como una.

Comenzaba a disfrutar el aroma floral del área de espera cuando una luz parpadeante en la pantalla indicó su turno.

El temor casi paralizó sus sentidos al recordar la última vez que había estado en ese lugar, Ritsuko ansiaba volver a juzgarla, y rogó porque Anne esta vez estuviese de su lado.

La saludó con una leve sonrisa y tras interrogarla sobre sus hábitos y estado de ánimo le ordenó quedar en ropa interior. Las capas que llevaba quedaron ordenadas a un lado de la camilla. Se miró las piernas recordando que había olvidado quitarse los vellos, por suerte ella pareció no notarlo. Le controló la presión, auscultó, subió a la balanza, sin dejar que viera su peso, y en breve pudo volver a vestirse.

- Espero que la decisión de tu madre no haya sido tan errónea- aseveró revisando sus curvas antropométricas. Anne seguía sin inmutarse- además del multivitamínico y suplemento de minerales te dejaré este suplemento proteico, no te hará engordar- la miró de reojos- y junto con el antidepresivo deberás tomar un estabilizador del ánimo, cinco gotas en la mañana- releyó la receta – lo demás lo veremos con el resultado de los exámenes- ambas asintieron- Y quiero que conozcan a la doctora Inoue, ella es terapeuta experta en trastornos adaptativos de la adolescencia.

Antes que pudiesen escapar una joven de anteojos entró también al box. Se presentó como Mayumi Inoue dejándoles su tarjeta de contacto para que pudieran tomar una cita e iniciar sus sesiones.

De vuelta en casa se puso el pijama dejándose caer en la cama, la salida al mundo exterior, con tan diversos estímulos había logrado hacerle doler la cabeza. En pocos minutos Anne entró a la habitación y se sentó a su lado, acariciándole la cabeza.

-…en qué piensas.

- no fue el avance que hubieses tenido en una clínica, pero al menos hemos logrado algo…

La miró de reojos y suspiró desanimada.

-…Me esforzaré por ti- murmuró apretando los labios.

-…tienes que hacerlo por ti Hotaru- suspiró con una sonrisa.




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