Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 8

Los alumnos del salón de música salían a paso rápido, levantó la mirada de su celular, con nostalgia, consciente que esta vez no encontraría a Hotaru.

A pesar de la insistencia de Keiji se había negado en todas las ocasiones a hablarle, no era ella quien debía pedir disculpas, aunque muy dentro de su corazón confiaba en que no le hubiese sucedido algo grave.

- ¿Ya está desocupado? - murmuró Hiroki sacándola de sus pensamientos. Asintió con la cabeza, y lo siguió dentro del salón- Han dado las fechas para La batalla de bandas juveniles – musitó indicando el folleto en el celular.

- ¡Ya estamos listos! - exclamó Naoki atrás de ellos.

- dicen que este año subirá mucho el nivel de los participantes, así que tendremos que esforzarnos…

- no pasada nada- sonrió con su habitual confianza- el año pasado ya tuvimos muchas presentaciones, nada nuevo para nosotros.

- de todas formas, intentaré promocionarlos en sus redes sociales- musitó ella.

- ¿irás a tomarnos fotos también ese día?

Volvió a mirar el folleto, ahora pensativa.

-bueno…ese día acompañaré a mamá en su exposición de arreglos florales, haré lo que pueda.

- ¿de verdad? - suspiró Naoki desilusionado- ¿arreglos florales?

- descuida- sonrió Hero, apoyó una mano sobre su hombro, avergonzándola.

Despidiéndose de su novio caminó hasta las canchas de tenis masculinas, a pesar que ya casi oscurecía los chicos seguían entrenando. Saludó a un par de ellos, pero no pudo divisar a Keiji, e incluso no hubo respuesta a sus llamados. Pensó hastiada en que seguro estaría en algún lugar deprimido otra vez recordando a Hotaru, no tuvo más opción que buscarlo donde sabía que nadie más podría encontrarlo.

La puerta de madera crujió al abrirse y descendió el par de escalones de concreto hacia el jardín. Las ramas desnudas de los árboles daban un aspecto tenebroso, de entre los arbustos la sobresaltó Keiji cargando un par de macetas.

- Hola- sonrió limpiándose la tierra de las manos, ella se quedó interrogante.

-…te llamé…- respondió en un par de segundos.

-…ah, lo siento- indicó el celular junto a su sweater sobre la banca.

-…estás…

- este lugar necesita mantención- la interrumpió- así que conseguí unas tijeras de jardín, creo que con esto basta.

Recorrió el lugar con la vista, Keiji había dejado varios montones de maleza y ramitas secas desparramadas.

- aunque no esté Hotaru es un buen lugar para descansar.

Viéndolo volver a su trabajo, ella se sintió apenada. Dio un ligero suspiro y comenzó a reunir en un solo lugar los montones de maleza.

-…Creo que si le importáramos habría llamado.

-…creo que debe haber una justificación para eso- suspiró dejando de lado las tijeras.

Lo miró de reojos, ahora fastidiada.

-…¿aun tienes sentimientos por ella?

Keiji se quedó pensativo. Se lavó las manos y volvió a la banca para ponerse el sweater.

- …yo ya me había rendido incluso antes de saber lo que sentía…para mi ese no es un problema...

Volvió a mirarlo, ahora conmovida. No se atrevió a mencionar que era la persona más dulce que conocía.

- Bueno, ya está haciendo frío ¿quieres beber algo caliente?

Salieron del jardín y lo siguió en silencio en busca de una máquina expendedora. Keiji sacó para ella una lata de capuccino.

-…Eres una muy buena persona- suspiró.

Keiji la miró de reojos y rió.

- sólo es una lata de café.

Ella sonrió.

- Mi madre tendrá una exposición de arreglos florales, la estoy ayudando- le indicó un folleto en el celular- por si quieres ir.

- Claro…suena bien si deseas que te acompañe.

Esa mañana al salir de la ducha inspeccionó su cuerpo, un escalofrío atravesó su espalda al notar un pequeño bulto de grasa en la parte baja de su abdomen, los pechos le dolían debido al crecimiento, y podía jurar que sus clavículas eran menos notorias. Por indicación de Ritsuko estaba prohibido que conociera su actual peso, pero era evidente que había ganado ya algunos kilos.

Era consciente que debía evitar verse al espejo, pero si no lo hacía ¿cómo podría saber si ya estaba gorda?

Apretó la mandíbula ¿Por cuánto tiempo tendría que obligarse a seguir esa dieta? ¿A tener la imagen de esa Hotaru que tanto le desagradaba? ¿Podría volver a bajar después, cierto? Ahora que se había adecuado al efecto de los medicamentos su mente volvía a cuestionarla en todo lo que estuviese relacionado con el peso. Intentó tragar, pero sintió asco de su propia saliva. Un nudo en la garganta le impidió respirar con normalidad. Al cerrar los ojos las lágrimas marcaron un camino en sus mejillas. Se sentó en la cama y sin siquiera vestirse se dejó caer, ahora una mezcla de rabia y temor empapó su almohada.

- ¿No bajarás a hacer tus ejercicios?- oyó a su madre antes de entrar, quien se sorprendió de verla recostada sólo en ropa interior- ¿Estás bien?...-murmuró con evidente decepción.

Quedándose en silencio, sintió que le acariciaba el cabello.

- Dime qué pasa…

- estoy engordando- balbuceó entre dientes, Anne se quedó viéndola, probablemente consciente en que no valdría la pena gastar energías intentando convencerla de lo contrario-…no me gusta…no quiero volver a lucir así…Odio a la gente gorda.

-…entonces…compraremos ropa que pueda disimularlo- musitó.

- y por cuanto tiempo…-susurró con un hilo de voz, incorporándose- tendré que seguir haciéndolo.

-…tienes que dejar que tu cuerpo se recupere…

- pero de verdad…no me siento bien…

Anne por su parte la abrazó, dejando que continuara llorando sobre su pecho. Su llanto, más que capricho como siempre la había juzgado, ahora reflejaba sufrimiento. Comprendió lo difícil sería lograr recuperar los casi diez kilos que aun faltaban, sabía que esa imagen de sí misma iba más allá de la apariencia, tendría que ayudarla a recuperar esa confianza que no estaba segura cuándo había perdido.




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