Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 12

Esa mañana, incluso antes que Keiji volviera de su entrenamiento, Ryo recibió un mensaje de su amiga insistiendo en su invitación al departamento de Kouichi. Así que a pesar de ser fin de semana se levantó temprano.

-…Ahora que Kouichi trabaja en esa panadería han llegado muchas clientas jóvenes- musitó avergonzándolo.

- ¡no es cierto!

- bueno, fue lo que dijo una de sus compañeras.

Ryo lo miró de reojos y murmuró con sarcasmo.

- quién sabe si esté utilizando sus trucos de anfitrión- desconcertándolos a ambos.

Aunque quiso ayudar Kouichi no le permitió entrar en la cocina, aludiendo a que ahora era un invitado, por lo que se resignó acompañando a Yuuri preparando un pastel de queso esponjoso.

- Me alivia tanto que pueda llevar una vida tranquila- musitó con una sonrisa.

- ¿no ha tenido problemas con los estudios?

- nos reunimos a estudiar casi a diario, así me aseguro que pueda obtener buenas calificaciones.

-…suenas como una madre- se burló, Yuuri pareció procesar un mejor comentario.

-…sólo creo que estás celoso que tu hermano tenga una persona que se preocupe por él- respondió con una risita maliciosa, él la miró frunciendo el ceño.

-…es lo que prefiero.

- ¿estás seguro? - sonrió suspicaz- Julie y yo hablamos con frecuencia ¿no te intriga al menos saber de ella?

Apretando la mandíbula debió desviar la mirada, pero era consciente que su amiga insistiría a pesar de su negativa.

-…lamento repetirte que no me interesa- se incorporó con cierto fastidio- sólo espero que haya mejorado su nivel de japonés.

Se dirigió a la cocina, y en silencio ayudó a Kouichi con la mesa, ya tendría tiempo suficiente, a solas, para pensar si quería o no saber algo de ella.

Esa tarde había programado una alarma en el celular aun sabiendo que en ningún caso olvidaría llamarla. Así que cuando dieron las siete tomó su teléfono y marcó el extenso número de larga distancia. Ella tardó un poco más de lo habitual en responder.

- Lo siento- la voz aguda, casi nasal, de Julianna musitó al otro lado- estaba en clases, pero preferí escapar.

- está bien… ¿no quieres que te llame más tarde?

- descuida, sería demasiado tarde para ti, sabes que escucharte es un respiro entre todo lo que tengo que hacer.

-…también para mi- murmuró aliviado.

- ¿sabes? El día de ayer me inscribí a clases de cocina tradicional italiana ¡quiero aprender muchas cosas para cuando vengas en vacaciones!

Ryo se quedó pensativo, esta vez sin querer contradecir a sus locas ideas.

-…¿y vas a enseñarme?

- eso y muchas otras cosas- la oyó sonreír- además estoy intentando conocer nuevas personas, acá la gente es mucho más relajada, te agradará.

Volvió a suspirar.

-…claro.

- aunque tienes que aprender algunas cosas en italiano, yo te ayudaré con el resto.

Disfrutó escuchar cada una de sus ideas, celebrar lo grande que era su casa y lo bien que se había adaptado a su nueva escuela. Se oía tan feliz que hacía evidente que prefería estar allí que en cualquier otro lugar, aunque eso significara vivir alejados.

- ¿No tienes que volver a clases?- murmuró cuando ella al fin se había calmado.

- es cierto, van a regañarme- rio- y suena mucho peor si te regañan en italiano, por suerte aún me cuesta un poco entender algunas cosas.

- me alegra que estés esforzándote.

- ¡claro! …sabes que siempre intento dar lo mejor de mi.

Volvió a quedarse pensativo, sin duda era una de sus mejores cualidades.

-…¿hablamos otro día?

- la próxima vez yo te llamaré, lo haré apenas pueda- musitó- te extraño.

-…también yo.

- y también te escribiré- prometió- quiero que veas algunas fotos.

-…lo haré.

- bien ¡ti amo…ciao!

- ¡Creí que no llegarías a dormir!- exclamó Keiji al verlo en la habitación llevándose a Julianna de sus pensamientos. Ryo lo miró de reojos desde su cama- ¡trajiste panes! ¿quieres que compre algo de beber?

- ya cené…

- yo también, pero no puedo resistirme a un pan de chocolate- sonrió sacando uno de la bolsa- creo que a Momo le vendría bien uno de estos, dicen que es bueno comer dulces cuando estás deprimido.

- puedes llevarle uno…si quieres.

Keiji le devolvió una sonrisa.

- ¡Gracias!...Aunque estará en casa de sus padres el fin de semana. Sólo lo había visto deprimido la vez que perdió su puesto de titular- suspiró pensativo- bueno…supongo que ahora es diferente.

Lo vio meterse al baño, para salir en pijamas. Y aunque ya no tenía deseos de hablar, él insistió en continuar la conversación.

-…Tú…alguna vez… ¿Te han roto el corazón?- se sentó en su cama- lo he estado pensando…lo digo por Momo…

Ryo levantó la mirada, ambos conscientes que no tenían la confianza suficiente para hacerse ese tipo de preguntas.

- cuando terminaste con tu novia…- insistió.

De inmediato a sus pensamientos llegó la imagen de Julie, pero supuso que se refería a otra persona.

-…Miu…

- ¿no estabas desanimado?

- No- respondió inexpresivo. Y se puso los audífonos, dándole la espalda.

Keiji se encogió de hombros. Tendría que esperar más tiempo si quería hacer más preguntas incómodas.

Sin atreverse a responder las llamadas perdidas de hace algunos días, esa mañana despertando más temprano de lo que había deseado miró el celular sobre su velador y como en mucho tiempo, ingresó a sus redes sociales.

Con una mezcla de emoción y temor notó que tenía unas cuantas notificaciones, en su mayoría promociones de tiendas. Publicaciones de personas populares como Miu llenaron su pantalla principal, y comprobó que los perfiles de Umi y Keiji habían estado activos hace pocas horas. Pensó en la invitación a la exposición de arreglos florales, pero no hubo ningún indicio de que pudiese tratarse de ella, y por supuesto no tuvo el valor de hablarle.

El techo color rosa crema de su habitación se había vuelto curiosamente más interesante que la pantalla de su celular, pensativa volvió a apoyar la cabeza en la almohada con un ligero suspiro.




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