Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 15

Los ruidos de Tomoki y su padre en el pasillo iniciando sus labores lograron despertarla. Dio un par de vueltas en la cama rehusando levantarse, pero dentro de poco rugidos y movimientos casi imperceptibles dentro de su abdomen la molestaron, aun cuando insistía en seguir soñando una fuerte contracción la hizo doblarse sobre sí misma, y al incorporarse una extraña humedad llegó entre sus piernas. Levantó las sábanas descubriendo que, como en mucho tiempo, le había llegado el periodo.

Con una mezcla de rabia y frustración intentó salir de la cama y corrió al baño notando el desastre en sus sábanas. Sin percatarse de todo el ruido que estaba haciendo intentó cambiarlas.

- ¿Pasa algo?- la sorprendió Anne entrando a su habitación.

Avergonzada le indicó la humillante evidencia también en su pijama, y aunque ella continuara fastidiada su madre pareció satisfecha.

Juntas cambiaron las sábanas y le trajo un medicamento.

- Está bien si hoy no quieres levantarte – musitó Anne llevándole ahora el desayuno.

- debería suponer que no estoy enferma- suspiró- pero así me siento...

- bueno, el hecho de que tengas el periodo significa que estás menos enferma.

Se quedó viéndola pensativa y no supo si debía llorar o alegrarse.

- me quedaré en cama un rato más…aunque afuera hay sol, tal vez pueda continuar esta agonía en el sillón.

Anne arqueó una ceja y bromeó, pasándole una mano por el cabello.

- entonces avísame si quieres que te ayude a trasladar tu lecho de muerte al primer piso.

Pasado al medio día se abrigó con su atuendo de estar en casa y envuelta en un manta bajó para seguir acostada, ahora con vista al patio trasero. Su madre le sirvió un vaso de té y los medicamentos.

Para compensar todo el sufrimiento Anne preparó un almuerzo especial, sorprendiéndola al no ver en la mesa su plato con puré, sino un bol de arroz y pescado.

- ¿Vamos a comer lo mismo?

- sólo si quieres.

Tomó un sorbo de refresco y se quedó viendo como su madre daba el primer bocado, no había comido nada más que su puré y arroz en demasiado tiempo.

- No tiene ningún aderezo, si es lo que te preocupa.

Examinó el pescado como si fuera la primera vez que lo veía, y se lo llevó a la boca con sumo cuidado. La textura suave en su paladar fue como experimentar una explosión sabor, que en pocos segundos atrapó todos sus demás sentidos, tardó en reaccionar.

-…está…bueno.

- también hay soya.

Al verter sobre él unas gotitas el placer se intensificó. La sensación de los siguientes bocados fue indescriptible, ahora su cerebro le obligó a no detenerse.

- Está bien si no quieres comer más- dijo Anne ante su impresionante apetito, comentario que la devolvió a la realidad.

-…estoy bien-suspiró- está bueno.

Anne la miró fijo.

- bien, pero no comas tan rápido.

- ¿no puedo comer más?

Con una sensación extraña en la garganta y de vacío en el estómago, a pesar de todo lo que acababa de ingerir volvió a su sillón. ¿Cuántas calorías habrían sido? Se tocó la cara notando que sus mejillas ya no eran sólo piel y huesos. Los huesos de su muñeca también habían dejado de sobresalir, ahora con más esfuerzo lograba rodearla con sus dedos pulgar e índice, como hace un tiempo. En realidad, sí había comido mucho más que en todo el mes, aunque hoy no lo notara en unas semanas estaría gorda si continuaba haciéndolo...aunque por otro lado ¡la comida de Anne era tan buena!

Se tocó el abdomen debido a los cólicos del periodo, y debió ir al baño.

Tras lavarse las manos bebió un poco de agua y se miró en el espejo temiendo saber si ya no se gustaría. Una nueva contracción en la parte baja del abdomen la hizo retorcerse a tal punto de provocarle nauseas. Sus manos se volvieron frías, y sintió que todo lo que acababa de tragar subiría rápido hasta su boca, expulsándolo en cualquier momento…Sí…era esa maldita sensación otra vez. Un escalofrío le recorrió la espalda, su garganta comenzaba a lubricarse con una saliva que se obligó a tragar en vano. Intentando contenerse respiró profundo, pero al exhalar ahí estuvo de nuevo, casi sumergiendo la cabeza en el inodoro…

Con los ojos empapados, el abdomen adolorido y el pecho apretado se sentó sobre el inodoro. Al otro lado de la puerta al ver que no aparecía, su madre indicó que entraría.

- ¿Estás bien?

Y la vio temblar, respirando con dificultad.

-lo siento...- susurró incapaz de verla. De inmediato fue rodeada por sus brazos y lloró desconsolada, no por lo que se había hecho a sí misma, si no por que acababa de decepcionarla muy injustamente- Lo siento mucho – repitió entre lágrimas.

Anne por su parte le preparó un baño y viéndola tan débil le ayudó a quitarse la ropa, lucía además demasiado consternada incluso para sentir pudor.

El agua tibia fue de inmediato un buen calmante para su cabeza. Bajo el agua su cuerpo era ligero, y no podía notar sus defectos a través de ella. Hubiese preferido dormirse, pero su madre volvió pasándole una bata y una vez que se puso el pijama comenzó a secarle el pelo, bajó la cabeza avergonzada.

- Déjame mimarte un poco- musitó.

La miró a través del espejo notando que procuraba ser tan cuidadosa como cuando era niña. Esa tarde llevaba su brillante cabello castaño oscuro atado en una coleta, se había puesto un sutil maquillaje, le quedaba muy bien el color coral en los labios. Suspiró sin poder dejar de analizarla, si al menos fuera en algún sentido tan linda y amable como ella…

- Eres linda…eres buena y valiente- murmuró al cabo de un rato-…nunca entenderé por qué papá te dejó.

Anne se quedó pensativa ante tan repentina idea, y sonrió.

-…bueno…supongo que lo pensó mucho antes de hacerlo- suspiró- tal vez fue el camino más fácil para cumplir sus sueños…aunque nunca quise buscarlo para preguntárselo…sólo me bastó con saber que no me quería.

Apretó los labios sintiéndose apenada, no era justo en lo absoluto.




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