Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 16

“Espero que hayas disfrutado el almuerzo”

Miró con una sonrisa el mensaje de Yuuri, de seguro iba a regañarlo si mencionaba que no se había comido los porotos fermentados, los odiaba, aunque ella insistiera que eran excelente para su salud. Se encargaría de botarlos y lavar bien el recipiente antes de entregárselo.

Despidiéndose con una ligera sonrisa de los chicos con los que había estado hablando salió del instituto.

La encargada de la panadería lo recibió con una sonrisa, ciertamente había logrado con una rapidez impresionante ser de su agrado. Sus compañeras bromeaban en que actuaba demasiado amable y que era demasiado atractivo como para desagradar, efecto que también había provocado la llegada de nuevas clientas. En realidad era muy modesto para aceptarlo, y prefería disculparse ante tales comentarios.

- Llegaste más temprano- lo sorprendió una de ellas frente al casillero mientras terminaba de abotonarse la camisa.

- intento hacerlo lo más pronto que puedo- sonrió.

- ¡bien! Te esperaré para tomar un descanso- musitó con entusiasmo, él la miró por sobre su hombro.

-…claro.

Sus labores consistían en ayudar a armar los pedidos, hacer la ruta de repartos, y en ciertas ocasiones le habían permitido estar en la caja. Sus tres compañeras eran excelentes pasteleras de vocación, por lo que él apenas entraba en la cocina, pero se daban el tiempo para interactuar durante el descanso.

Con la habilidad que había adquirido envolvió los pastelillos en un paquete y entregó el siguiente pedido con una sonrisa, aunque sólo pudiese verle los ojos, la joven al otro lado de la vitrina asintió y se inclinó susurrando.

- ¿Podrías por unos segundos quitarte la mascarilla?

Desconcertado miró hacia la caja a la Sra. Yamazaki, quien hizo una señal de aprobación. Sin entender aun el objetivo de la petición se llevó la mascarilla hasta el mentón haciendo ahora que la niña sonriera complacida.

- Luces como uno de mis ídolos– musitó llevándose las manos a la cara, a él le fue inevitable ruborizarse- ¡seguiré viniendo aquí los días que estés de turno!

A pesar de su incomodidad la Sra. Yamazaki pareció complacida. Por suerte en breve pudo salir al descanso.

La salida trasera de la panadería daba a un callejón mucho menos concurrido. Respiró profundo con la vista en el cielo, llenándose los pulmones de un aire frío. En una fracción de segundos, una de sus compañeras, Sayaka, hizo chocar una lata de café caliente en su brazo.

- ¡Toda mi ropa huele a galletas!- exclamó.

- gracias- respondió recibiéndola. Ella apoyó la espalda en la pared donde él también descansaba.

- muero de hambre, ya quiero volver a casa.

La miró de reojos y se acercó a una máquina expendedora para obtener paquete de galletas saladas. Ella pareció complacida, y le sonrió marcando un par de adorables hoyuelos en sus mejillas. Se fijó también en los mechones ondulados que revoloteaban al final de su oscura coleta.

- Qué edad tienes…-musitó analizándolo.

Bebió un sorbo antes de responder.

- cumplí diecisiete…

- ¡cielos! Qué estaba pensando- rio- eres menor que todas nosotras- comió una siguiente galleta- aunque luces muy maduro.

Se sintió ruborizar.

-…ya…ya me lo habían dicho.

- pero bueno, en nuestro caso, sólo eres menor por un año- apoyó la cabeza, dado que era bastante más pequeña que él, junto a su brazo, sólo por ser amable a él le fue imposible pedir que se alejara.

En ese mismo lugar se despidió horas más tarde de sus compañeras, ante las risas de Megumi y Mizuki, Sayaka le lanzó un beso, que sólo simuló ignorar.

A menos de una cuadra en la avenida principal Yuuri, envuelta en su bufanda y protegida con una chaqueta de al menos el doble de su talla, lo esperaba sonriente.

-…Por qué no caminaste hasta la panadería- musitó en señal de saludo.

-…temo no ser tan sociable como tus compañeras- entornó los ojos. Él levantó las cejas y la rodeó con su brazo.

- estás helada- agregó haciendo que sus mejillas se chocaran.

- ¡démonos prisa!- suspiró ahora con una sonrisa.

Quitándose las zapatillas dejó la mochila en la sala, Yuuri se apresuró en coger su lonchera indicando que ya tenía lista su nueva porción de almuerzo. Y aunque quiso alcanzarla antes que pudiese abrirla ahí la tuvo una vez más reclamando por no haberse comido el natto. Obligándose a ignorar sus regaños sólo suspiró resignado.

-…suenas como mamá- murmuró cubriéndose la cara.

- le prometí a Tomoko que me encargaría de tu alimentación hasta que cumplas dieciocho.

Parpadeó un par de veces.

-...cuándo sucedió eso…

- ambas queremos tu bienestar.

Desvió la mirada hacia el techo, su actitud le pareció un poco absurda.

-…pero al menos…deja de ser tan mandona.

Ahora Yuuri lo analizó con el ceño fruncido. Tras un incómodo silencio, se quedó pensando.

-…¿De verdad crees que soy controladora?

- bu-bueno- titubeó al ver su penosa expresión- yo dije…no me refería eso.

- creí que te gustaba mi comida.

Desconcertado apretó la mandíbula, en ningún momento había dicho lo contrario. En silencio se dejó caer en el sillón ¿No estaba siendo demasiado dramática? No quiso imaginarse qué sucedería si admitía en su cara que en realidad a veces sí le parecía un poco controladora.

Algunas tardes de conversaciones con su madre y en parte con sus amigos, y aunque no sabía si estaba lista, Anne mencionó que en realidad nunca nadie podría a sentirse lo suficientemente listo para nada.

La noche previa preparó su mochila, y aunque Anne dejó el uniforme sobre la cama no fue capaz de probárselo. Cuando aun era temprano se despidió de Umi y se aseguró de haber programado la alarma en el celular a las seis cuarenta.

Aunque tenía varias horas para descansar le fue imposible dormirse sin ayuda de sus medicamentos. El techo rosado crema de su habitación se fue difuminando a medida que sentía el efecto, y cuando volvió a abrir los ojos descubrió por el brillo en su ventana que el día estaba soleado.




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