Ligera y agridulce

La velocidad de la luz: Capítulo 22

Menos concentrada en clases y en sus tareas al día siguiente se reunió con Umi en el descanso, quien trayendo de vuelta la caja vacía de bento que había dejado para Keiji no hizo mayor comentario, pero esta vez se esforzó en no darle mayor importancia, tal como había indicado Mayumi.

A penas las clases terminaron se dirigió al casillero, y con un nudo en el estómago, sacó la flauta de su padre. Gracias a la protección del estuche lucía impecable, pero al intentar tocar las llaves pusieron resistencia.

-…Al parecer necesita mantención- aseveró Jun.

- no la he usado en mucho tiempo.

- entonces comienza a hacerlo desde cero, ejercicios de motricidad, de respiración, ritmo...ya sabes…y tendrás que venir con más frecuencia.

-…claro.

- además quiero que leas sobre estos autores antes de ensayar las partituras- le entregó un listado de nombres extranjeros escrito a mano- el resto de tus compañeros ya lo hizo.

Asintió con suma obediencia queriendo mencionar cuán agradecida estaba por esta oportunidad, pero conociendo el estilo de Jun, sería mejor demostrarlo con hechos.

Tímidamente se despidió de las caras que aun recordaba, aunque su atención había estado en aquel grupo de nuevos alumnos que parecía esforzarse en cumplir las expectativas de Jun, sin duda algunos de ellos, a pesar de ser novatos, destacaban por su sonido y habilidad.

Aun no sabía si decirle a Anne respecto a las clases cuando esa tarde después de la cena su madre dejó sobre la mesa de la cocina un folleto de su panadería favorita, donde buscaban nuevos ayudantes. Suponiendo que solo se trataba de una indirecta, después de que días atrás le mencionara que Mayumi había sugerido realizar actividades extracurriculares.

Al cabo de varios días buscando y dejando textos de música de la biblioteca, en el horario de almuerzo le confesó a Umi que estaba intentando también practicar por su cuenta, actividad agotadora, pero satisfactoria. Umi sin sorprenderse la felicitó por haberse armado de valor, a su vez advirtiendo que no debía frustrarse ni sobre exigirse como antes había acostumbrado.

Esperó a que su amiga se cambiara el uniforme del equipo de tenis, con la promesa de ir s beber té helado como recompensa. En las canchas del equipo masculino notó de reojos al par que disputaba un concurrido partido. Umi se detuvo a su lado como si hubiese adivinado la nostálgica sensación de ver a su amigo. Decidieron quedarse aun cuando unas densas nubes habían oscurecido el cielo.

Por un lado Momo se mantenía firme, regresando con fuerza cada tiro que del otro lado Keiji devolvía tan enérgico y animado como de costumbre, otro de los chicos cantaba los puntos, casi parejos. Fueron varios minutos de gritos de sus admiradoras y comentarios de sus compañeros cuando comenzó a caer una suave llovizna. Algunos pocos se retiraron de inmediato, ella se protegió con la capucha de la chaqueta.

Tras algunos saltos de Keiji en la cancha mojada, y de los esfuerzos de Momo por perseguir sus tiros, evidentemente cansado, fue cuando resbaló en uno de los charcos perdiendo la oportunidad de devolver la pelota que le costó el último punto. Varios aplaudieron al ganador, Momo se dejó caer derrotado. Keiji sonrió divertido y cruzando sobre la malla le tendió su mano libre para ayudarlo a incorporarse, pero en venganza Momo, con su evidente mayor fuerza, lo jaló hacia él haciéndolo caer encima. Sólo al ver que ambos reían, las espectadoras también lo hicieron.

Incorporándose empapados, Hotaru pudo ver que su amigo levantaba la mirada hacia ellas, le hizo una señal de saludo y hubiese querido acercarse, pero antes de lograrlo una chica que estaba más cerca se llevó su completa atención.

De seguro al notar su decepción Umi la tomó del brazo, indicando que debían darse prisa si querían encontrar una mesa vacía en el café al que irían. Ella, incapaz de mencionar algo al respecto, se lamentó de no haber visto el rostro de la chica.

Por su parte Keiji se mantuvo con una sensación incómoda hasta que Hotaru estuvo fuera del alcance de su vista con uno de sus compañeros cubriéndolo con una toalla.

- Creo que deberías ir a cambiarte- oyó la voz de Aki.

Se pasó la toalla por la cabeza, despeinando sus ya revoltosos cabellos, Rin continuaba junto a ellos.

- gracias por venir- musitó con su habitual sonrisa.

-…claro- respondió ella en un tono casi imperceptible.

- Háblame cuando quieras- fue lo último que dijo, sin darse el tiempo para notar si quiera su reacción. Aun así Momo no dejó de molestarlo en el camerino, pero contrario a su objetivo acabó causándole una agradable sensación.

Llegó a la habitación con parte del uniforme húmedo, aun con una sonrisa, desconcertando a Ryo, que lo saludó sin hacer preguntas.

- El otro día Naoki mencionó que se había sorprendido al verte en la sala de música…Me pregunto si en algún momento será capaz de llamarte por tu nombre- rio Umi tomando lugar en una de las mesas en la cafetería- a veces creo que lo hace de manera intencional.

Ella la siguió, suspirando con una sonrisa.

- Ahora que te quedarás más tiempo en el instituto podrías acompañarme a los ensayos, y así ver a lo chicos- agregó complacida, ella levantó la mirada de su vaso, y cuando comprendió a lo que se refería se sintió avergonzar-…Por un momento llegué a pensar que él ya no te interesaba.

-…bueno- intentó esconder su expresión detrás de su bebida- él sólo sigue gustándome por su apariencia, creo que es- titubeó-…algo un poco superficial.

- seguro si te atrevieras a hablarle podrías saber si seguir pensando o no lo mismo.

Suspiró pensativa, y no fue capaz en varios minutos de dar un siguiente sorbo.

La zona de amistad, suspiraba Keiji con su vista en la pizarra, seguía meditándolo con la convicción de que Aki lo había dicho muy en serio, en mil años no se habría hecho consciente de ello por sí mismo. Al menos pensar en pasar el rato con Rin se estaba volviendo de algún modo placentero.




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