Desde el último encuentro con Keiji había acabado resignándose, y aunque en su pecho mantenía esa incómoda sensación, las clases de música y su esfuerzo por seguir los consejos de Mayumi fueron la distracción perfecta. Ahora que las tardes se hacían más largas y el clima se sentía más cálido, podía escapar a su jardín y meditar tranquila, o almorzar con Umi, o simplemente ponerse unos audífonos y tirarse en la banca a escuchar música, al menos seguía teniendo apetito.
Esa mañana analizando su imagen en el reflejo de su ventana fue inevitable concentrar su atención en el grosor de sus brazos. Viéndose de costado pellizcó la grasita sobrante, más abundante que la que había sentido en los últimos meses, un nudo en su estómago se formó al descubrir que ya no lucían finos ni elegantes.
Al sentir pasos fuera de su habitación, y lamentando haber visto su reflejo, se puso el uniforme, claramente Anne tenía razón cuando insistía en no devolverle el espejo, le apenó no poder aceptar lo que se suponía estaba bien para ella.
A penas bajar le sirvió el desayuno, por suerte era esa porción pequeña que le gustaba, de lo contrario, no hubiese podido si quiera tragar con normalidad.
- Recuerda tu cita de hoy con la con la doctora Akagi- murmuró entregándole su almuerzo.
-…sí- asintió tras unos segundos-…no lo olvido.
- ¿podrías darle el almuerzo a Tomoki?- sonrió- se fue temprano a las prácticas de basquetbol.
Debió asentir sin mucho entusiasmo.
Por suerte tenía el número de Tomoki y no fue necesario interactuar demasiado antes de entregárselo, estaba rodeado por sus compañeros, pero a penas verla corrió en su dirección. Agradeciendo con esa sonrisa confiada que lo caracterizaba le deseó suerte en su cita médica, actitud tras la cual a ella le fue inevitable avergonzarse.
El hecho que su madre llegara con una extrema puntualidad al hospital aumentó su ansiedad, y aunque intentó devolver una sonrisa al saludarse, supo de inmediato que Anne ya lo había notado.
-Pareces preocupada.
Asintió con la cabeza.
-…tengo demasiadas cosas en mente- suspiró sin intentar contenerse.
-no pasa nada- sonrió- todos tenemos muchas cosas en que pensar…lo importante es saber a cuáles poner atención.
Para ella era todo tan simple.
Después del chequeo que Ritsuko acostumbraba a hacerle se sentó en frente, ella apretó los labios antes que empezara a hablar.
- Bueno- se acomodó los anteojos- te has mantenido en un peso adecuado desde el último control, y aun si no quieres saberlo, tu índice de masa corporal actual es de 19,2.
Vio, por el rabillo del ojo, a Anne sonreírse de inmediato. El corazón le latió rápido.
- teniendo en cuenta también que los últimos exámenes están en sus rangos normales, debo felicitarlas. Personalmente jamás creí que podría lograrlo en casa, pero debo reconocer que han hecho un buen trabajo.
- …Entonces…¿No necesito seguir subiendo de peso?- no pudo contener su interrogante.
- debes mantener el peso actual, por supuesto- se apresuró en aclarar.
-claro…- su expresión fue como si acabara de tragar un dulce muy amargo.
-Ahora me gustaría hablar a solas con Hotaru- agregó.
Vio con ansiedad que firmaba uno del sin fin de papeles, Anne la esperaría afuera.
- Es tu epicrisis- agregó entregándosela. Ella estiró el brazo sin estar segura a lo que se refería- ya lo he hablado mucho con tu madre- reafirmó- te voy a dar el alta.
Apretó los dientes y tragó saliva, intentando digerir lo que acababa de oír.
- cómo te sientes…
¿Qué cómo se sentía? ¿Debía decir algo, estar feliz, dar las gracias? Una mezcla de tristeza y emoción la invadieron por completo. Entonces cuando creyó que podría sonreír, sus ojos se inundaron. Suspiró profundo y comenzó a llorar casi con desesperación. Se cubrió la cara con ambas manos esforzándose en esconder la infinidad de sentimientos que en su pecho ya estaban explotando, al mismo tiempo chillando, al mismo tiempo sollozando. El corazón y su cabeza desataron en su interior una guerra de sentimientos confusos que no supo cómo expresar, más que llorar.
Al cabo de unos cuantos minutos, Ritsuko, aún sin inmutarse, le ofreció un vaso de agua. Sorbeteó a duras penas, para luego limpiarse las lágrimas y la nariz con la manga del sweater.
- …Me…me duele el pecho- murmuró con un hilo de voz…
- está bien…es normal- suspiró con una ínfima sonrisa.
-…pero aun no soy lo suficientemente fuerte…aun me siento…confundida…
-…desde el punto de vista nutricional estás bien, pero por supuesto tienes que continuar tus sesiones con la doctora Inoue, y los medicamentos por al menos seis meses…Y puedes venir a verme cuando quieras- sonrió ante eso último…esa sonrisa que le quedaba mucho mejor que la expresión seria que acostumbraba.
Cuando Anne volvió a buscarla recibió los documentos y ya afuera del hospital la rodeo con sus brazos, quería seguir llorando, pero temía demasiado decepcionarla.
Camino a casa la tomó del brazo, y se mantuvo en silencio. Al fin en casa, en el baño del primer piso se miró con un inexplicable temor en el espejo y continuó llorando en silencio. No era la misma chica que había dejado atrás durante las últimas vacaciones de verano, no era la Hotaru que tanto le había desagradado ni tampoco esa chica esquelética que no paraba de señalarle sus defectos, pero no estaba segura si era a alguien a quien pudiese aceptar. Cómo iba a decirle a su madre que no estaba satisfecha con lo que veía después de todo su esfuerzo.
Cuando ya llevaba un tiempo en el baño, que para ella fue solo un parpadeo, sintió golpecitos en la puerta. Como no fue capaz de responder Anne indicó que entraría. Y aunque intentó limpiarse la cara su condición fue inevitable. Anne pasó su mano por el cabello y volvió a contenerla, ella apretó los dientes, y en silencio se aferró a su pecho. El corazón se le había roto y tenía miedo de ver la expresión de su madre.
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Editado: 05.05.2025