-Satsuki se alegrará de verte aquí- sonrió Satomi sirviéndole un vaso de refresco tras haber llevado la maleta a su habitación.
Cuando su padre volvió con la pequeña del colegio, lo saludó tímida, pero con una sonrisa que no intentó disimular.
-¿Estarás por muchos días?- se sentó a su lado en el sillón.
-...hasta el domingo- asintió él con seriedad, sin estar convencido aun si había sido la mejor idea pasar allí por tantos días.
-mmm...hoy es martes...entonces serán...-intentó calcular mirando sus dedos-...¿cinco días?- Él asintió con la cabeza- Hoy aprendimos a usar el ábaco ¿sabes usarlo?
-...si.
-las azules son los números peq...- quiso explicar, pero fue interrumpida por su madre, disculpándose de antemano por la probable charla sin fin que la niña iba a darle. Él asintió queriendo no parecer demasiado complaciente.
Luego de la cena subió a su habitación para ordenar lo poco que llevaba, era extraño y a la vez reconfortante saber que cada cosa seguía en su lugar después de los casi cuatro años de haber dejado el hogar. Incluso la fotografía familiar junto a Tomoko y Kouichi continuaba en el velador, recordó la ocasión con nostalgia.
A la mañana siguiente se despertó sin el ruido de la alarma y apenas terminar su desayuno se fue al patio trasero, la mascota de la casa se acercó de inmediato para olfatearlo. La cara de aquel pastor alemán le recordó al perro que había tenido cuando niño. Le acarició la cabeza, él extendió la pata, tal vez en señal de saludo.
- Satsuki llevará a pasear a Wanwan ¿puedes acompañarla?- le ordenó su padre.
Wanwan era un nombre demasiado ridículo para un perro tan imponente, pensó mientras buscaba la correa en esa caja del jardín donde identificada con su nombre estaban todas sus pertenencias.
-Es esta- se adelantó su hermana ahora peinada con ese par de coletas que Satomi le hacía a cada lado de la cabeza. La enganchó a su collar dejándolo salir al patio delantero, donde el perro comenzó a correr casi llevándose consigo su delgado brazo.
-...puedo llevarlo si quieres- Aseveró Ella le entregó la correa en silencio.
-...¿Sabes? Wanwan es mi mejor amigo- sonrió de pronto.
-...¿ah si...?
-¡yo le puse su nombre!- exclamó con orgullo, él no pudo evitar sonreír.
-...¿no prefieres tener un amigo humano?
- ¿tu mejor amigo sí es humano?- respondió con curiosidad, Ryo la miró de reojos, sin estar seguro como responder-…yo no tengo muchos amigos, los demás niños siempre dicen que soy rara.
Se sintió compasivo, seguro también había heredado el gen recesivo de no tener idea cómo sociabilizar, lástima que a su corta edad y siendo niña, iba a traerle muchos problemas.
-...eso es porque tal vez les parezcas inalcanzable- murmuró, dejando a Satsuki confundida.
Caminaron guiados por Wanwan hasta una plaza cercana. Antes de cruzar el semáforo, ella lo sorprendió tomando su mano.
-...Mamá...mamá dijo que debía tomar la mano de un adulto...cuando cruzara la calle- se excusó, intimidada ante su mirada.
En la plaza Ryo se encargó de Wanwan mientras ella solitaria jugó en la caja de arena, efectivamente ningún niño se le acercaba y tampoco ella lo hacía, aunque al menos parecía satisfecha. La vio subir al columpio, pero como sus pies apenas tocaban el suelo le fue imposible impulsarse. Aun por sobre su orgullo cedió ante el instinto de hermano mayor, que tan rápido le había florecido, y se apresuró para ayudarla a balancearse, hasta que ella le indicó que era su turno.
- ¿No prefieres ir a otro juego?
-por favor, déjame empujarte- insistió tirándolo del brazo.
-No- aseveró, por lo que Satsuki de inmediato se detuvo.
Al verla volver a sentarse en el columpio, cabizbaja, le fue inevitable sentirse compasivo, por lo que ahora se sentó en el columpio de al lado, balanceándose en silencio.
- ¿Entonces me dejarás empujarte?
-¿no crees que peso demasiado para ti?
-no importa, me esforzaré- sonrió, sintiéndola apoyar las manos en su espalda, donde con mucha dificultad logró impulsarlo.
- no te esfuerces demasiado.
Satsuki suspiró en silencio.
-...¿Cuándo eras pequeño Kouichi te empujaba en el columpio?
-...no…
-¿no eran amigos?
-...no.
-¿por qué?
-porque no…supongo…
-mmm...entonces…¿quieres ser mi amigo?- sonrió con entusiasmo, él se detuvo, sorprendido.
-...¿amigos?
-Aunque a veces estés enojado…la verdad sí me agradas – insistió quedándose en frente. La observó con detención, ella pareció hacer lo mismo-...tus ojos parecen enojados- agregó frunciendo el ceño- pero no estás enojado conmigo ¿verdad?
Desvió la mirada sintiéndose un poco avergonzado, sin duda era una niña muy suspicaz, y le agradaba.
Más allá Wanwan jugaba con niños más grandes en busca de una pelota, decidió que ya era tiempo de volver. Se puso de pie, Satsuki caminó en su misma dirección, ahora tomando su mano.
Aun en vacaciones Hotaru no pudo volver a cerrar los ojos después de cierto horario esa semana.
Anne le había dejado su batido nutritivo y las vitaminas sobre el mesón de la cocina. La vio salir del baño con el cabello húmedo, saludándola con una sonrisa, y le indicó también tomar una ducha. A pesar que Seichiro se encontrara fuera de la ciudad por un viaje de trabajo su madre insistió en ir al menos los tres a contemplar el florecimiento de los cerezos. Tras ayudarla a preparar sus almuerzos tomó uno de los libros de Natsuko y se fue a la terraza donde ya algunos de los arbustos tenían diminutos botones de flor, el clima estaba cálido y el aire se sentía fresco.
Apenas Tomoki estuvo en el primer piso Anne le pidió ayuda para cargar algunas cosas.
- Lo siento- musitó, excusándose – anoche me dormí muy tarde.
Hotaru inclinó la cabeza y se puso de pie, dejando el libro en su lugar, un poco avergonzada ante la mirada de Tomoki.
Sin duda Anne era la más entusiasta, para ella era motivo de nostalgia, ya que hace mucho que no pasaba un Hanami en compañía, como lo había deseado desde niña.
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Editado: 05.05.2025