Ligera y agridulce

Nada más de ti: Capítulo 4

La expresión incómoda en el rostro de su amigo seguía viniendo a su cabeza al recordar aquella escena, se había estado esforzando en evitarlo incluso en sus redes sociales, misión que al parecer él también hacía muy bien. Y como decía Mayumi, lo mejor era concentrar sus energías en asuntos propios.

Esa tarde, cansada, llegó directo a su habitación a encender el reproductor de música en el notebook y se cambió de ropa. El clima estaba más cálido, en poco tiempo podría volver a usar esos atuendos de primavera que tanto le gustaban, aunque no sabía cómo se sentiría si no le quedaban como esperaba, por suerte aun podía rodearse la muñeca con sus dedos índice y pulgar, un signo de una delgadez del cual casi de forma inconsciente se cercioraba a diario.

En el primer piso notó a Tomoki sentado en la alfombra de la sala frente a la televisión.

- Anne volverá más tarde- sonrió- creo que está en busca de un lugar donde ejercitarse.

No recordaba que en esos últimos años su madre estuviese interesada en algo así, al parecer ya no sólo bastaba con alimentarse bien.

- Dejó nuestra cena en la cocina…- respondió ella revisando la nevera, el reloj marcaba cerca de las seis.

-…¿no vas a cenar?

- …tal vez más tarde.

- claro…hay té en la cocina- indicó su vaso de Starbucks.

Fue por el suyo, seguía tibio, así que lo tomó junto a un platillo que contenía un par de pastelillos, volviendo a la sala. Le acercó una porción sin atreverse a sentarse, Tomoki escogió el pan de melón.

- Gracias por el té- murmuró aun con timidez, él volvía a sonreír. Desvió su atención hacia la televisión.

- Es un documental sobre civilizaciones antiguas que parecían tener contacto con vida extraterrestre- aclaró indicando la pantalla-…¿crees que sea real?

-…bueno- titubeó- es una teoría…interesante- y con el vaso entre las manos se sentó a su lado.

Se fijó en los mechones castaños que rodeaban su rostro, esos ojos grandes le daban cierta impresión inocente, agradable, y se descubrió deseando por primera vez seguir interactuando con él de forma voluntaria.

- ¿Qué tipo de deporte crees que elija Anne?- murmuró sacándola de sus pensamientos.

-…bueno…supongo que algo que no requiera demasiado esfuerzo- sonrió para sí misma-no nos vienen muy bien los deportes.

Tomoki pareció divertido.

- tampoco a nosotros, de hecho, creo que a papá aun le preocupa que pueda lesionarme con el basquetbol.

-…pero…ya estás en el equipo ¿verdad?

- como suplente - se encogió de hombros- supongo que es algo.

Lo miró de reojos, volvía a concentrarse en la televisión, dobló las piernas sobre su abdomen, dejando al descubierto enormes cicatrices bajo sus pantalones.

-…Creo que papá no debería preocuparse y agradecer que aun puedo caminar- se arremangó hasta la rodilla, donde con un rosado pálido las cicatrices se acentuaban.

Abrió los ojos sin poder disimular. Partió a la mitad el otro pan que quedaba sobre el plato y bebió un sorbo de té, conteniéndose de hacer algún comentario extraño.

- ¿Puedo comer el resto?

Estiró el brazo para acercarle el platillo, Tomoki lo cogió con una sonrisa que la hizo avergonzar.

Era su primer momento de voluntaria intimidad, una sensación agradable le obligó a seguir sonriendo.

Ryo acababa de colgar una llamada de casi media hora de regaños de Yuuri, quien sin esforzarse en entender su postura insistía en mencionar a Julianna, ¿Que si debía hablarle antes de verse? ¿Qué le hacía pensar que quería verla después de ni siquiera quedar como amigos? Sabía que temía que se quedara sólo como Kouichi, pero ciertamente él era mucho más fuerte que su hermano.

Se encontró con Naoki a la hora de la cena, quien de inmediato le hizo señas para que se sentara en su mesa, y aunque estaba rodeado de otras personas, decidió oponerse a las predicciones de su amiga, y le hizo caso. Sociabilizando de forma voluntaria, no hubiese estado a gusto de no ser porque Naoki alardeó tanto respecto a sus vacaciones en Corea que no fue necesario nada más que asentir.

Antes de volver a la habitación visitó el jardín de Shiro, y dado que no lo paseaba hace algunos días expectante el perro le ladró a penas notar su presencia, y a diferencia de otras veces Shiro caminó tranquilo a su lado oliendo cada arbusto y orinando el siguiente, pero no intentó escapar, como lo hubiese hecho Ryu, el perro policial que había cuidado de niño. Ryu había sido un regalo para una de esas solitarias navidades y como consejo de un amigo de su padre después de notar que no lograba sociabilizar, ese perro fue su primer amigo, descubriendo así que le agradaban mucho más los animales que las personas…Hasta que conoció a Julianna claro, ella era diferente a todas las personas que conocía, tan auténtica y diferente que nunca supo cómo clasificar. Amaba a ese perro y cuando murió a causa de una extraña enfermedad Julie llenó rápidamente ese vacío…Pero claro, nada hasta ahora había logrado llenar el vacío que le había dejado ella.

Shiro avanzaba un poco más allá en el camino aun sin alejarse demasiado, le hizo una señal y corrió de vuelta abalanzando las patas delanteras sobre él, casi desplomándolo con su peso, sin duda a ambos le hacían falta esas tardes de paseos.

Cuando volvió a su habitación notó que, aunque amaba la soledad, ya no se incomodaba con la particular compañía de Keiji, se avergonzó de descubrir que lo extrañaba, tal vez algún día contradiciendo las predicciones de Yuuri, podría decirle que sí tenía un amigo.

Con sus deberes en mente al menos casi no le quedaban espacios vacíos para pensar en situaciones desagradables, y si no fuera por Anne, hasta hubiese olvidado tomar sus medicamentos.

Esa mañana, tras despedirse de Tomoki con una sonrisa, y haber disfrutado de la clase de ciencias, la profesora de Historia tradicional entró al salón con una serie de documentos y comenzó dando un montón de instrucciones a las que sólo simuló poner atención cuando en realidad ansiaba la hora del descanso para practicar con su flauta.




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