Su madre, proveniente de una familia del lado norte de Italia y su padre un aplicado hombre de estudios, se habían conocido en un viaje de intercambio. Ella era la mezcla entre la emocional y extrovertida personalidad de su madre y la inteligencia y suspicacia de su padre, de japonesa no tenía mucho, a pesar de su apariencia y contextura. Y aunque había tomado clases de japonés desde que comenzó a hablar, su idioma nativo era el italiano, por lo que siempre tuvo dificultades para expresarse, lo que le trajo bastantes problemas de adaptación cuando por asuntos laborales sus padres decidieron mudarse.
-…¿Sabes hacer fogatas?...-Sonreía ella, su compañera titubeó -No importa, le diré a la profesora, mientras puedes ir por las cosas para comer- le impidió responder, la chica seguía mirándola en silencio.
-¿No vienes con nosotras? – se acercó otra de ellas- Nuestra fogata ya está lista.
-…¿puede quedarse Julianna con nosotras?
La chica pareció pensativa, miró a quienes la seguían, una de ellas negó con la cabeza, Julie miró la escena confundida.
-...lo siento...
Volvió a mirar al grupo, sin importar que iba a dejarla sola su nueva amiga se les unía.
-pero...dijiste que cenaríamos juntas...
-...claro, tal vez...mañana...- respondió con cierta incomodidad.
-¡Pero lo prometiste!- exclamó sin contenerse, todos a su alrededor se voltearon a hacia ella. Se quedó viéndola resignada, y antes de marcharse gritó con todas sus fuerzas que no volviera a hablarle, y escapó a paso rápido sintiendo las miradas sobre su cabeza.
Sin importar que el sol ya se ponía, se escabulló entre los árboles para cruzar al otro lado del bosque y llegar al lago, odiándose por tener obligarse a intentar agradar y ser amistosa, a fin de cuentas todos eran igualmente sínicos, y ella demasiado extraña para encajar. Odiaba que por serlo la catalogaran como un problema, nadie quería llamar la atención estando a su lado. Lo supo desde su primera vez en Japón, cuando de forma despectiva la llamaron “Half” que la vida sería diferente respecto a su querida Milán.
Aun así su padre insistía en que debía esforzarse en mejorar su japonés y adaptarse, por eso había aceptado ir a ese ridículo campamento de verano, pero ya llevaba tres días sin hacer amigos. Miró su reflejo en el agua salpicando un puñado de piedras, molesta por su propia imagen, ahora de muchas formas incorrecta.
Sólo extrañó la comida y la diversión cuando un rugido de su estómago le recordó que no comía desde el almuerzo.
Caminó de vuelta antes que el cielo estuviese completamente oscuro, conocía el sendero, pero esta vez las ramas de los árboles casi sobre su cabeza y el crujido de las hojas secas bajo sus pies le parecieron tenebrosos. Aceleró el paso al sentir que cerca de ella una rama se quebraba, suponiendo que habría animales salvajes durante de noche. A pesar de saberse valiente el corazón se le aceleró cuando comenzó a tener la sensación que avanzaba en vano. Se hizo a un lado del camino al sentir pasos cerca, y debió agudizar sus sentidos. Un nuevo par de pasos, respiró profundo y apretó los dientes, seguido de movimiento entre los arbustos, al otro lado del camino apareció un chico. Se quedó viéndolo, y aunque quiso sonreír aliviada los músculos de su cara estaban demasiado rígidos.
- Hola…¿vas al campamento? – titubeó, él la miró inexpresivo.
-…si.
-…no sabía que había ese camino, me asusté- suspiró bajando la guardia.
Lo siguió en silencio, ahora a su paso miraba de vez en cuando esos pequeños trozos de cielo entre las ramas de los árboles, ya casi oscurecía, y luego volvía su atención a él, tenía el cabello oscuro y el rostro pálido.
-…Me llamo Julianna, estoy en el grupo B ¿y tú?
Le dirigió la mirada.
-…deberías estar cenando.
-…Ah, claro- sonrió buscando una excusa-me escapé, quería ver el lago y se hizo tarde, aunque ya tengo un poco de hambre- Volvió a mirarlo, pero no tuvo respuesta- ¿Ya conoces el lago?
-…sí.
- genial, me gustaría acampar ahí uno de estos días.
-…no deberías alejarte tanto del campamento.
-…bueno sí, es cierto...-respondió pensativa- aunque… ¿acaso tú no habías hecho lo mismo?
Él hizo distancia, habían llegado con el resto de los grupos, se alejó sin despedirse. Ella suspiró hastiada, al parecer en ese lugar no había nadie amable.
Se metía en la tienda en silencio cuando fue sorprendida por su guía, quien la interrogó por querer irse a dormir cuando aún era temprano. La mujer era agradable, pero tampoco confío en ella.
-…estoy algo cansada por el paseo de hoy.
- ¿segura que no quieres venir?
- segura...
-...bueno- se encogió de hombros - ¿Entonces podrías cuidar a Mei mientras voy con los demás?
-claro, no hay problema- asintió mirando a la niñita que dormía en su saco- estaremos bien.
Esperó a que se fuera para suspirar y expresar su tristeza y decepción...ansiaba volver a casa.
Se puso el pijama e intentó cerrar los ojos, pero el ruido de las risas y los gruñidos de su estómago pidiendo comida le impidieron conciliar el sueño.
Se pasó el resto de tiempo intentando ayudar a su guía en los deberes, era demasiado orgullosa como para disculparse con quienes que la habían tratado injustamente, los demás tampoco querían acercársele, ella no se arriesgaría a ser otra vez rechazada.
-¿Seguro no quieres ir con los niños de tu edad?
-aquí estoy bien- sonrió- no puedo fingir ser amable sólo para tener amigos- murmuró entre dientes.
- Mei cree que eres la chica más amable y sincera del campamento.
-…¡es sólo una niña!
-bueno yo también lo creo- respondió, ahora sacándole una sonrisa.
Terminaba la reunión de grupos de esa tarde cuando pudo divisarlo al fin. Hablaba con los demás sólo asintiendo con la misma expresión seria, para luego verlo adentrarse en el bosque.
Lo siguió varios metros más atrás donde suponía que no la notaría, aunque ciertamente no se caracterizaba por ser silenciosa.
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Editado: 05.05.2025