Megumi había accedido a hacer un cambio de turno del día sábado, esa mañana despertó tarde viendo de inmediato en su pantalla un nuevo mensaje de Umi.
Salió de la cama recordando que su madre y Seichiro habían salido casi al amanecer por algunos asuntos hasta ahora sin importancia que no se esforzó en entender, así que al bajar a la cocina sólo encontró a Tomoki, quien la saludó con su adorable sonrisa.
- Dejaron dinero para el almuerzo- murmuró mientras ella se servía una taza de té- pero si prefieres te ayudaré a preparar algo.
-…claro- respondió un poco avergonzada.
Lo vio subir a su habitación y al cabo de tomar sus medicamentos se quedó mirando las manecillas del reloj de la cocina, pensativa. Se esforzó en ignorar los nuevos mensajes que llegaban a su celular.
Ya habiendo cambiado su uniforme del equipo de basquetbol Tomoki volvió a directo a inspeccionar el refrigerador, ella bebió su último sorbo y se incorporó dejando su taza con diseños florales en el lavaplatos.
-…¿Hay algo que quieras comer?
- no lo sé, es una buena pregunta teniendo en cuenta que puedes preparar casi cualquier cosa- sonrió, ella no pudo evitar sonreír, conmovida.
Preparó y sazonó el arroz mientras que él ordenó la mesa y se encargó de mezclar el huevo. No había comido omuraice hace algún tiempo, pero no olvidaba que aun no era hábil montando el omelette, Tomoki se ofreció a hacerlo al ver que había fracasado el primer intento. Ahora a su lado tomó el mango del sartén y con una expresión de concentración que incluso le pareció graciosa pudo hacerlo mucho mejor. Se miraron sorprendidos, ella dio un par de genuinos aplausos.
- Creo que sólo fue suerte- rio él, ella sonrió a la par. Tomoki era adorable, pero no se atrevió a hacer un cumplido, incluso aunque estuviese disfrutando ese momento juntos.
Afuera el día estaba soleado así que apenas terminar de comer buscó un lugar en la terraza. Le encantaba ver como los pajaritos tomaban hojas y ramitas de los árboles para, a pesar de su tamaño, intentar llevarlas lejos. Alcanzaba su celular dentro del bolsillo de su sweater para tomarles una foto cuando una llamada de su amiga le impidió hacerlo.
“Entonces…quieres que te espere en la estación o puedes llegar por tu cuenta”.
Inspiró profundo.
-…”bueno…aun no lo sé”…
- “Hero ha vuelto a preguntar si vendrías”
No pudo creer que fuera cierto.
-“…es a las nueve- titubeó- si termina tarde no tendré como volver”…
- “no hay problemas con eso, tal vez el padre de Hero nos preste su auto”.
-…”además”…
Se quedó en silencio, dudando en si tendría el suficiente valor para actuar con normalidad al ver a Ryo en esa nueva instancia.
- “¿además?”
- “bien…está bien…nos vemos allá”- Cortó y al volver su atención al árbol descubrió que los pajaritos se habían marchado.
Se miró en el espejo pequeño que tenía sobre el escritorio de su habitación, un poco avergonzada. Seguro todos vestirían de alguna forma especial, mientras ella seguía luciendo tan corriente e inexperta.
Tenía en su armario tantas prendas que casi no usaba, tantas cosas en las que podría haberse sentido linda, pero la imagen de sí misma le impedía ver la realidad. Aunque fuera un bar de estilo rock hubiese preferido no llamar la atención, así que tras decidirse por una chaqueta oscura sobre una blusa, y una falda ceñida, pero no tan corta, se puso un poco de brillo labial, rizó sus pestañas y se roció sólo un ligero toque de perfume. Se avergonzó al ver a Tomoki en la sala cuando ya en el primer piso se quedó mirándola.
-…Volveré…después de la cena- titubeó. Él sonrió, para volver su atención a la televisión.
Se guio con un mapa en el celular al bajar del metro, ya había oscurecido y las luces de los edificios resplandecían de forma alegre, dada la gran cantidad de adolescentes y universitarios en torno al lugar no tuvo dificultades para identificarlo.
Afuera una fila de personas que adoraba el negro esperaba entrar. Umi ya le había enviado un mensaje indicando que bajara al subterráneo. Cuando encontró las escaleras pudo divisar a Naoki.
-Umi está con nosotros- sonrió con entusiasmo, resaltando los piercings en su labio inferior y su lengua. Se había peinado, o más bien despeinado, y a pesar que el clima no fuera precisamente cálido sólo llevaba una polera negra con el logo de cierta banda japonesa de los años noventa, al analizarlo con detención hubiese jurado que también se había puesto un ligero maquillaje, realzando esas facciones que de seguro a las fans encantaban.
- ¡Date prisa!- le ordenó Hiroki, destacando entre el negro de sus amigos con una camisa verde a cuadros. La saludó con una sonrisa.
Umi se acercó, ella se alivió que su ropa tampoco fuera extravagante, parecía complacida con su llegada. Saludó también a Tooru con una ligera reverencia. Y aunque de manera casi automática todos sus sentidos lo buscaran sólo hasta el final fijó su atención en Ryo, quien practicaba con su guitarra, levantó la cabeza al verla, ella sonrió un poco avergonzada. Llevaba una camisa blanca bajo una chaqueta oscura con una cadena al cuello, y jeans negros que acentuaban su esbelta figura. Sus mechones oscuros alcanzaban sus mejillas, y el cabello sobrante lo había amarrado en una media coleta, sus ojos parecían concentrados, y entre sus labios, casi rojos, sostenía una de las puas con las que tocaría. Bajó la mirada al descubrir que Naoki la observaba con cierta suspicacia.
-Salimos en diez minutos- anunció Hero.
Antes de subir al escenario Umi les tomó fotografías, Hero les devolvió una sonrisa.
-Suerte- musitó Umi antes de besar su mejilla. Ella los observaba conmovida.
-…Tienes mucha suerte- agregó al verlos salir.
-¿suerte?
- bueno…Hero es una persona muy amable.
Umi asintió con evidente satisfacción.
Caminaron entre una multitud de cuerpos vestidos de negro, incluso más delgados que ella, en su mayoría chicas en extremo bulliciosas.
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Editado: 05.05.2025