Ligera y agridulce

Nada más de ti: Capítulo 30

Limón, canela, una cucharadita de esencia de vainilla, repasó en su mente mientras Mizuki preparaba la mezcla tarareando una canción, harina de almendras, chocolate amargo, aceite de coco…¡Eran demasiados ingredientes! Dio un leve suspiro, su compañera le sonrió de vuelta.

-…Huele…huele bien- titubeó.

- ¿sólo hasta ahora lo notas?- rio.

-…es que…lo haces ver todo tan simple.

- ese es el secreto- bromeó- a la gente le gusta, pero supongo que la primera impresión entra por la vista.

Pestañeó un par de veces, captando la indirecta, y continuó con su trabajo de decoración.

Se había dormido tarde la noche anterior creando una nueva lista de reproducción con mezcla de blues, jazz y rock, por lo que a pesar de llevar pocas horas trabajando se sentía somnolienta. Miró de reojos a Kouichi, que luego de llevar los pedidos se había quedado en el mostrador atendiendo a los clientes con la sonrisa que lo caracterizaba.

- He tenido trabajos más pesados que estos- musitó cuando se atrevió a preguntarle si no estaba cansado por todas esas horas de trabajo.

-…yo nunca había trabajo antes- respondió ingenua.

-…trabajé en un Host- murmuró sorprendiéndola. Aunque claro, por su apariencia probablemente sí hubiese tenido clientas- Me encargaba de la limpieza y cosas parecidas- sonrió suspicaz- soy menor edad ¿qué estabas pensando?

Ella asintió, ahora avergonzada.

En su horario de salida pudo divisar a Anne esperándola a un lado de la vitrina, tras la última conversación había decidido compensarla haciendo algunas cosas juntas. Se disculpó por no haber visto sus mensajes, aunque a ella pareció no importarle haber llegado un poco antes.

- Tengo la ligera impresión que algunas de las clientas vienen acá para ver a Kouichi- musitó- parece un chico agradable.

Al menos no la avergonzó mencionando que también era guapo.

Tomaron el metro hasta el centro comercial. Anne le invitó a almorzar, se alivió al ver que esta vez comían lo mismo, arroz y verduras, por suerte ya no parecía ser una preocupación para su madre.

La invitó a probarse diferentes avances de temporada de verano, aunque sólo se quedó con un par de vestidos, más admiraba que ella, con treinta y ocho años, seguía luciendo tan linda y delicada, incluso después de la cirugía.

- Quisiera lucir como tú a tu edad- suspiró casi con un susurro haciendo que Anne la mirada compasiva.

- para eso deberás ser enfermera- bromeó.

Ella bajó la mirada.

- sabes que aun siendo enfermera no es necesario que trabajes en turnos o incluso que trabajes en un hospital, pero bien- suspiró- no me entrometeré más en tus decisiones.

Antes de volver a casa, ya pensativa, le pidió hacer una última parada en el supermercado.

Debió reemplazar la harina de almendras por una tradicional, obteniendo aún así al primer intento un resultado aceptable, más difícil fue poder lograr una linda decoración sin todos los utensilios que tenía en la pastelería. Anne, aun no siendo buena en la repostería, le ayudó con el glaseado, y al momento de elegir algún diseño indicó uno de esos libros de cuentos de Natsuko.

Estaba satisfecha con el resultado, más aún al ver la expresión de Tomoki al descubrir a “pequeña-liebre-de-largas-orejas” y a “pequeña-rata-gris” impresos en las galletas. Y aunque en un principio se negó comerlos le entregó otro cumplido al admitir que su sabor era tan bueno como su apariencia.

El lunes próximo en clases, por votación casi unánime sus compañeros decidieron organizar una cafetería para festival, las chicas vestirían de sirvientas, ella se ofreció a preparar galletas.

Sin haber hablado con Umi más que a través de mensajes, su amiga le pidió verse en el descanso. A pesar de encontrarse en los preparativos para la presentación, no había hablado con Hero más que para asuntos puntuales, como si de pronto hubiesen vuelto a ser sólo un par de compañeros.

- ¿Crees que soy demasiado orgullosa?

Se quedó pensativa.

- tal vez…deberían hablar después de la presentación.

- ya lo he pensado- suspiró- no vendré al festival, no vale la pena acercarme a él si tampoco quiere hablar, quizá sólo discutamos…y no son el momento ni el lugar adecuados.

Pensó que tal vez Hero tenía el mismo temor, aunque claro, no lo conocía lo suficiente para poder afirmarlo.

- aun si no vienes te haré algunas galletas- musitó queriendo animarla.

- lo agradecería, has mejorado mucho la receta.

Apoyó la cabeza en el hombro de su amiga, y se quedaron así hasta el final del descanso.

Debería trabajar horas extras en la panadería para compensar el permiso que había pedido para asistir al festival, aun así esa mañana se levantó animada para poner en contenedores todas las galletas que se había quedado horneando la tarde anterior, viendo con satisfacción que los diseños eran casi perfectos, y que los modelos personalizados de Umi y Keiji lucían adorables.

A su llegada sus compañeras, e incluso un par de chicos vistiendo de sirvientas, ya habían acomodado las mesas y se repartían los folletos con la carta. Habían preparado pasteles y muffins, pero la adorable apariencia de sus galletas captó la atención de inmediato. Se puso un delantal sobre el uniforme antes de acomodarlas en la vitrina.

Las personas, entre alumnos y familiares entraban con curiosidad a la cafetería, se alegró al ver a Keiji acompañado de sus amigos.

- ¡Hotaru! Las hiciste tú ¿verdad?

Asintió con una sonrisa.

- las chicas se ven lindas, pero esto es adorable- agregó Momo.

- deberías reservar esos comentarios si ahora tienes novia- musitó Aki- Y sí, las galletas lucen adorables.

Fueron guiados hasta una mesa, ella alcanzó a Keiji con un pequeño paquete antes que pudiese sentarse.

- Espero haber captado tu esencia – musitó en broma.

Su amigo la miró sorprendido, abriéndolo con cuidado al ver la galleta, no más grande que la palma de su mano con su propia imagen, sonriente, ojos grandes, pelirrojo y pecoso. De inmediato posó la mano sobre su cabeza.




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