Se quedó mirando su techo color crema mucho rato esa nueva mañana antes de salir de la cama, tenía dolor de estómago, y en los últimos días sólo había intentado pensar en las palabras de su amigo cada vez que Anne mencionaba la boda.
Se levantó al sentir movimiento en las habitaciones contiguas, suponiendo que si no lo hacía pronto alguien tocaría a su puerta, ahora con la atención en el vestido color rosa crema que descansaba sobre la silla.
Al bajar, en pijamas, se sorprendió al ver a su madre, aun con ropa de casa, pero con un impecable peinado y maquillaje.
- Me levanté temprano – sonrió al verla en la sala.
Fue a la cocina por su vaso de té y sus medicamentos, incapaz de hacer cumplidos ni mencionar que lucía incluso más joven. Tomoki la alcanzó para desayunar, esa mañana más silencioso que de costumbre.
Cuando volvió a bajar con su atuendo, su madre se aduló a sí misma por la buena elección. El vestido de Anne era de un color crudo, ceñido hasta la cintura y con encajes en brazos y espalda, no la había visto antes lucir tan elegante. La ayudó con un poco de maquillaje y le hizo un sencillo peinado, estando listas incluso antes que Sechiro bajara.
- Luces como tu madre- sonrió al verla.
Ella al ver a Tomoki debió admitir que el traje también realzaba su ya habitual atractivo.
El dolor de estómago incrementó cuando subieron al auto y tras de una breve ceremonia firmaron sus actas de matrimonio. Se obligó a sonreír al ver que Seichiro tomaba a su madre de la mano antes de salir de la oficina de registro.
El almuerzo fue en el restaurant de uno de esos hoteles lujosos que sólo había visto en revistas, se alivió de al menos esta vez llevar un atuendo adecuado. Anne y Seichiro no paraban de sonreír y hacer bromas respecto al viaje que se aproximaba, Tomoki se mantenía tan silencioso como ella, por suerte ninguno de los dos era el centro de atención esa tarde.
En casa pudo al fin quitarse los tacones, sintiendo como volvía a su tamaño original, y subió a su habitación para cambiarse por algo más cómodo. Alcanzó el espejo del cajón del escritorio para quitarse el maquillaje, luciendo así no tenía ojeras, sus ojos parecían más grandes y con el rubor parecía estar enérgica y animada, aunque precisamente así no se sintiera. De perfil su parecido con Anne aumentaba, algo que de cierta forma le dio esperanzas. Al momento de limpiarse la cara se sintió un poco apenada de ver regresar a la Hotaru real.
- No olviden enviar las fotos - musitó su madre cuando volvió al primer piso, donde con ayuda de Tomoki Seichiro metía las maletas al auto.
- lo haré- respondió él.
- dejaré el número del hotel si por algún motivo no tenemos señal.
- dudo que no tengamos señal allá- sonrió Anne- no nos vamos al fin del mundo.
- sólo serán unos días, estaremos bien- agregó Tomoki.
Ahora Anne se le acercó y murmuró en voz baja, apoyando una mano sobre su hombro.
- aun así te hablaré por mensajes a diario.
Asintió obligándose a sonreír. Los vieron subir al auto, y cuando ya hubo desaparecido al final de la calle miró de reojos a, su ahora, medio-hermano, suspirando. Tomoki también en silencio entró a la casa, ella se fue a la cocina, él por suerte encendió la televisión, de lo contrario el silencio se habría vuelto en pocos segundos sumamente incómodo. Sólo hasta eses momento reparó en lo extraño que sería estar solos durante tantos días, en especial ahora que se había vuelto particularmente silencioso.
-…Dejaré té en la nevera- murmuró antes de salir de la cocina.
- gracias- respondió con un tono de voz opaco.
Pensativa, estaba por subir cuando su celular, aun sobre la mesa, vibró encendiendo también la pantalla, era un nuevo mensaje en su correo electrónico, “Remitente: desconocido”.
Se apresuró a su habitación para revisarlo.
Remitente: “desconocido”
Aun arriesgándose a que se tratara de un virus lo abrió, volviendo a tener el estómago apretado.
“Estimada Señorita Ryusaki:
Lamentando que haya tardado en su respuesta y yo también en la mia, me presento una vez más, mi nombre John Murakami, sí, efectivamente Ken, más conocido para usted como Kenji Tanaka, es la misma persona que conocemos, déjeme presentarme como un gran amigo de su padre.
Suspiró profundo, apretó las manos, el corazón volvía a acelerársele.
Antes que todo quisiera justificar la tardanza en contactarla primero. Sé que Anne trabaja en el Hospital Universitario, pero prefería contactarla directamente, situación que fue más complicada de lo que imaginaba. En el momento en que decidí hacerlo supe que Ken en secreto lo estaba deseando, fue una situación delicada, aunque prefiero que sea él mismo quien pueda aclararlo.
Han pasado muchos años y sé que usted, una joven cercana de la mayoría de edad, podrá comprender, es por esto que me gustaría contar con una dirección para enviar las cartas que Ken ha escrito, por supuesto que en el futuro entenderá que haya preferido hacerlo de esa forma y no directamente por este medio.
Esta vez, más que nunca estaré atento a su respuesta.
Muy cordiales saludos
John Murakami
Se quedó mirando la pantalla en silencio y, como ya era costumbre con todo lo relacionado a su padre, leyó varias veces para cerciorarse que lo que leía era verdad y no un simple sueño.
Entonces era cierto, de verdad era Kenji, su padre, sí, había pensado en ella después de todo y quería contactarla, saber de ella, y ella quería al fin saber si era el Kenji de sus sueños o aquel que Anne describía en su diario.
El corazón le latía rápido, la mente había vuelto a nublársele y no pudo hacer más que suspirar por varios minutos. Buscó el número de Jun, ahora con la imperiosa necesidad de escribirle, era el único quien podría entenderla y requería con urgencia una guía, un consejo, un respiro ante tanta incertidumbre antes que su pecho explotara.
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Editado: 05.05.2025