Ligera y agridulce

Al final de cada viaje en la vida: Capítulo 3

Esa tarde al finalizar su turno se despidió de Kouichi y del señor Yamazaki y corrió al metro dado que había sido el día más próximo para poder encontrarlo.

- Conste que sólo me reúno en vacaciones con mis alumnos particulares - murmuró al verla.

Ella sonrió, conteniendo un suspiro al notar que llevaba otra vez ese estilo casual que tan bien le quedaba.

-…lamento hacerte esperar- se disculpó, un poco avergonzada, caminando a su lado.

- tienes muchas agallas…

- lo siento…pero eres él único en quien puedo confiar.

Él pareció compasivo, y ahora bromeó.

- entonces supongo que debería sentirme afortunado.

Llegando a la zona de fumadores Jun la invitó a tomar lugar entre esa nube de humo que en pocos minutos le irritó la nariz, aunque no tuvo el atrevimiento de quejarse.

- No estás aquí como alumna- agregó, seguramente al notar que seguía avergonzada.

Antes de arriesgarse a morir intoxicada se apresuró en mostrar el correo, ahora impreso, tras varios minutos, él pareció analizar cada palabra.

-…Así que Jonh Murakami- suspiró con una sonrisa-…supongo que es baja la probabilidad que se trate de una broma.

- ¿una broma?- se sorprendió ¿alguien sería tan cruel de hacer ese tipo de bromas?

- aun así creo que deberías actuar con cautela, por diversas razones no creo que ese hombre deba saber donde vives.

Se quedó pensativa, aliviada de no haber enviado ninguna dirección aun en respuesta.

- entonces…¿no debería responder?

- no, eso sería tonto- suspiró botando su humo-…anota esto.

De inmediato en su celular apuntó una dirección.

-…¿Koenji?…pero yo ni siquiera vivo en ese distrito…

- es precisamente lo que estoy diciendo- aseveró- incluso si no estoy fácilmente el conserje podrá recibir las encomiendas.

Pestañeó un par de veces, para luego avergonzarse. ¿Era su dirección?

“Calle 82, departamento 104, Suginami, distrito de Koenji”

-…pero.

- sólo si quieres, claro.

No se atrevió a contradecirlo, ni hablar, ni dirigirle la mirada, hasta que él, dejando su colilla en uno de los ceniceros se puso de pie excusándose en todo lo que aun debía hacer, y se despidieron en la salida del mismo metro donde se encontraron.

En menos de veinticuatro horas John Murakami la sorprendió con una respuesta, indicando que en cuanto pudiera haría el envío de las encomiendas. Con una sonrisa se quedó mirando la pantalla de su notebook esa mañana, ahora fantaseando, y al mismo tiempo temiendo respecto a lo que pudiese pasar ahora.

Era un alivio que su madre no estuviera en casa por varios días más, así tendría el tiempo suficiente para procesar lo que estaba sucediendo sin obligarse a fingir tranquilidad.

La casa estaba tan silenciosa que era reconfortante, luego de vestirse se sirvió un vaso de té y caminó al lado del ventanal que daba hacia el jardín, el lugar perfecto para sentarse bajo la sombra de los árboles o hacer un día de campo.

Sin dejar de meditar en cuan acogedora y apacible era la casa de Seichiro, inspiraba profundo ese delicioso aroma a hierba cuando sintió abrirse la puerta, descubriendo ahora que Tomoki se había levantado incluso antes que ella y ya venía de vuelta con un par de bolsas de supermercado. La saludó con una ligera sonrisa y apenas dejarlas en la cocina caminó a la sala depositando un par de chocolates junto la fotografía de su madre.

- Eran sus favoritos- murmuró ante su mirada curiosa- y también los míos.

Se quedó examinando la expresión de la mujer, esta vez pareciéndole menos nostálgica y más serena. Tomoki parecía hacer lo mismo, con similar expresión.

-…Supongo que debes extrañarla- se atrevió a murmurar, sin antes detenerse a pensar el impacto que pudiesen tener sus palabras, aun así, él, en vez de parecer apenado, sonrió pensativo.

- lo hago cada día- suspiró- aunque…bueno, era un tipo muy diferente de madre a como es Anne. Se estresaba con facilidad y a veces parecía muy severa…sólo al final pude comprender que expresaba su afecto de manera distinta.

Volvió a mirar la fotografía, en que en realidad a ella lo le pareció severa.

- Creí que podría ir con papá al festival de Obon de este año- se encogió de hombros- En fin ¿Quieres acompañarme?

Intentó contener su sorpresa, Anne jamás había tenido la más mínima intensión de honrar la memoria de su padre, por lo que nunca había ido a esa clase de celebraciones. Levantó la mirada encontrándose con los ojos de Tomoki esperando una respuesta. Le sonrió con nerviosismo y sin poder articular alguna palabra asintió con la cabeza.

Claro que podría ser un momento demasiado íntimo. Se torturó los siguientes minutos, no se conocían lo suficiente a pesar de convivir a diario, no conocía por completo su carácter…Aunque por otro lado quiso convencerse que Tomoki era mucho más maduro que ella y de seguro ya había superado ese duelo.

Cayendo la tarde decidió buscar algún atuendo adecuado. Tenía muchas opciones en el armario, pero sin enredarse demasiado supuso casi a penas divisarlo que uno de esos vestidos que le había comprado Anne sería la mejor opción. Dudó en la idea de ponerse un sweater, dada la fina tela de su vestido.

Ahora en la sala seguía mirando su sweater, indecisa, cuando lo vio en el primer piso.

- Ese vestido es demasiado bonito como para que tengas que cubrirlo- murmuró con una sonrisa de seguro al notar su expresión- además te queda muy bien.

No pudo evitar avergonzarse, situación que él ya parecía manejar a la perfección, y disfrutar, cuando se trataba de hacerle cumplidos.

Se colgó su carterita de cuero rosa pálido al hombro y lo siguió.

Las calles cercanas al evento estaban repletas, algunos lucían trajes tradicionales, otros con un estilo veraniego. La música y el retumbar de los tambores inundaban el ambiente, y a cada lado, hasta el final del camino que llegaba hasta el río, se ubicaban los vendedores ambulantes. El aroma a comida impregnando de inmediato su cerebro y la briza cálida acariciando su cara, ahora con todos sus sentidos estimulados, y con la compañía de Tomoki, conformaron un ambiente ideal, lo suficientemente emocionante como para querer guardarlo en su memoria como uno de sus favoritos.




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