Ligera y agridulce

Al final de cada viaje en la vida: Capítulo 4

El tono de piel de su madre se había vuelto un poco más moreno, situación que la tuvo mirándose con cierta preocupación en el espejo varios días a pesar que Seichiro y Tomoki hubiesen dicho que seguía luciendo guapa. Sus dos maletas se habían duplicado cargando ahora un sinfín de souvenirs de sus vacaciones para sus amigas y, para ella y Tomoki algunas prendas de ropa, que no estuvo segura si le quedarían bien hasta que se miró unas diez veces en el espejo. Su favorito fue el vestido con diseño de flores características de la zona con mangas cortas de encaje, tendría que usarlo al menos una vez antes que acabara el verano.

La sensación inmediata de volver a ver a Ryo en clases tras ese breve encuentro en el festival fue de un vacío en el pecho tan profundo que incluso no sabía que podía volver a tener, aun así, se limitó a suspirar y esbozar una ligera sonrisa a penas él le dirigió la mirada. Aun habiendo meditado y creyendo superadas las palabras de Naoki le fue difícil concentrarse en nada más que su presencia.

Para el descanso, sin previo aviso, Keiji entró en su salón cuando ella aun un poco aletargada se decidía a incorporarse, la saludó con una complacida sonrisa y dirigió la mirada a su compañero quien respondió con similar gesto.

Keiji resumió con entusiasmo sus vacaciones mientras compartían el almuerzo que ella había llevado, y aunque quería concentrarse nada más que en él, desde el momento en que mencionó el nombre de Ryo para decir que se había alegrado de verlo, una sensación desagradable, pero familiar le impidió seguir comiendo a gusto. Con cierto temor dejó de lado sus cubiertos continuando sólo con sorbos de jugo.

Al salir de clases lamentó enterarse que durante los próximos días, por asuntos no especificados no podría ver a Jun. Las actividades de los clubes deportivos iniciaban hasta la próxima semana, así que resignada salió del salón en dirección a los casilleros. Tenía un tiempo sin usar su flauta y necesitaba desoxidar tantos las llaves como sus articulaciones antes de retomar los ensayos. Pero apenas llevar su vista afuera del casillero divisó una mano apoyándose sobre su puerta, desde atrás unos ojos le sonrieron, más seguros e intimidantes en comparación a la mirada que hubiese esperado.

- Ryo dijo que ya te habías ido- sonrió con suspicacia.

Se fijó en el arete en su labio inferior, suspiró por la nariz obligándose a devolverle el gesto, aunque al parecer no lo suficientemente convincente para Naoki, quien siguió sonriendo.

- Ha sido un día muy aburrido ¿no crees?...El último verano antes de salir del instituto…

Asintió sin demasiado interés, no iba a esforzarse en ser amable.

-…Antes que todo quisiera disculparme por el otro día- agregó, logrando ruborizarla- creo que no medí mis palabras…

No, no lo había hecho, quiso confrontarlo, pero al notar su nueva expresión su corazón se ablandó, y además por no querer evidenciar toda la importancia que en realidad le había dado, sólo prefirió asentir.

-…claro…

En pocos segundos Naoki sonrió triunfante volviendo a mostrarse confiado.

- Aun es temprano para volver a casa- suspiró- ...quisiera saber si estás disponible para salir…a modo de disculpa.

Volvió a avergonzarse. De inmediato supo que tenía un sinfín de excusas en mente, pero en ese momento no pudo decir ninguna, en especial ahora que su actitud se volvía intimidante, y que ella se sintiese tan vulnerable.

- dijiste una vez que algún día podríamos tener una cita…

-…si- suspiró resignada-…lo recuerdo…

Él, evidentemente complacido cargó su bolso, viéndose obligada a seguirlo.

- ¿Sabías que se han abierto nuevas salas de karaoke en el lugar que vamos siempre?

Ella unos pasos más atrás, vio como antes de salir del edificio un par de chicas de grado inferior lo saludaban con extrema coquetería, lo que por su puesto no pareció molestarle. Ciertamente además de ser más alto, mucho más atractivo que el promedio y bastante directo, lo desde su perspectiva podía sonar un poco agobiante, a todas las demás les encantaba.

Camino al edificio le dio algunos detalles respecto a sus vacaciones, Hotaru sorprendiéndose al enterarse que, dado la herencia de su madre, había estado en Corea.

- Allá las chicas son mucho más osadas- sonrió con satisfacción- y es habitual que los hombres usen maquillaje, tal vez debería comenzar con el brillo labial.

Lo miró de reojos, a pesar que a veces no le agradara, admitía que con maquillaje su atractivo aumentaba.

Se avergonzó ante la mirada suspicaz del camarero cuando él indicó que sólo eran ellos dos, consciente que muchos estudiantes iban en pareja con la intención de tener un lugar privado donde manosearse.

Ordenaron un par de jugos. Naoki la dejó entrar primero, cerrando la puerta tras ella, y sólo en ese momento se preguntó si en realidad tendría otras intenciones. Dejó su bolso sobre uno de los sillones y lo vio sentarse a su lado, al intentar beber un sorbo descubrió que seguía con el estómago encogido.

- Puedes revisar primero el catálogo- musitó entregándole el control con pantalla táctil.

Con cierto nerviosismo repasó varias veces los títulos y artistas, pero ya no estuvo segura si quería cantar frente a él, a solas. En pocos minutos el silencio fue tan profundo que incluso pudo escuchar a los cantantes aficionados de las salas contiguas.

- ¿Ya encontraste algo?

-…tal…tal vez…puedas empezar- titubeó.

- no pasa nada, primero quiero oírte a ti- insistió con esa intimidante sonrisa, debió bajar la mirada.

Bebió otro sorbo. Él la imitó, y entornó los ojos sonriendo con suspicacia.

- Por qué actúas como si fuese a hacerte algo

Apretó los labios apresurándose en dirigir su atención en cualquier otro lugar de la sala, no podía admitir que en verdad lo estaba pensando.

-…creo que tus gestos son demasiado evidentes.

Tragó con dificultad, su cara ahora estaba ardiendo, pero no pudo encontrar ninguna excusa. Ya no tuvo deseos si quiera de beber, se estaba sintiendo tan torpe.




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