Ligera y agridulce

Al final de cada viaje en la vida: Capítulo 14

Aun despierto su expresión era tan pacífica, taciturna, que temió que se hubiese dormido con los ojos abiertos. Sin duda en unos pocos meses se había trasformado de un hombre fuerte y animado, a parecer casi como un anciano, especialmente ahora que si quiera le era posible hablar. Recordó entonces aquella vez en la que se había negado a escribir a su hija por correo electrónico...

El rostro de Ken continuaba siendo iluminado por los escasos rayos que entraban por las ventanas del departamento esa tarde de verano, el rostro de aquel amigo que había admirado durante tanto tiempo, y a pesar del diagnóstico, se mantuviera estoico. Aun cuando acababa de hidratarse la garganta con un buen vaso de agua no pudo evitar bromear al notar que su voz acababa de sonar tan áspera, metálica, como si se encontrase hablando con una máquina.

- Suenas peor que una gaita desafinada.

Ken, entornando los ojos suspiró con una sonrisa, y ahora, evidentemente cansado, se apresuró en apuntar en el papel que tenía más cerca.

- “Aunque no pueda verme ni oírme quiero que tenga al menos algo que sea verdaderamente mio.”

Jonh conmovido comprendió que se refería a su letra.

Y cuando acabó su carta cogió su mano con delicadeza, acariciando con su dedo pulgar aquel anillo, idéntico al que él llevaba, y que habían decidido compartir como símbolo de su fidelidad infinita.

Se había pasado los últimos días pensando en Jonh, en su padre, en todo, el pecho se le oprimía y había perdido un poco el apetito, porque ansiaba poder contarle todo a alguien, pero era imposible.

Ahora con cierta tristeza le era inevitable quedarse viendo a Anne y compadecerse de su ignorancia, era imposible no imaginarse cómo reaccionaría, aun así, tal como pedía Jonh, mantuvo la convicción de guardar el secreto.

- Qué nostalgia- musitó esa noche lavando los platos de la cena- serán tus últimos días como estudiante de preparatoria.

Asintió pensativa, ya que en los últimos días muy poco se había detenido a meditarlo.

- harás que se ponga nerviosa- respondió Seichiro.

Lo miró de reojos y bajó la cabeza, estando de acuerdo. Había recibo algunas fotografías de Keiji y mensajes breves de Umi, pero esa noche ambos le hablaron para indicar que se verían al día siguiente.

Intentando no pensar en Ken, si no en cómo le gustaría que hubiesen sido esos últimos meses, apoyó la cabeza en la almohada antes de dormirse.

Alegrándose que a pesar de ser invierno el día estuviese soleado caminaron juntos hasta los jardines traseros. Para su sorpresa fue Umi quien esta vez llevaba almuerzo para ambas y comenzó indicando que había sido una de las cosas que aprendió de Hero durante las vacaciones. Le sonrió saboreando el primer bocado, descubriendo que era la mejor comida que jamás había probado.

- Aunque no deberías comer tanto- musitó- ya te has puesto muy gorda.

La miró de reojos, ahora sintiéndose avergonzada.

Tomó un sorbo de su té y suspiró con dificultad, sin atreverse a volver a comer ni hablar. Ahora fijó su mirada en un par de alumnos que caminaban tomados del brazo.

- Aunque tal vez ahora sí seas del gusto de Ryo.

Volvió a fijarse en la escena, para notar que era él, acompañado de una chica que jamás había visto, de apariencia robusta.

-…eso te pasa por no haber tenido el valor de decírselo…

-…bueno…t-tal vez sea su hermana.

Umi rio. Ambas vieron que la rodeaba por la cintura y besaba en la mejilla. Pestañeó un par de veces sintiendo cómo su cuerpo se hundía, sin hundirse, en el asiento, y como por alguna razón se quedaba sin aliento. Umi la estaba mirando y, con una sonrisa, dijo algo que le fue imposible descifrar…

Cuando creyó que perdería la conciencia volvió a dar un profundo suspiro y sintió como si por un segundo su corazón se hubiese detenido. Tenía la garganta apretada y debió esforzarse para abrir los ojos. Afuera ya había amanecido, no pudo moverse de inmediato, pero cuando lo hizo, vio que la alarma en su celular sonaría en pocos minutos. Ahora consciente que sólo había sido un sueño se quedó pensativa…¿Y si él de verdad había comenzado a salir con alguien durante las vacaciones?...

Descubriendo que apenas había pensado en él se alivió suponiendo que tal vez había dejado de gustarle.

Con una sonrisa se despidió que Tomoki antes de subir al segundo piso, el pasillo se encontraba repleto de alumnos, algunos entusiastas hablando con sus amigos, otros aun con apariencia somnolienta. Entró a la sala, donde sólo había unos cuantos compañeros, y antes de llegar a su lugar se quitó la bufanda, el asiento de Ryo estaba vacío. Sacó su celular y respondió a un mensaje de Keiji, le envió otro a Umi para almorzar juntas. Minutos antes del horario de entrada levantó la cabeza, con una apariencia menos somnolienta él entró al salón y por un segundo se quedó analizando su rostro pálido e inexpresivo, se ruborizó cuando la miró de vuelta, y de forma inconsciente respondió con una sonrisa. Con una voz ronca la saludó y se sentó en su lugar. Sintiéndose un poco tonta, debió suspirar.

Saludó a Umi sin reprimir su alegría, actitud a la que ella correspondió con su agradable sonrisa. La temperatura estaba muy baja como para no quedarse en el comedor. Al ver el almacén repleto ambas se aliviaron de haber llevado sus propios almuerzos. El bento de su amiga estaba muy parecido a como lo había visto en su sueño…

- El aderezo agridulce para la carne fue idea de Hero- sonrió ofreciéndole una porción.

Tomó un sorbo de su té y asintió.

Supo que Umi se había pasado casi todas las vacaciones estudiando para el examen de ingreso, por lo que no pudo evitar sentirse un poco inútil, ya que ella ni siquiera había tenido que trabajar.

-…Al menos mamá ya sabe que no me inscribí para ninguna universidad- suspiró.

Umi se quedó mirándola.

- descuida- musitó- es mejor que te tomes un tiempo para pensarlo y prepararte bien.




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