Ligera y agridulce

Al final de cada viaje en la vida: Capítulo 18

Un aroma dulce casi como el caramelo mezclado de un perfume suave y agrio llegaba hasta el recibidor cuando, agradeciendo poder protegerse de la nieve cerró la puerta principal. Dejó su bolso sobre un mueble antes de entrar a la cocina. Anne, satisfecha, observaba sus creaciones.

- Aun no los he probado- murmuró levantando la mirada- hice el intento de seguir una receta del libro de Natsuko.

Suspiró por la nariz intentando sonreír para luego encender el hervidor de agua.

- claro- agregó Anne- el té verde realzará los sabores.

En pocos minutos Tomoki se les unió y en conjunto decidieron juzgar aquellos primeros pasteles de arroz que Anne preparaba en su vida.

Al día siguiente en los pasillos las chicas reían y cuchicheaban en grupo buscando a esa persona especial a quien darían su chocolate, ella observaba en silencio aquel comportamiento, que en parte le parecía infantil y en parte admirable.

En su salón el ambiente se dividía entre los que, contra toda circunstancia seguían estudiando y los que hacían planes para celebrar el día en pareja. Y ahí estaba Ryo, como desde la primera vez, con la atención en la pantalla del celular y sin quitarse los audífonos, ajeno a cualquier interacción.

La emoción se disipó rápidamente con la llegada del profesor.

Hubiese querido hablar a Keiji durante el descanso, pero sabía que lo encontraría tratando de recibir, bajo un sinfín de excusas, los regalos que a él y a Aki les darían sus admiradoras.

Salía del salón en busca de un rincón tranquilo donde comer su ligero almuerzo cuando a un par de metros en el pasillo una tímida voz mencionó su nombre.

- Lo siento- insistió ahora interponiéndose en su camino.

Examinó en silencio, el rostro del chico, ahora sólo con ligeras cicatrices. Con una complexión y altura similar a la propia le apreció adorable.

- estás…bien- murmuró ella con cierto alivio.

- lamento que hayas manchado tus manos con mi sangre- se inclinó.

Era una disculpa un poco extraña, pero antes de poder decir algo él le acercó un pequeño paquete de chocolates. De inmediato sintió como su cara se volvía roja, titubeó antes de recibirlo.

-…gr-gracias…

- Tomoki y tú fueron muy amables- sonrió con evidente incomodidad.

Y ahora pudo sentir la mirada suspicaz de su hermano justo a sus espaldas, potenciando el calor de sus mejillas.

- pero…no tenías que molestarte.

- Estás en último año ¿verdad?

-…si.

- espero que tengas éxito.

- gracias- repitió, ahora conmovida. Y con una sensación agradable se quedó viéndolo desaparecer por la escalera.

- Tal vez para ti no haya sido mucho, en cambio él se sorprendió de recibir ayuda desinteresada- sonrió Tomoki dejándola pensativa.

- Aunque…se supone que las mujeres no recibimos regalos este día- suspiró sin obtener respuesta. Ahora se preguntó, si al igual que la mayoría, Tomoki tendría también alguna admiradora.

- no importa si tus admiradores son hombres o mujeres…supongo- agregó.

Se esforzó en esconder el paquete en su bolso antes de entrar al salón, pensando en, aun por sobre la opinión de Tomoki, lo extraño que sería que la vieran con un obsequio. Mientras tomaba su lugar notó a Ryo caminando a su lado, quien en esta vez no se esforzó en desviar la mirada para, desde todas las perspectivas posibles, volver a avergonzarla.

- Esta vez decidiste aceptarlos todos- musitó Keiji al ver los obsequios sobre su escritorio.

- aunque siempre resultan ser chocolates- murmuró sin darles demasiada importancia.

- bueno…no es un gusto fácil de adivinar- trató de alcanzar el último chocolate en su mochila- a Hot...taru y a mi- murmuró eso último con dificultad, dado que se había obligado a no mencionar su nombre frente a él- nos gustan mucho…los chocolates.

Ryo lo miró de reojos, respondió con un ligero suspiro.

- puedes llevártelos…

Sin obtener respuesta, Ryo por su parte se recostó sobre la cama, y le dio la espalda apoyando la cabeza en la almohada…

-…¿No ibas a quedarte a las clases de cocina?- la miró de reojos, dado que sin previo aviso había comenzado a caminar a su lado.

Julianna dio un leve suspiro antes de responder.

- creo que después de todo es menos divertido de lo que esperaba…- sonrió con resignación- Las chicas dicen que con mi impaciencia siquiera podría preparar un plato de ramen instantáneo.

-…tal vez…tengan razón- asintió con cierta compasión.

-…¿Puedo acompañarte a casa?

Desvió la mirada hacia el cielo.

- tengo cosas que hacer.

- ¿y puedo acompañarte?

Antes de salir del edificio la vio correr a comprar un par de latas, para ella de chocolate, para él de jugo de frutilla. Tomaron el metro y caminaron hasta un templo cercano, donde a pesar que claramente debían guardar silencio Julianna no se contuvo en interrogarlo.

-…Papá no suele hablar mucho…respecto a esto- se defendió al ver sus ojos fastidiados.

- si te interesa podrías averiguar por tu cuenta.

- ¡creo que lo haré!

El par de amuletos para la salud que compró eran un encargo de su padre, ya que desde el nacimiento su pequeña media hermana, de casi dos meses, había estado hospitalizada, fue un gesto con el que al parecer Julianna se sintió conmovida.

Tras mucha insistencia la acompañó a verse la suerte.

-…Creo que al menos tendré buena salud- murmuró esforzándose en leer el diminuto papel.

- en realidad dice que deberías cuidarte de las enfermedades de invierno- la corrigió él a su lado.

- es cierto- rio avergonzada- aun tengo dificultad para leer algunos kanji…y quizás nunca pueda hacerlo- suspiró cabizbaja.

Volvió a sentirse compasivo.

-pero hablas italiano- sonrió con ironía- supongo que eso lo compensa.

Julianna se quedó viéndolo y asintió con un ligero suspiro, volviendo su atención al papel.

-…Y al parecer tendré mala suerte en el amor- susurró.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.