Al final de cada viaje en la vida: Capítulo 20

Se había quedado pegada en su reflejo al otro lado de la ventana cuando Mayumi salió a su encuentro.

Tomó asiento viéndola analizar su expediente, “Ansiedad social, Trastorno de la conducta alimentaria”. Hizo preguntas respecto a la disminución en sus dosis de medicamentos, la Dra. Inoue había indicado que debería mantenerse así hasta dentro de un mes, a pesar de sus preocupaciones, en secreto aceptó que ya no le eran necesarios.

-…Eso significa que también has mejorado en tus habilidades sociales- agregó cuando mencionó que había dejado de temerle a los hombres y a los extraños.

-…aun así- suspiró-…creo que nunca podré relacionarme con normalidad...

- tal vez sólo necesites recargar energías de vez en cuando, lo importante es reconocer cuáles son tus límites…

Volvió a quedarse en silencio, tenía las manos frías a pesar de la calefacción, bebió un sorbo de té caliente para despejarse la garganta. Mayumi parecía analizar sus anteriores respuestas.

- ¿Hay algo más que te preocupe?

Suspiró por la nariz, sintiéndose ligeramente ruborizada. Pero eran cosas que no podía confiar a nadie.

-…No quisiera arrepentirme de ciertas decisiones – asintió sin dirigirle la mirada.

-…todas las decisiones tienen consecuencias- sonrió- lo sabes.

Apretó los dientes, resignada, como si su respuesta pudiese tranquilizarla.

La escasa nieve en las calles significaba un peligro si no era lo suficientemente cuidadosa para no resbalar en el pavimento. Caminaba a paso lento pensando en las palabras de Mayumi ahora lamentando no haberle confiado nada respecto a su padre, seguía temiendo las repercusiones si Anne se enteraba.

Antes de volver a casa pasó al supermercado cercano, sin duda necesitaba una motivación en la cuál ocupar su tiempo libre.

Picando en diminutos cubos la cebolla y las zanahorias, sofriendo otras cuantas verduras, cocinando los huevos y aderezando el salmón, dejó otra nueva porción de comida sobre la mesa de la cocina. Ya no podía diferenciar entre el aroma del ambiente y el de su propia ropa, y entre tanto por limpiar estaba dejando un desastre, y lo peor, ni siquiera era para ayudar a su madre con la cena.

-…¿Es por eso que compraste tantos ingredientes?- murmuró Anne recogiendo los platos sucios que encontraba a su paso.

-…es para…para un amigo- titubeó dejando de lado el cuchillo.

Al menos cocinar le resultaba placentero entre tantos pensamientos. Su madre le acomodó los mechones que estaban cayendo sobre su cara.

- ¿ese mismo por quien olías a cigarrillo?- musitó con suspicacia.

- no…- suspiró con apatía al recordar a Jun.

Etiquetando los recipientes con cada día de la semana los acomodó cuidadosamente en la nevera.

Con la última semana previo al examen a cuestas los profesores dieron tiempo libre. Por suerte sin dificultad pudo divisar el cabello pelirrojo de su amigo, quien junto a Aki revisaba un cuaderno de apuntes en la ahora atestada biblioteca.

Keiji levantó la mirada. Aki, como en mucho tiempo, la saludó con una sonrisa.

- Iré por algo de comer- musitó incorporándose- deberías hacer lo mismo.

Analizó a su amigo con detención, y aunque sonreía supo que las noches de insomnio habían mermado sus energías.

-…Seguro Momo no me perdonaría si rechazo las hamburguesas que trae a diario- agregó encogiéndose de hombros.

Tomó el lugar que había dejado Aki apoyando una lata de té caliente sobre la mesa.

- no sería bueno que enfermes antes del examen.

Bajaron al primer piso, ya que producto de la nieve era difícil salir a los jardines. Le entregó su porción de comida y se quedaron en silencio, el cansancio de su amigo competía seguro con su hambre.

-…No pasa nada- murmuró mientras Keiji no dejaba de verla, tal vez porque sólo estaba comiendo un par de onigiris- estoy bien…sólo por ahora no tengo mucho apetito.

- pero…respecto a…Eso- suspiró con evidente incomodidad.

-…bueno...Ryo y yo- se avergonzó-…nosotros ya no hablamos…Creo que es lo mejor, ya me siento bien.

-…claro…entiendo- pensativo, dio un siguiente bocado.

Ella le dio el penúltimo mordisco a su segundo onigiri, y suspiró. Keiji la miró de reojos bebiendo de su té.

-…Sé que solía decir lo contrario, pero…-titubeó-…él no es una mala persona.

Se sintió agradablemente sorprendida.

- ¡pero no somos amigos!- se defendió de antemano.

-…no dije nada- se compadeció…pero…debo admitir…que de algún modo…me hubiese gustado que lo fueran.

Keiji la miró de reojos y suspiró por la nariz. Ella quiso disculparse al descubrir que había sonado egoísta.

- pero ya no importa.

- cierto, no todos son afortunados de tener mi amistad- bromeó ahora revolviéndole el cabello.

- Traeré tu almuerzo durante los días que quedan para el examen- agregó, la sonrisa de su amigo se hizo más amplia.

- entonces si apruebo tendré que buscar una forma de recompensarte…

Eran pocos los alumnos que no habían escapado a la biblioteca, por lo que la mayoría de los profesores se presentaban sólo a pasar asistencia. Tras de ella la presencia de Ryo seguía resultando incómoda, queriendo refugiarse buscó un libro y se puso los audífonos.

Eran ocho horas de diferencia con Londres, por lo que Jonh y su padre deberían estar iniciando su día. Repasando varias veces las canciones de la lista de reproducción de Ken, aun sin respuesta del correo anterior, se decidió al fin a escribir un nuevo mensaje…

Sin querer trasmitir su ansiedad, aunque precisamente así se sintiera, comenzó pidiendo disculpas por la insistencia, estuvo por mencionar que si deseaba podrían hacer una llamada, pero se contuvo a escribir sólo lo necesario, en realidad se sabía mala con las palabras.

Las hojas del libro de partituras de su padre estaban húmedas debido al clima. Ahora, sentada en un rincón bajo la escalera, volvió a ponerse los audífonos intentando seguir la melodía, descubriendo que al fin volvía a tener la paz mental suficiente para concentrarse en ello. Sonidos suaves, simples, pero elocuentes eran la antesala, y aunque la letra no tenía relación con su propio mensaje, en instantes pudo sentir a Ken en ella.