Light [1]

24. La gemela mala

Rous
 


 

Ya habían pasado más de tres horas desde que Luna se fue, me imagine que estaba en la casa comiendo, tragando helado o horneando galleta. Tirada en el sillón viendo películas donde al final la que supuestamente era la protagonista muere.
 


 

Si, hablaba de película sangrienta. Esa las del más allá y todo eso. Porque de amor esa la hacían vomitar. 
 


 

Todavía no entiendo como ella no engordaba y todavía mantiene una figura de modelo, si come más que nosotras y mucho más cuando se estresa o está nerviosa. Ella siempre me ha dejado en banca rota cuando sale conmigo. 
 


 

Come mucho.
 


 

Los chicos aparecieron media horas después que Luna se fue de la tienda, Star me dijo que llegaba temprano y la vi perderse con John. Cole y yo decidimos dar otras vuelta por el centro comercial, él quería comprarle un regalo a su papá porque ya se aproximaba su cumpleaños así que lo lleve a ver perfumes, reloj o corbata.
 


 

Esto de comprarles a los hombres no se me da muy bien.
 


 

¿Ósea que se le podía comprar de regalo a un hombre?  Corbatas y relojes, era lo único que pensaba en eso de regalo. 
 


 

—Y si dejamos esto para después. —Comenta Cole aburriéndose de ver tantos reloj carísimos, se me acerca por detrás y me da un beso en el cuello. —Tengo otra cosa en mente. —me susurra al oído, y me entra una curiosidad por saber. 
 


 

Me doy la vuelta para mirarlo a la cara, donde el enrolla su brazo en mi cintura y yo mi brazo atrás de su nuca. Le regalo una sonrisa.
 


 

—Olvídalo. — le sonrió y me aparto de él rápido antes que me bese. Camino fuera de la tienda y siento que nuestras manos se entrelaza, él me está sonriendo y diciendo por favor con su mirada muy dulce.—Vamos a dejar esta cosa en tu camioneta y vamos a donde tú quieras, pues.
 


 

— ¡Te va encantar, te lo aseguro!—me dice muy alegre. Después que dejamos las bolsa en la camioneta. El manejo hasta el lago de Treverlin, ya era como la seis de la tarde y se me había pasado la hora del almuerzo sentía mi estómago rugir. — ¿Tienes hambre?—me pregunta estacionando en el aparcamiento, asiento. — Aquí traje algunas hamburguesas de queso. —extiende su brazo hasta el asiento trasero y me las pasa.
 


 

Ya habían pasados algunas horas que terminamos de comer, Cole y yo nos bajamos de su camioneta  y caminamos hasta el lago. Nos sentamos en una mesa de picnic que estaban cerca de la orilla por lo menos tres metro, me quite las sandalias y comienzo a caminar descalza. Sentí que Cole me agarro por la cintura elevándome hasta estar en su hombro.
 


 

— ¡Bájame!—chille, esto me asustaba. El seguía corriendo hasta el lago. — ¡No! ni se te ocurra. —volví a gritar cuando vi su intención.
 


 

—Lo siento amor, pero tienes que mojarte. —eso fue todo cuando me lanzo al lago. 
 


 

El agua estaba muy fría porque ya era de noche, me levante para salí del agua porque en serio  estaba muy fría parecía como si le fueran echado más de quinientos barriles de hielo al agua. Mis jeans rojos se habían mojado junto con mi camiseta blanca. Pero Cole me volvió agarrar, pero esta vez me abrazo muy fuerte.
 


 

— Te lo dije, te iba a encantar. —se le veía muy contento y antes que le respondiera ya él me ha plantado un beso en los labios, el volvió a colocar su brazo en mi cintura pegándome más a él. 
 


 

Yo coloque mi brazo alrededor de su nuca y metiendo mis manos en su pelo, se sentía tan suave. Él me besaba apasionadamente y yo lo necesitaba cerca de mí, no podía apartarme de él. Su boca después dejo de besarme y paso a mi cuello, sin separarme de él me aferre más cuando la electricidad me recorrió hasta llegar en mi vientre. El subió su cabeza y su frente chocaba con la mía, mire por su hombro y vi la luna, era hermosa y brillante. Volví a mirarlo.
 


 

— ¿Sabes algo?— mi voz salió tan juguetona que no me detuve cuando le sonreí pasando mi dedo índice por sus labios. 
 


 

Eso labios tan carnosos, lo único que me llevaba era pensar cochinadas de las que leía. 
 


 

Heeee, ¿nunca se los conté? Uff mala mía
 


 

— ¿Qué?—su labios le susurran a los míos. 
 


 

—Tengo frio. — él se separa a unos centímetro pensando que le iba a decir otra cosa y me enarca una ceja.
 


 

—Dime que es una broma. —su voz no sonaba para nada feliz y lo disfrute por unos segundos.
 


 

— Claro, que no cariño. ¡Te amo!—le grite muy alegre y lo volví a besar.
 


 

Ya habían pasado diez minutos cuando los dos ya sentíamos mucho frio, salíamos agarrados de las manos. Caminamos hasta el estacionamiento donde estaba la camioneta estacionada de Cole, yo me estaba secando con una toalla que Cole me pasó. Vi que él saco algunas ropa detrás del asiento del conductor y se levantó su camiseta blanca mojada, tirándola en el suelo dentro de la camioneta. 
 


 

Yo me quede paralizada y temblando del no frio por ver el cuerpazo de mi novio. Eso solo provocó que mis pensamientos perversos surgieran de la nada. 
 


 

Tenía cuadritos como si hiciera domínales todos los días, yo solo me lo quede mirándolo de pies a cabeza.
 


 

O más bien me comí con la mirada. 
 


 

Él noto que lo estaba mirando y sonrió. 
 


 

— ¿Qué?
 


 

Yo me estaba mordiendo el labio inferior por ver eso abdominales.
 


 

—Todo eso es mío.
 


 

¿Lo dije en voz alta o lo pensé? 
 




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