Light [1]

33. Donde todo comenzó

La Historia de como comenzó todo (Luna)
 


Estaba parada en medio de un desierto, no me explicaba que hacia yo aquí. El sol quemaba mi piel con tanta intensidad que abrí mis alas para protegerme del sol, la caída solo me había dejado herida que tardarían segundo en sanarse.

Todo lo que me rodeaba era arena por todo lado, camine sin buscar una dirección. Ya que no podía volar por alguna razón extraña que no me explicaba.

Seguí caminado hasta cuando la tierra tembló, haciendo que el suelo se abriera en dos. Corrí lo más rápido que pude, vi una montaña de arena al frente y la subí, corrí hasta que llegue arriba de la montaña, mire para atrás y ya la tierra no estaba temblando.

Qué raro.

A lo lejos algo me llamo mucho la atención, vi una casa cosa que se me hizo más raro. Ya que una casa en medio de un desierto, no traía nada bueno. Solo traía recuerdo a ese viejo cuento de Hansel y Gretel que algunas veces escuche de los humanos, la diferencia de ellos y yo, era que ellos estaban en un bosque y yo en un desierto.

Me lancé de la montaña y comencé a rodar cuesta abajo, cuando sentí que ya no rodaba me levante y seguí corriendo hasta la casa. Ya que mis heridas no sanaban y sentía que mis alas pesaban, como si fuera un estorbo para mí.

Cosa que nunca en todos esto siglos me ha pasado.

La casa estaba arriba de una roca grande que tenía forma de una mano sosteniendo firme la casa, hice todo lo que pude para subí la piedra y llegar a la casa. Mis pies estaban torpe al subí, logre y abrí la puerta. La casa por dentro parecía estable, estaba vacía no había muebles ni persona. Parecía que apenas la acababan de construir, sin pensarlo cerré la puerta y me deje caer en el suelo.

No entendía que hacia yo aquí

¿En dónde estaba, ¿Porque había una casa arriba de una roca en medio del desierto? y ¿Qué mal hice para que fuera desterrada del cielo?

Ósea yo estaba tranquila con mis hermanos haciendo nuestros labores, cuando escuche un silbido tan agudo que me provocó un dolor de cabeza tan fuerte que ni me dio tiempo de asimilar que pasaba.

Yo no había pecado, ni siquiera me preocupaba por la humanidad. Tenía miedo pecar, porque la última guerra que hubo en el cielo donde mis hermanos se revelaron ellos salieron perdiendo y ahora viven de puro dolor y odio, yo no quería eso para mi vida y solo por eso no entendía que había pasado.

Estaba tan metida en mis pensamientos cuando escuche paso en la entrada de la puerta, alguien toco y yo no tenía ánimos para esto jueguitos ridículo. Todo mi cuerpo me dolía para saber quién era el que estaba tocando, mi mente solo me gritaba te van hacer daño.

Y era algo que ya estaba en nosotros. Yo no estaba aquí para esconderme o para luchar, solo quería volver a mi casa.

Volvieron a tocar, me acurruque en el suelo, esperando quien sea, se fuera. Pasaron unas cuantas horas y escuche otras pisadas, pero esta vez nadie toco si no que tumbaron la puerta de una sola patada. Me levante de un solo salto y vi una mujer, de tercera edad, cargaba abrigos de piel de animales como ropa, me puse en posición de defensa pero fue como un martirio para mi cuerpo.

Me pesaba y dolía tanto que creía que en verdad había hecho algo muy malo y lo estaba pagando.

Así que solo la mire sin mostrar ningún miedo, aunque me estuviera muriendo por dentro. Ella solo me dio una sonrisa diabólica que puso todos mis sentidos en alerta.

—Te encontré mi pequeña Leuksna —dijo ella caminado hacia mí.

—¡Aléjate!—grite muy fuerte y ella cayo en el suelo.

El grito de un Ángel puede ser muy mortal para un humano, dependiendo en que situación la utilicé. Solo que en esta yo no sabía que mis poderes estaban fallando.

Ella se levantó y saco una flauta, me dio una mirada de esa maléfica.

—No nena, eres mía. —De un lado para el otro con la flauta movía diciendo que no. Me miro con desaprobación como si la situación ya la estuviera cansado.—No, no, no y no, Pequeña. ¿Sabes cuánto me costó para que bajaras? Miles de años. —Dijo ella— Sabe que me sorprende de este mundo, que lo único que tienen protección son los humanos. Ustedes no, solo cumplen órdenes y son inservible.

¿De qué me estaba hablando ella?

—Solo quiero volver a mi casa.—mis lágrimas estaban cayendo y solo quería irme.

—Volverás muy pronto... Pero primero, lo primero.—extendió la flauta hasta sus labios y comenzó a sonarla.

Mis oídos zumbaban por el sonido de la flauta, me quemaba por completo. Sentía que algo dentro mí se estaba desprendiendo y no sabía que era.

—¡Para!—grite revolcándome de dolor en el suelo. Me tapaba los oídos pero no funcionaba.— ¡Para!—volví a grita.

Mi cuerpo se estaba debilitando, la mire y ella se estaba rejuveneciendo, se está pareciendo... a mí. Paro de sonar la flauta y camino hasta mí. Saco un cuchillo y me hizo cortes en el brazo haciendo algunos símbolos raros que solo había visto de mis hermanos caídos, no podía hablar ni gritar, ni podía sentir dolor. Estaba completamente inmóvil para moverme.

—Serás malditas por siglos, renacerás en un cuerpo humano alado de mío. Solo para que yo viva y tú mueras, dándome tu luz por siempre. Jamás me reconocerás y te acordaras de mí, no tendrás memorias porque solo eres mi fuente de su ministración.—la escuche decir y lo último que sentí fue el cuchillo en mi débil corazón arrancándome las últimas gotas de vida.

***
 


Todavía sentía el cuchillo en mi corazón, sentía que me estaba muriendo. Abrir mis ojos y estaba parada en el parque, besando a este chico que todavía no sabía quién era. Me separe de impulso, agarrando mi corazón sintiendo todavía el dolor en mi pecho.




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