Light.

Capítulo 22: Reencuentros.

—Voy a despedazarte —amenaza bailando al son de nuestro propio vals, en el que ella se acerca y yo me alejo, recorriendo juntas el reducido espacio.
Con la ansiedad en aumento trato de mantener la mente fría obviando el acérrimo odio que profeso hacia los presentes, y cuando una campana resuena sobre nosotras anunciando el comienzo de la pelea me situó en posición de defensa a expensas de quien impartirá el primer golpe. Por supuesto Angelique es incapaz de contener su anhelo, y tras una serie de movimientos logra desorientarme lo suficiente como para tomar mi brazo derecho y retorcerlo hasta alcanzar un ángulo antinatural.
Empujándome contra los barrotes ejerce una fuerte presión con la que tras un escalofriante sonido, me fractura el hombro y a pesar del indescriptible dolor solo profiero un tenue gemido lastimero. En especial porque reconozco la ventaja de mi posición y con un codazo en la mejilla me libera, antes de que la envié al otro lado de la jaula gracias a una patada en el estómago.
Inútilmente sujetó el brazo con la esperanza de recuperar pronto la movilidad. Además ahora con los reflejos agudizados, reaccionó con rapidez cuando Angelique se levanta dispuesta a cargar de nuevo contra mí, pero agachándome alargó la pierna barriéndola por el suelo y consigo derribarla. Sé que solo retraso lo inevitable, sin embargo estando en evidente inferioridad prefiero actuar con astucia y atacar cuando exista la posibilidad de un golpe certero y con suerte mortal.
Sin embargo con cada encontronazo parece que lo único que consigo es cabrearla aún más y aunque disfruto devolviéndole parte del daño que me inflige, tras lo que percibo como una eternidad estamos jadeantes y cubiertas de severas heridas. Ahí es cuando sale a relucir la desesperación al ver que su victoria no está siendo como esperaba, trayendo consigo algún macabro pensamiento que se refleja en su expresión.
—Después de hoy no serás más que un despojo para mi amo y tu asquerosa familia —sentencia con sadismo, mientras ambas valoramos cuál será nuestro próximo golpe.
—Das todo por Dominik cuando él jamás sacrificará nada por ti —reclamo con firmeza, sin llegar a entender como una persona tan naturalmente dominante es capaz de subordinarse ante él. Cuyo único aliado real es la oscuridad y solo porque puede otorgarle el poder que tanto ansía.
—Cuando acabe contigo iré a por ellos —amenaza fuera de sí, habiéndole afectado mis palabras más de lo que puedo llegar a imaginar—. Él será el siguiente, lo torturaré hasta que suplique por clemencia —se regodea con una maldad que me hiela la sangre, a medida que su fisionomía cambia progresivamente y mediante el uso de su poder adopta una forma humanoide que no reconozco al principio. Pero cuando la transmutación finaliza, mi férrea convicción de mantener la calma desaparece por completo. Angelique ha tenido la osadía de encarnar la apariencia de Mark con la más inquietante perfección, trayendo consigo estruendosos vítores por parte de nuestro público quienes profieren insultos ante la imagen del elegido.
—Cállate —le advierto en un susurro, manteniendo la mirada gacha en un intento por alejar lo que me rodea y recuperar así mi verdadero yo. Sé que quien habla no es Mark, sino una imagen diseñada para mortificarme, pero eso no impide que nazca en mí una terrible furia sanguinolenta.
—Le vaciaré las cuencas y me comeré su corazón —continúa creyendo que mi postura indefensa es una muestra de rendición, cuando en realidad está cavando su propia tumba—. Me aseguraré de que todos griten tu nombre pidiendo auxilio, que sufran la peor de las muertes, como la perra de tu madre —blasfema rompiendo el último hilo de autocontrol que me mantiene atada a la cordura y a su posible salvación.
—¡Basta! —grito con un tono de voz que apenas puedo identificar como propio, siendo arrollada por una fuerza densa y oscura que se abre camino igual que un tsunami, llevándose consigo cualquier vestigio de humanidad a su paso. Seducida por una extraña voz que me incita a seguir su depravado camino, mi luz lucha por salir a flote en medio de la tenebrosa neblina. Pero para la desgracia de todos, es relegada hasta que solo puedo suplicar por la inconsciencia que me libere de contemplar lo que estoy a punto de hacer.
Sin embargo esto jamás sucede, quizás por la adrenalina que recorre mi sistema generando una sensación tan intoxicante, que me pierdo en el dibujo de mis venas por las que parece pulular un espeso líquido negro. Como si realmente la oscuridad hubiera corrompido hasta el último rincón de mi alma y por ende alzó el rostro ansiosa de contemplar la reacción del público.
—Tus ojos —murmura con absoluto horror a medida que la marabunta de demonios que nos rodea perciben su actitud como una clara señal de alerta. En medio de sus despavoridos gritos e intentos de huida, disfruto al sentir la forma en que el caos y el pánico colman el ambiente. Con anhelo la examinó consciente de que por primera vez experimenta en carne viva lo que yo sentí cuando atacó a una versión mucho más inocente de mí misma, aquella aciaga noche.
Ese miedo que atenaza tus músculos y quebranta la voz, reduciéndote a ser un simple observador de tu propia desgracia. Ahora no sirven de nada todos los esfuerzos de mi familia por mantenerme segura e infundirme confianza, sumida en esta espiral de autodestrucción me siento más poderosa que nunca y deseosa de más.
Así que alzó la mano impulsando por los aires a una aterrada Angelique que impacta con una fuerza atroz al otro lado de la jaula, doblando de manera desmesurada los barrotes que la conforman. Incapaz de mover siquiera un dedo me contempla en una súplica muda, pero como si se tratara de algo instintivo remuevo la oscuridad que habita en el alma de la pelirroja, hallando que si lo deseo puedo nutrirme de ella o inclusive destruirla.
Aunque considero que sus últimos instantes de vida merecen mucha más dedicación. Por lo que continuó torturándola mientras sus incesantes gritos son una prueba del indescriptible dolor que experimenta, al menos hasta que no puede soportarlo más y cae al suelo desmadejada. Justo cuando me dispongo a liquidarla algo lo impide, y no se trata de mi luz que observa impotente este escenario, ni de los alaridos aterrorizados de Elizabeth. El mal se ha aferrado como una segunda piel convirtiéndome en lo que más odio, pero cuando Dominik estalla en carcajadas tras recibir el mensaje de uno de sus súbditos todo se paraliza.
—Parece que tenemos visita, Mark y tu destinado se encuentran en el exterior. Afirman que comenzaran una guerra si no vuelves a ellos sana y salva —anuncia despejando mi mente lo suficiente como para que la luz se abra camino de nuevo, entonces caigo de rodillas tanto por el cansancio físico y psíquico, como por la culpa que me aprisiona.
Reviviendo lo que acabo de hacer trato de comprender cómo he podido caer tan bajo, pero al igual que mi luz, la oscuridad que poseo se ha manifestado a medida que Dominik ha ido haciéndome consciente de ella. No solo en esta reunión, si no con cada maquiavélico plan que ha urdido desde que llegué a Manhattan. Todos han descrito mi luz como una fuerza única, por ende el que haya sido consumida de forma tan feroz por la oscuridad resulta aterrador.
Eso me lleva a cuestionar qué nos depara el futuro, en especial si no puedo controlarme. Es un complejo dilema pues a pesar de saber que mi familia está preocupada, dudo sobre si debo volver junto a ellos. He demostrado que las palabras de este horrendo demonio son ciertas, soy débil y quizás por ello aun sabiendo que mi verdadero destino es hacer el mal necesito refugiarme en el amor incondicional que siempre me brindan.
—Aunque es evidente que el combate ha llegado a su fin y con una clara vencedora —sentencia con un tono de imposición tan firme, que todos los demonios que corren alarmados por el lugar se detienen obedientes para depositar su atención en él—. Soy un hombre de palabra, así que la joven es de tu propiedad. Podéis marchar, solo espero que no sea demasiado tarde para tus salvadores —decreta contemplándome con una sonrisa maquiavélica.
—¿Es una amenaza? —preguntó inquieta por lo que pueda encontrar al salir. Pero juro que si algo les ha sucedido a Mark o Ethan, nadie quedará en pie, aunque sea lo último que haga.
—No me atrevería a tocarles. Solo deseo que comprendas que causas únicamente dolor y muerte a tu alrededor y que quizás se debe a que estas en el bando equivocado —comenta inocente, proclamando una gran verdad. No obstante sé que emplea mis evidentes inseguridades para arrastrarme a su terreno—. ¿Qué pensarían ellos si supieran lo que ha sucedido?
—No vas a manipularme —espeto con fuerza. Pero en realidad busco esconder la ansiedad que siento ante la posibilidad de que descubran el monstruo que habita en mí.
—Tranquila, seré discreto —promete luciendo dispuesto a callar y adoptando ese tono condescendiente con el que reafirma el gran favor que me está haciendo—. La luna de sangre se alzará en una semana y para entonces solo espero que recapacites —dice esperanzado, desvelando un dato que a partir de ahora me perseguirá a cada instante. Pues el tiempo corre en contra de los ángeles para evitar que la Tierra y Elis se conviertan en terroríficas representaciones de Bakal.
A continuación ordena a dos de sus demonios que me escolten al exterior, pero antes de abandonar la jaula, no puedo resistir el impulso de echar la mirada atrás para contemplar a Angelique. Quien a pesar de estar desvalida continúa vigilándome con una expresión cargada del odio más profundo. Además tengo que soportar la imagen de una inconsciente Elizabeth en brazos de un demonio y a pesar de que mi primera reacción es arrancarle a la joven de sus manos manchadas de maldad, lo reconsidero pues las mías sonaúnn menos dignas de sostenerla.
Mientras sigo resignada el camino que marcan nuestros acompañantes, rememoró la última visión que tuve de él antes de abandonar la fosa. Dominik sabe que ha ganado esta batalla, pero espero que la luz conquiste la guerra, incluso si yo he caído en desgracia para entonces. Atravesando una recóndita puerta que nos conduce a un largo tramo de escaleras, alcanzamos el exterior donde Mark y Ethan ataviados con sus ropas de combate son rodeados por una orda de demonios.
Nada más verme el alivio es evidente en sus expresiones, pero no se permiten bajar la guardia, igual que yo. Sé que tanto la pelea con Angelique, como el dejarme ir con Elizabeth, no es más que un entretenimiento para Dominik. Quiere ver que soy capaz de hacer con las herramientas que me ofrece y confía ciegamente en que no existe posibilidad de que pueda derrotarlo, pues el destino está escrito, soy uno de ellos.
Así que el temor por la joven me obliga a custodiarla hasta que el demonio la deposita en el suelo con sumo cuidado, temeroso de acabar como Angelique. Entonces Ethan comienza a aproximarse a medida que la comitiva de demonios retroceden de vuelta a su cubil y tras un eterno instante, Elizabeth se halla a salvo en sus brazos.
—¿Estás bien? —pregunta en un suave susurro, mientras que sin saber cómo responder ofrezco un breve asentimiento de cabeza esperando que no alcance a advertir la tormenta de emociones en la que me he convertido—. Sabes que Mark acabaría encontrándote —añade creyendo por fortuna que mi pena proviene del hecho de haber sido descubierta.
—Al menos ella por fin es libre, eso es lo único que importa —respondo contemplándola y advirtiendo que ahora parece descansar tranquila. Aunque no podemos bajar la guardia hasta que la luna de sangre pase.
—Salgamos de este lugar —dice conduciéndonos junto con Mark, hasta un todoterreno negro aparcado a unos metros de distancia. Ya en el coche Ethan custodia a Elizabeth en los asientos traseros, entretanto sentada junto a mi tío esperó alguna reacción o estallido por su parte, pero nada sucede. Durante el trayecto se abstiene a darle indicaciones a Ethan para asegurar que la joven no padece ningún daño interno o herida grave, pero en lo que a mí respecta es como si no existiera.
Incluso siendo evidente la inmensa decepción que siente, no pienso engañarlo escondiéndole lo sucedido. Me he dejado seducir por la oscuridad y aunque implique su rechazo absoluto, estoy dispuesta a afrontarlo. Ahora bajo el resguardo de un hermoso amanecer entramos a casa, sin creer aún lo sucedido y que en cierto modo he sobrevivido. En el salón nos esperan los demás a excepción de Carmen y por supuesto nada más vernos, Erika hace el amago de acercarse hasta que advierte algo en la expresión de Mark que la lleva a recular.
—Ethan llévala a la habitación de invitados, allí descansará por ahora —dice estableciendo ciertas prioridades antes de tener que lidiar con su desastrosa sobrina—. Y tú Ricky deberías acompañarlos para revisar su mente, quizás haya atravesado más traumas de los que puede soportar —añade incitándolo a seguir a su hermano escaleras arriba para acomodar a la joven.
Manteniendo mi posición sin atreverme a alterar cualquier orden que haya dispuesto a fin de enfrentar nuestra charla, lo observó ingresar al salón donde Alex lo recibe con un fuerte apretón de manos cargado de un oculto significado.
—Erika será mejor que tu padre te lleve a casa, los chicos deben quedarse esta noche, pero puedes volver mañana para hablar con Jessica —dice Mark dedicándole una mirada más afectuosa a la joven, tras ser consciente del duro semblante que ha mostrado nada más entrar por la puerta.
Así es como ambos se marchan, no sin que antes mi querida amiga me dedique una sonrisa con la que espera infundirme algo de confort, y teniendo en cuenta lo que se avecina es un gesto que atesoro con mucho cariño. En cierto sentido la ausencia de Carmen anunciaba desde el comienzo cuan duro va a ser Mark, pues de otro modo jamás hubiera faltado. En un sin fin de ocasiones ha demostrado ser un bálsamo calmante en nuestra relación, pero a medida que ingreso al salón entiendo que esta vez solo somos él y yo.
—No tienes idea de lo aliviado que estoy de que estés bien —confiesa rompiendo con el silencio y la tensión que se generaba en el ambiente—. Pero debes saber que sigues con vida solo porque Dominik lo ha consentido y que de haberte mantenido en Anfor junto con el libro, nada de esto hubiera sucedido —sentencia adoptando un tono de represalia, que vaticino, mantendrá a lo largo de nuestra charla.
—Tampoco habría podido salvar a Elizabeth —apuntillo bien conocedora de los errores y aciertos que marcan mi trayectoria, sacando como única conclusión que al menos he cumplido con la promesa de rescatarla.
—Ha sido demasiado arriesgado Jessica —asegura intentando hacerme entrar en razón. Sorprendida con su actitud conciliadora, pues esperaba que se desatara una gran pelea entre nosotros—. Al igual que todo lo que habéis estado haciendo últimamente… Cuando el arcángel me contó sobre vuestro plan fallido de entrar a la zona prohibida, no pude creerlo —confiesa con voz entrecortada, como si el recuerdo de aquel angustioso instante siguiera afectándole.
—Sé que no he hecho las cosas de la mejor manera y no tengo excusa. Pero tú también me ocultaste ciertas cuestiones —digo sabiendo que no soy quien para pedir explicaciones después de haberlos traicionado a todos, pero necesito comprender algunos asuntos que me han carcomido a lo largo de nuestro tiempo separados—. ¿Por qué no le hablasteis al arcángel de mí? ¿Por qué no me contasteis sobre la profecía?
—Solo intentamos protegerte, que pudieras actuar y aprender con libertad, sin el yugo de ningún líder o destino encima de ti —responde sin cortapisas, claramente esperando que tendría dudas al respecto y sobre todo seguro de haber hecho lo correcto al procurar lo que creyó mejor para mí.
—Bueno, eso no puede haber ido peor —comentó en un susurro arrepentido que apenas alcanza a escuchar.
—Cuando el arcángel dijo que estabas en Anfor y que lo habíamos engañado, supe que al menos estarías a salvo y nada más importó —confiesa haciéndome ver lo que este tiempo alejados ha significado para él—. Entonces decides seguir a un Fade hasta la biblioteca y extingues la oscuridad de la zona prohibida con la intención de rescatar el libro de las sombras —añade revelando la frustración que ha estado carcomiéndole.
—Gracias a ello he descubierto lo que Dominik se trae entre manos —atajo sin querer justificar mis acciones, pero necesito explicar el motivo detrás de ellas, ya que han sido ejecutadas bajo buenas intenciones.
—Lo sé, los chicos me lo han contado todo —asegura reflexivo—. No sé si sentirme orgulloso o decepcionado. El arcángel parece respetarte de algún modo o de lo contrario jamás te habría cedido la potestad sobre el libro, por lo que dejaremos a un lado tu comportamiento en Anfor. Pero haberte reunido con Dominik… —continúa mostrando verdadera reverencia al inicio, que se evapora tan pronto sale a relucir el causante de todos los males.
—Tenía que sacar a Elizabeth de allí —me sincero esperando que alcance a comprender mi necesidad de liberarla. No solo porque su alma es necesaria para el ritual, sino porque en cierto modo me recuerda lo que yo una vez fui.
—Cuando te miro veo a Julianne, veo su coraje y lo admiro. Pero incluso ella siendo la persona más valiente que jamás he conocido, comprendía que en ocasiones necesitamos ayuda —menciona hundiéndome en una profunda tristeza al imaginar lo que pensaría mama si me viera ahora mismo. A pesar de que con sus palabras solo pretende hacerme reflexionar—. No te diré que no estoy preocupado por todo lo que has hecho, pero me siento aún peor al ver que no confías en mí.
—No me hubieras dejado ir a verle.
—Es cierto, no obstante quizás juntos podíamos haber hallado otra manera de salvarla —admite mostrando que su lealtad es tan grande, que no se habría detenido hasta encontrar una solución—. Le juré a Julianne la noche antes de su muerte que cuidaría de ti, y el saber que ese malnacido ha podido herirte sin que yo pudiera haber hecho nada por evitarlo me mata —añade. Da la impresión que he actuado como si ellos fueran mis enemigos y no mi familia, pero movida por la preocupación de hacerles sufrir o ponerlos en peligro, olvide que son la mejor parte de mí.
—Lo siento, estoy rodeada por una vorágine de destrucción y cuando pienso que por fin comprendo quién soy o cuál es mi sitio, todo se viene abajo —lamento al borde de las lágrimas, deteniéndolo en seco cuando se aproxima para envolverme en un cálido abrazo, sabiendo que necesito de una gran entereza para pronunciar el siguiente discurso—. En aquel lugar sucedió algo que tengo que contarte y que tiene que ver con Dominik —advierto esperando que no me odie demasiado después de esto. Sin embargo su expresión se ensombrece e imagino cuál será su reacción tras revelar la conexión que comparto con el demonio.
Así que tratando de contener la emoción, describo lo sucedido desde que abandoné el coche junto a Ethan, hasta que me encontré cara a cara con Dominik. Le cuento acerca de las tablas cuyo contenido ofrece tenebrosos cantares sobre mi derrota y de los motivos que me llevan a creer que no son un simple invento, sino más bien una cruda realidad de lo que podría acontecer en un futuro.
—En definitiva no estoy destinada a derrotar a la oscuridad, sino a unirme a ella —sentenció sabiendo que no es la mejor manera de concluir esta charla, pero necesito decirlo en voz alta para liberar parte del peso que cargo.
—Jessica no has de creer en sus palabras, es imposible… —asegura preocupado al ver cuánto ha calado en mí aquella idea, pero se debe a que no ha sido consciente aún de la lógica que encierra.
—Hay oscuridad en mí… Esta misma noche la he usado contra Angelique y he perdido el control por completo —confieso avergonzada y agradecida de que no estuviera allí para presenciarlo, o de lo contrario no estaríamos hablando con tanta calma.
—Por eso soportaste la oscuridad de la biblioteca —murmura para sí mismo, tan bajo que apenas logró atisbar lo que dice—. Debes calmarte, todo estará bien, te lo prometo. Pero no has de contarle a nadie acerca de lo sucedido, muchos llevados por la desesperación podrían intentar hacerte daño —pide minutos después viéndose por primera vez realmente inquieto. Tratando de buscar una forma de arreglar este embrollo aunque quizás está demasiado lejos de su control.
—Tal vez no importa lo mucho que me resista, ¿Qué pasa si soy como él? —cuestiono meditando en que si la profecía está en lo cierto, mi muerte es lo único que podrá salvarlos.
—Mientras viva jamás permitiré que caigas en la oscuridad, confió en tu luz y en tu bondad —sentencia con tal severidad que no deja opción a réplica, estrechándome entre sus brazos como deseaba hace un instante.
—Me advirtió que la luna de sangre será en una semana y que estará esperándome —advierto cuando nos separamos, con la sensación protectora de sus brazos rodeándome aún pululando por mi sistema.
—Cuidaremos de la joven y del libro, además hablaré con el arcángel para establecer vigilancia permanente sobre esta casa. Sin todo ello no podrá abrir Bakal —planea demostrando que confiar en él es la mejor decisión que he tomado nunca.
—Elizabeth me vio atacando a Angelique, así que lo más seguro es que me tema y quiera escapar —preveo avergonzada ante el recuerdo de lo que le hice pasar.
—Si las cosas se ponen muy difíciles quizá Ricky pueda ayudarla a comprender la situación, al menos de manera temporal —añade reticente, conociendo el disgusto del psíquico sobre emplear su poder para esos fines. Aunque si la joven despierta fuera de sí, el eliminar ciertos recuerdos de su frágil mente es lo único que la ayudará a sobrevivir —. Deberías irte a dormir —aconseja acunando mi mejilla, como si se sintiera tremendamente feliz de estar cerca de nuevo para poder cuidarme.
—Tú también.
—Hemos dejado todo preparado en Elis para lo que se avecina, pero así estamos al borde de una guerra y ahora es cuando más alerta debemos estar —responde, reconsiderando mis palabras tras la mirada escéptica que le dedico, pues seguro que unas horas de sueño sentarán de maravilla a sus ojeras y su inusual aspecto desaliñado—. Aunque te prometo que lo haré después de que acabe con unos asuntos.
—Gracias —le digo en un susurro cargado de sentimiento cuando se despide dejando un suave beso en mi frente.
Ya en el piso superior aún me cuesta creer que estoy en casa, y continuó confusa ante la sorprendente aceptación de Mark. Sin embargo vislumbro la ancha espalda de Ethan apoyada en el marco de la puerta mientras contempla a su hermano acomodar a Elizabeth en la habitación de invitados, y una vez que recae en mi presencia los deja solos para acercarse.
—Pensé que no te volvería a ver —dice tomándome por sorpresa cuando me envuelve en un sentido abrazo, susurrando dichas palabras con su rostro oculto en el hueco de mi cuello.
—Estoy bien —miento esperando convencerle de que la cita en la fosa no ha sido tan terrible, pues la verdad de quien soy destrozaría por completo esa imagen angelical que me profesa—. ¿Cómo está? —pregunto cuando nos separamos, dando una rápida ojeada a la puerta tras la cual se haya silenciado por el momento mi más sucio secreto.
—El dolor y el miedo no dejan que Ricky vea más allá, así que tendremos que esperar a que nos cuente qué le sucedió.
—Todo parece como un sueño… —digo perdida en mis pensamientos.
—Por el momento debemos volver al instituto para aparentar normalidad con el mundo humano, pero estaremos juntos —me tranquiliza quizás percibiendo a través de nuestro vínculo los sentimientos que tanto buscó ocultar—. Cuando fuimos a buscarte creí por un instante que habías muerto y que los demonios que nos rodeaban acabarían por liquidarnos. Pero no pareció tan horrible si tú ya no estabas en este mundo, así que necesito decirte algo… Yo te quiero Jessica —confiesa como si las palabras lo estuvieran carcomiendo por dentro, demostrando que el día de hoy no ha sido esclarecedor solo para mí.
—Ethan —murmuró repitiendo mentalmente que esto no está sucediendo. Que un ser tan maravilloso no puede amarme cuando merece a alguien mucho mejor, un ángel con un alma tan pura como la suya que lo desee por entero.
—No espero que respondas, solo quiero que lo sepas. Vivimos tiempos oscuros y si algo sucede seré feliz sabiendo que la mujer que amo conoce mis sentimientos —asegura sin imaginar que entrega su corazón a un ser miserable—. Iré a por unas mantas, Ricky y yo dormiremos en los sofás de abajo esta noche, así estaréis más seguras —dice de manera escueta antes de marchar dejándome sola sabiendo que no he estado a la altura de su declaración. Pero olvidando lo que es correcto camino hacia mi cuarto donde liberó al menos una parte de la pena que siento, mientras el agua de la ducha ahoga mis sollozos.
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