Light.

Capítulo 23: Una noche en el Paraíso.

Inquieta me remuevo desesperada por alejar la pesadilla que ha logrado atenazar mis músculos y sumergirme en un dolor casi agónico. Para cuando al fin abro los ojos en medio de la oscura habitación, no puedo contener el potente alarido que pone en marcha de inmediato a toda la casa. Pero gracias a la tenue luz que entra por la ventana, percibo la figura difusa de un cuerpo a punto de abalanzarse sobre mí, así que ruedo de la cama cayendo de bruces contra el suelo donde temblorosa me recompongo preparándome para pelear.
Trato de alcanzar la lámpara en la mesilla de noche y al encenderla descubro la identidad del atacante. Aterrorizada Elizabeth sujeta unas puntiagudas tijeras mientras solloza temerosa de lo que pueda sucederle tras haber fracasado, o quizás al ser consciente de lo que estaba a punto de hacer. Claramente mi grito la ha asustado, pero ahora contemplándonos la una a la otra, un odio irracional despierta en su interior motivándola a volver a intentarlo.
Sin embargo su oportunidad de acabar conmigo se ha desvanecido y la lástima que le profiero me induce a esquivar su movimiento arrebatándole las tijeras, y hacerla caer al suelo ilesa. A pesar de la determinación con la que he actuado la incertidumbre por el mal sueño aún me persigue, por lo que mientras la joven llora hecha un ovillo en un rincón acudo al otro extremo de la habitación esperando recuperar algo de seguridad en mi entorno. El ajetreo que se cuece en el pasillo anuncia la llegada de Mark, sorprendida cuando también aparecen Ethan y Ricky, quien acude junto a Elizabeth y tomando su cabeza entre las manos consigue con gran dificultad calmar la crisis de ansiedad en la que estaba sumida.
—¿Qué ha pasado? —pregunta de inmediato un alterado Mark.
—He tenido una pesadilla y al despertar la he encontrado a punto de atacarme —respondo incapaz de fijar la vista en ninguno de ellos, demasiado ocupada mesando mis cabellos ante la desesperación por esclarecer el contexto de aquel sueño.
—¡Ella es un monstruo! ¡Es peor que ellos! —grita Elizabeth enloquecida, reaccionando ante el sonido de mi voz. Aunque solo Mark y yo somos conscientes de la lógica detrás de su comportamiento y cuanta verdad esconden sus alaridos—. Tienes que ayudarme, sácame de aquí —le suplica a Ricky, aferrándose a su camiseta como si fuera su última oportunidad de salvación, pero para su desgracia el único lugar seguro del que dispone está con nosotros.
—Vas a estar bien —responde el joven, depositando todo su empeño en infundirle la calma que ella es incapaz de encontrar ahora mismo.
—Algo más ha tenido que pasar, de otro modo no se habría atrevido a aparecer en tu habitación a amenazarte —menciona Ethan sin querer perturbar el sosiego que la influencia de su hermano ha logrado en Elizabeth. Aunque adopta un tono insidioso sospechando que mi reunión con Dominik esconde más de lo que le he contado.
—Ella ha pasado por mucho, es normal que en estos momentos no sepa discernir si somos aliados o enemigos —interviene Mark más calmado, hablando con tal firmeza que al instante todos parecen conformarse con su explicación. Sin embargo percibo cuánto le duele mentir aunque sea para esconder mi oscuro secreto—. Lo mejor es que la ayudes a dormir, mañana más descansados podremos explicárselo todo —asevera reduciendo lo sucedido a una simple crisis nerviosa, mientras Ricky toma a la joven para acomodarla de nuevo en el cuarto de invitados a sabiendas de que al menos por esta noche no volverá despertar.
Mientras Mark se aparta para darle unas últimas indicaciones, Ethan y yo nos quedamos solos en la habitación, pero continuo demasiado aturdida por el sueño como para dejarme llevar por su cercanía. Al igual que en otras ocasiones el contexto de este giraba en torno a Brian, pero todo cambió cuando estaba a punto de entrar a su apartamento y descubrí que la puerta había sido forzada, así que corrí al interior de la estancia presintiendo lo que podía estar pasando. Mis temores se confirmaron cuando encontré a Angelique y Dominik amenazando con impunidad la vida del joven, sin embargo a pesar de mis súplicas tuve que contemplar impotente cómo lo asesinaban e incluso ahora el dolor es tal que rompo en llanto.
—¿Qué te sucede? —pregunta Ethan preocupado, tomándome con suavidad por los antebrazos. 
—Necesito salir —sentenció sin saber cómo explicar la sensación de peligro que grita en mi interior y me impulsa a acudir junto a Brian para comprobar que realmente está a salvo.
—Es medianoche —alega confuso, poco dispuesto a dejarme marchar sin importar cuál sea la razón.
—Tengo que comprobar algo —murmuró consciente de que la simple mención de Brian solo complicará más las cosas. Por lo que liberándome de su débil agarre tomo el llamador del cajón de mi escritorio, habiendo perdido a este punto cualquier miedo a Dominik, ya que lo único que puede devolverme a la realidad es comprobar que él está a salvo.
—¿Qué pretendes? —dice Mark al ingresar en la habitación y verme sujetando el llamador, temeroso de hacer algo que pueda inducirme a cometer una locura de nuevo.
—Tengo un presentimiento horrible y necesito asegurar que no es real —respondo con simpleza. Mostrando que estoy dispuesta a compartir lo que me pasa, siempre y cuando comprenda que esto no es otro de mis impulsos, sino una auténtica necesidad.
—Puede ser una trampa —advierte con un tono más pausado, reconociendo la preocupación que siento y aunque desea retenerme en casa se esfuerza por darme un voto de confianza aun sabiendo toda la verdad.
—Si estoy en peligro os pediré ayuda.
—No puedes dejar que se marche —exige Ethan desesperado al ver como tras mis palabras, Mark se dispone a abandonar la estancia—. ¿Es por él cierto? —pregunta consciente de que mi tío no parece dispuesto a dar más explicaciones con respecto a su decisión.
—Ethan —suplico sin atreverme a asegurarlo y mucho menos a mentirle, en especial por el tono torturado que manifiesta. Comenzando a asumir que Brian siempre estará entre nosotros como un fantasma.
—Si de verdad te importo, no vayas —alega dispuesto a emplear cualquier baza con tal de evitar que me marche y a pesar de la ternura que me inspira, la incertidumbre que siento es mucho más poderosa.
—No tienes idea de cuán injusto es eso.
—Él estará bien, si no le han hecho nada hasta ahora es porque no creen que sea importante para ti. Si vas, os pondréis a ambos en serio peligro —dice aparentando que intenta ofrecer otro punto de vista cuando en realidad busca lo de siempre, motivarme a hacer lo que él quiere.
—Tengo que verlo —sentencio, pues aunque encuentro cierta lógica en lo que dice debo proteger a Brian, sobre todo ahora que he visto con mis propios ojos lo que Dominik es capaz de hacer.
Sin querer alargar este mal rato agito el llamador desvaneciéndome en un destello de luz, para ser envuelta segundos después por el frío viento nocturno que se cuela a través de mi pijama. Localizando el edificio corro con la sensación de que a cada segundo que pasa se me escapa de entre las manos la oportunidad de salvarle, lo cual se incrementa cuando compruebo que la cerradura de la entrada ha sido forzada.
Olvidando cualquier precaución subo las escaleras buscando su piso y una vez que estoy ante la puerta un gélido escalofrío me recorre al contemplar que está ligeramente abierta, aunque no presenta signos de violencia. Con el corazón desbocado ingreso al apartamento bañado en una densa oscuridad que solo se acentúa gracias a la luz que brindan las persianas entreabiertas, y bajo la cual atisbo una sombra de considerable tamaño que se aproxima caminando por el pasillo.
—¿Jessica? —pregunta la voz de Brian justo cuando estoy a punto de atacarle creyendo que es un intruso—. ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? —cuestiona con un tono cargado de angustia, acercándose raudo para envolverme entre sus brazos.
—Estás bien —murmuró enterrando el rostro en su sudadera, mientras lo examinó por entero para asegurar que no está siendo amenazado o herido. Por fortuna lo encuentro tan normal y maravilloso como siempre.
—Claro, ¿Qué esperabas? —responde confuso, pues continuo tensa ante la posibilidad de que algún demonio esté pululando por el edificio tratando de localizarle—. Estás temblando, ven aquí —ofrece conduciéndome hasta uno de los sofás del salón y tras cerrar la puerta del apartamento, me envuelve en una suave manta sentándose a mi lado.
—La puerta del edificio estaba forzada, tu puerta… —balbuceó tratando de aclarar esos vacíos de información que necesito para acallar de una vez mis sospechas.
—Hace unos días se colaron en el edificio e intentaron entrar en algunas de las casas, mi puerta está abierta porque acabo de llegar, no podía dormir y he salido a correr —alega con total tranquilidad. Aunque comienzo a pensar si fuerzas oscuras estarán detrás de dicha irrupción o se trata de un simple acto de vandalismo.
—Lo siento, he de parecerte una demente —me disculpó avergonzada al comprender su perspectiva de lo que acabo de hacer.
—No digas eso, ¿Por qué has venido? —pregunta usando un tono de reprimenda al inicio, como si no soportara que hable de mí en esos términos.
—Tuve un mal presentimiento y cuando he llegado… —alego insegura de que excusa poner para esta extraña visita a las tantas de la madrugada.
—No te preocupes —responde dejando de lado los motivos de mi llegada, a pesar de que es evidente que estoy escondiendo algo. Sin embargo ahora que lo tengo cerca captó que su tez está más pálida de lo habitual, su mirada se ha tornado inexpresiva bajo unas sendas ojeras e incluso presenta una inusitada delgadez. Sorprendida ante su repentino cambio le acaricio la mejilla sintiendo el tacto de su piel cubierta por un sudor frío.
—Solo necesito descansar —alega y aunque deseo aliviar su aflicción escojo corresponderle con el mismo respeto que me ha dedicado, así que confió en que hablara conmigo cuando esté preparado.
—Creo que debería marcharme, ya que sé que estás bien —asumo un tanto cohibida ahora que el temor por su vida se ha disuelto y solo queda la imagen de mí irrumpiendo en su casa con alboroto.
—Nadie se ha preocupado jamás tanto por mí, ¿Por qué lo haces? —pregunta sorprendiéndome con su tono cargado de curiosidad e incomprensión, como si no se creyese merecedor de tales atenciones.
—Eres importante para mí, contigo solo tengo que ser yo misma —respondo con pasmosa sinceridad sabiendo que debo contenerme, pues cada vez que estoy a su lado tengo la necesidad de compartir una parte de mi ser, algunas que incluso yo desconozco. Pero llevados por la intensidad de la situación comenzamos a acercarnos, hasta que nuestros labios se hallan a escasos centímetros de distancia y sin poderlo soportar ni un segundo más nos fundimos en la calidez del otro.
Esperaba que esto calmase las ansias que nos profesamos, pero al contrario hace arder con mayor fuerza el deseo, hasta que ambos estamos inquietos y reticentes a abandonar tal placer. Cuando me quiero dar cuenta su mano se ha colado por debajo de mi camiseta, rozándome la piel con actitud tentativa dándome la oportunidad de detenerlo. Por el contrario lo tomó de la nuca instándole a continuar, sin pensar demasiado en las repercusiones de mis actos e incapaz de encontrar las fuerzas necesarias para parar.
Con sumo cuidado Brian me insta a tumbarme en el sofá, situándose sobre mí y aunque claramente los dos a este punto hemos perdido el control de nuestras mentes, puedo percibir su preocupación por hacerme sentir cómoda. En mis sueños jamás hemos ido más allá de tímidos besos y alguna que otra caricia furtiva, así que sentirlo de este modo, tan cerca física como emocionalmente es lo más próximo al Paraíso que estaré jamás.
—Solo importa el presente, tú y yo —dice entre jadeos cuando se ve obligado a despegar nuestros labios para deshacerse de su sudadera, desvelándome con ello el pecado de la carne. El ardiente tacto de sus manos sobre mi piel y el de la suya, bajo la yema de mis dedos. Estamos tan juntos que apenas se puede discernir dónde empieza uno y acaba el otro, al igual que la palabra sexo o hacer el amor palidece enormemente, pues esto es más como una comunión donde entregamos nuestro ser por entero sin miedo a lo que podamos perder.
—No puedo hacerte esto —susurra de repente con un tono cargado de dolor y culpa, escondiendo su rostro en mi cuello quizás para no mostrar la vergüenza que siente, o con el fin de evitar contemplar el mío marcado por el deseo de continuar.
—Es por… —comento cohibida, mientras me embarga un gélido frío cuando se aleja para sentarse de nuevo en el sofá, mesando sus cabellos con actitud mortificada.
—Tú eres perfecta y te deseo más que a nada —sentencia mirándome a los ojos y pronunciando cada palabra con absoluta determinación para asegurar que no tengo duda alguna de su franqueza. A pesar de que incluso en la distancia percibo como las ansias por continuar palpitan en él, escojo no indagar en ello y nerviosa intento recomponerme—. Duerme conmigo, por favor —pide como si se tratara de un impulso.
—De acuerdo —aceptó a pesar de saber la inquietud que mi desaparición producirá en Ethan, pero teniendo en cuenta que incluso mis sueños vaticinan que la relación con Brian es imposible, me gustaría disfrutar del tiempo que nos queda y pasar la noche entre sus brazos es una gran manera.
Por lo que caminamos hacia su dormitorio en un tranquilo silencio y ya en la cama nos perdemos en la imagen del otro a través de la penumbra. Al menos hasta que caigo rendida por el cansancio, sintiéndome segura pues él vela por mi bienestar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.