Light.

Capítulo 26: La rendición.

Sábado 19 de Octubre.
1 día para la luna de sangre.

Al abrigo de un nuevo y soleado día, camino inquieta por la habitación consciente de mi soledad. A pesar de sus heridas Ethan se negó en rotundo a quedarse en cama ante la reunión que en estos momentos es presidida en Anfor por el arcángel Miguel, en base al enfrentamiento que los ángeles y los demonios habrán de disputar en tan solo unas horas. Pese al confort que me brindó dormir junto a él, no pude conciliar el sueño en toda la noche, acosada por las palabras de Mark y la tormentosa sensación de que hemos fracasado.
Continuó cuestionando si estoy haciendo lo correcto al no involucrarme en este tema, al no ayudarles. Mi corazón dicta que la oscuridad que poseo es demasiado peligrosa, igual que el temor a ser descubierta por todos resulta paralizante. Cualquier fallo nos conduciría al desastre y no sé si estoy preparada para asumir semejante responsabilidad. Soy testigo de cómo me he convertido en un amasijo de miedos e inseguridades y que todo ello brinda aún más fuerza a mi oscuridad, así que alejarme por completo de esta situación es la manera de asegurar la victoria para la raza angelical.
Estoy atrapada entre lo que se espera de mí y la incertidumbre respecto al futuro. En su momento creí ser alguien que actuaba buscando hacer lo correcto, por ende, a pesar de no saber si podría derrotar a Dominik deposite en ello todos mis esfuerzos con la esperanza de liberarnos de su maldad. Ahora sin embargo no sé donde quedo esa determinación y como puedo recuperarla. Todos respetaron mi decisión, aunque no la comparten y en el fondo esperan que recapacite antes de que sea tarde. Las enseñanzas de mama se imponen más que nunca y no tengo que meditarlo demasiado para llegar a la conclusión de que no estaría nada orgullosa si me viera ocultándome en las trincheras.
¿De verdad después de todo lo que he pasado voy a dejar que el miedo me gobierne? Pese a mi inestabilidad, la luz que poseo podría ser la única forma de detener a Dominik llegado el momento, por lo que ¿Estoy preparada para dejar indefensas a las personas que amo?
He comprendido que entregó a Elizabeth y adoptó la apariencia de un padre atormentado porque estaba seguro de que la oscuridad acabaría por consumirme. Entonces solo hubiera sido cuestión de unos días que acudiese a él de nuevo para entregarle a la joven, el libro de las sombras y además unirme a sus filas.
Sin embargo al comprobar mi resistencia prefirió aprovechar como distracción el baile y la traición de Brian para hacerse con todo ello por su cuenta atacando nuestra casa. Una renovada ira me embarga, pues aunque los vientos rugen desfavorables no puedo permitir que se haga con la victoria, ya que cuando la oscuridad lo posea por completo será inmortal y no podremos detenerlo. Rauda tomó el llamador en la mesilla y me transporto a la recepción de la Torre en Anfor.
Esta se encuentra plagada de ángeles, todos vestidos con sus trajes de combate y en contra de la enormidad de algunos guardias consigo abrirme paso hasta mi objetivo. El nerviosismo por escuchar la resolución del arcángel respecto a la batalla que se avecina es palpable en el ambiente, reflejándose también en la actitud precavida de los guardias, aunque al reconocerme abren las puertas del consejo con reverencia.
Dentro el bullicio parece repetirse, a medida que advierto la presencia de altos cargos de la jerarquía: supremos, sanadores… Como rostros más conocidos: Evone, el guardián, Reny y por supuesto mi familia, situados más cerca del arcángel. Insegura en medio de tanta eminencia me aproximo a Miguel, captando a su lado la figura de un hombre alto y fornido, con una mirada tan dorada como la del líder pero al mismo tiempo tremendamente diferente.
Aquellos ojos son el reflejo de un ser peligroso, pasional e inteligente. De un gesto pétreo, incluso sombrío es evidente que se trata de un ser de Elis, quizás algún representante de las razas, pero está claro que ha de ser alguien importante para habérsele permitido acceder a Anfor y además situarse en semejante posición de confianza. Fascinada por el extraño ser tardó en captar la mirada orgullosa que me dirige Miguel, hasta que los murmullos que resuenan a nuestro alrededor se tornan más insistentes.
—Lucharé a vuestro lado, pero a cambio de algo —reclamo con toda la entereza que soy capaz de reunir, ante la presencia de este ángel que en su día fue un feroz guerrero. Pero que a pesar de sus deseos por acompañar a su raza en la batalla, está relegado a mantenerse a salvo en Anfor con el fin de asegurar la eterna presencia de un líder. Así que sabiendo cuál es mi deseo, hablo lo más alto que puedo para que todos escuchen sin intromisión—. Dominik es mío.

00:00 de la noche.
Haciendo caso omiso a los gritos detrás de mí, continuó caminando centrada en abandonar la casa, sin embargo la desesperación que denotan sus voces es lo que me persuade a parar al menos por un breve instante.
—Jessica por favor, no puedes irte así, es demasiado peligroso —pide Mark brindando una actuación digna del mejor intérprete. Aunque no ha de serle tan difícil cuando de verdad mi huida puede significar no solo la muerte, sino el fin de los mundos si acabo cediendo a la tentación que la oscuridad me supone.
—No me queda nada aquí —aseguró en un susurro ahogado, en el que inconsciente vuelco parte de las emociones que me atormentan.
—Eso no es cierto —sentencia con expresión dolida, como si de todas las cosas que podía haber empleado para hacer esta situación más veraz, mi declaración cargada de desapego hubiera sido la peor.
—He tomado una determinación, es lo mejor para todos —digo esperando que comprenda el mensaje y viendo que esto se está alargando más de lo necesario, reanudo mi cruzada sin siquiera despedirme —. ¡No! —grito indignada cuando Mark hace el amago de cogerme del brazo y aun reconociendo que no tiene intención  de retenerme, lo tomo como una amenaza. Por consecuencia sabiendo que los espías de Dominik lo están esperando, dirijo una ráfaga de oscuridad contra él, enviándolo lejos.
Sin aliento contempló la sorpresa por parte de mi tío, a la par que las expresiones horrorizadas de Ethan y Erika al haber sido testigos por primera vez de mi sucio secreto. He asumido que el presenciar cómo la oscuridad me devora por completo no da lugar a otra reacción, pero eso no palia el dolor que genera tanto rechazo. Conteniendo las lágrimas, examino a Mark aún tirado sobre el césped de la entrada tratando de calcular que haré a continuación, por lo que marcho sin querer causar más estragos.
Aunque lo desconozcan, el amor incondicional que les profeso es lo único que me otorga cierto control y me motiva a seguir luchando. De cara a la perversa vigilancia de la oscuridad cualquier vestigio de luz ha de parecer extinto, debido al dolor por la traición de Brian, el sufrimiento de mis seres queridos y mi propia debilidad. Esa es mi mayor arma, sobre todo cuando me deslizo media hora más tarde en un profundo y húmedo callejón.
Centrada en la presa obvio el gélido frío nocturno que cala a través de mi corto vestido negro, o el fétido olor que emana de las alcantarillas. Aproximándome al enorme demonio que vigila con recelo la puerta del local, palpo la pequeña daga que se halla bien afianzada a la funda alrededor del muslo y con meticuloso sigilo le rajó la garganta en el momento propicio. Rápidamente mi víctima hace el amago de defenderse, sin embargo le he perforado la carótida y la sangre mana sin control a través de la herida salpicándome.
Tras caer al suelo con un golpe seco lo arrastró hasta las profundidades del mugriento callejón, y poco después avanzó en medio de la marabunta que frecuenta uno de los clubs más concurridos de todo New York, el Tártaro. El estruendo de la música junto con el olor a sexo, sudor y alcohol embriaga los sentidos, sin embargo en mi mente solo hay cabida para el siguiente paso. De camino a la barra mi presencia hace mella en el ambiente, hasta el punto en que los demonios alrededor se apartan, cuando decido tomar asiento en un alto taburete de cuero a la espera de que haga acto de presencia.
Consciente del miedo y el odio que veo reflejado en las expresiones de estos monstruos no me sorprendo cuando un instante después el local queda en completo silencio, viéndose rebajados incluso los gritos de éxtasis. A medida que la ansiedad por encontrarnos va en aumento, recuerdo con agradecimiento que esto es una oportunidad de oro por parte del arcángel Miguel para enfrentarme a Dominik antes de que logre ejecutar sus planes, o de lo contrario los ángeles entrarán en batalla. El éxito implica evitar la marea de sangre de todas las razas que correrá si la oscuridad se alza victoriosa y a cambio tengo el privilegio de matar a mi progenitor.
—Algo de beber, que sea fuerte —pido al camarero más cercano, advirtiendo que incluso los pocos humanos que hay lucen instintivamente deseosos de esquivarme. Pero no voy a permitir que nada me intimide, así que con renovada furia dejo claras mis intenciones—. ¿Algún problema? —pregunto al ver como pretende ignorarme, no obstante al mirarme de nuevo parece recordar mi poder y se pone manos a la obra. Hasta ofrecer un vaso lleno de un reconocible líquido ámbar.
El murmullo en la sala aumenta anunciando la presencia de mi anfitriona y confirmó con ello, que la información obtenida de mano de Ricky es cierta. Tan solo queda un día para la luna de sangre y como no, la fiel súbdita de Dominik celebra el éxito de su amo incluso antes de alcanzarlo. De hecho su expresión se ve inundada de un renovado orgullo, bajo el que ha enterrado cualquier temor que me haya profesado. Doy vueltas al líquido en el vaso con actitud inexpresiva, entretanto Angelique ocupa un asiento cercano examinándome mordaz.
—Has tardado demasiado —digo sin alzar la mirada, demostrando que carezco de aquella inocencia que todos se ocuparon en marchitar, habiendo despertado en su lugar a una criatura sedienta de ciertos deseos que aún estoy descubriendo.
—Solo quería ver hasta donde eras capaz de llegar —menciona ordenando al camarero algo de tomar con un despectivo gesto, como si fuera un ser inferior a ella.
—Creo que mi presencia aquí es suficiente —respondo sacando a colación la poca agudeza de su razonamiento, pues de no ser de vital importancia, jamás me habría atrevido a venir a este antro. Aunque en realidad conozco bien su intelecto y solo busco aprovechar como tiende a nublarse ante sus maliciosas emociones.
—Estás tan desesperada que eres capaz de meterte en la boca del lobo, aquí no está papa para protegerte —amenaza acercándose, atestiguando que este es su reino y que estoy rodeada de enemigos.
—¿Necesitas que te recuerde nuestro enfrentamiento en la jaula? —preguntó mirándola por primera vez a los ojos, captando la ira que la consume y la cual me permitirá conseguir lo que necesito.
—Eres una…
—No me interesa, he venido solo para que me lleves ante Dominik —sentenció interrumpiendo su insulto. Sin deseos de soportar ni un minuto más este interludio.
—¿Por qué debería hacerlo? —pregunta poco dispuesta a obedecer mi mandato, como una venganza por la actitud altiva que he adoptado.
—Porque conoces lo importante que soy para tu amo y hasta para tu raza —alegó asegurándome de ser bien escuchada por nuestro público, a fin de que adviertan quien tienen en realidad ante ellos.
—Si lo que deseas es verle, acompáñame —responde tras largos minutos en los que nos dirigimos sendas miradas cargadas de odio. De hecho cuando ella aparta la vista, esa poderosa tensión se libera de inmediato en el ambiente.
Sin decir nada más, presta toda su atención a un demonio que parece ser un escolta, dándole breves órdenes antes de conducirme fuera del club. Subiéndonos a una enorme y fastuosa limusina, donde el reducido espacio solo hace más notoria la aversión que compartimos trato de contener el deseo por vengar de una vez sus faltas. Hasta que el vehículo se detiene y la puerta se abre mostrando el lugar al que he sido conducida.
Debido a la privacidad que ofrecen los cristales tintados, el recorrido resulto una prueba de fe, esperando que Angelique no fuera tan idiota como para jugarse la vida engañándome. Pero el pestilente aroma a demonios que destila el elegante hotel que se abre paso ante nosotras, confirma que estamos en el lugar indicado. Ya en el interior la pelirroja me conduce hasta el ascensor, donde insertando una llave en la botonera hace que la cabina ascienda en dirección a una planta fantasma. Un pent-house en el que ingreso, advirtiendo como por mientras Angelique me contempla con expresión impertérrita.
—El amo te espera —explica con brevedad a medida que las compuertas del ascensor se cierran y en mí solo cabe una enorme desconfianza. A pesar de la sensación de haber caído en una sucia trampa, continuo porque ya es imposible abandonar esta fortaleza. Así que alzando el mentón, avanzó hacia el salón donde descubro a Dominik admirando la ciudad a través de unos enormes ventanales.
—Bienvenida, toma asiento —dice al ser consciente de mi presencia, empleando ese habitual tono cortés con el que continúa creyendo que puede esconder quién es en realidad. A pesar de ello me acomodo en uno de los sofás sin perderle de vista, temiendo cualquier acontecimiento que haya planeado—. ¿Deseas algo de beber? —pregunta aproximándose a una mesa en la que alberga todo tipo de licores.
En este instante trato de sumirme en su juego, sabiendo que está preparado para emplear sus tácticas como la falsa amabilidad, con tal de despertar mi ira y obtener el verdadero motivo de esta inesperada visita. Pero no le será tan sencillo, pues sé que conoce cada uno de mis movimientos desde que abandoné la casa de Mark hace unas horas, ya sea a través de sus espías o la conexión mental que mantiene con sus demonios favoritos, como Angelique. No obstante advierto cierta incertidumbre en su rostro, quizás porque igual que yo, esperaba estar devastada después de los recientes acontecimientos, sin embargo parece que no me rindo con tanta ligereza.
—No gracias —respondo cortes, tras lo cual, toma asiento en el sofá contiguo—. He decidido correr el peligro de buscarte, porque deseo que hablemos —confieso esperando que mi carácter al menos aparentemente, refleje paz e incluso unión.
—Así que al fin has comprendido a qué bando perteneces —aclara sopesando la verdad detrás de dicha afirmación. Pues a pesar de la tremenda escenografía que diseñamos para él, Dominik es lo suficientemente inteligente como para confiar en una única persona, él mismo—. ¿Cómo ha sucedido semejante epifanía? —pregunta con un tono jocoso, empleando sobre todo una evidente incredulidad.
—Sabes bien como tus estratagemas me han afectado, pero más allá de eso, he comprendido que es inútil luchar. Cada vez que me resisto a la oscuridad acabo hiriendo a las personas que amo, así que prefiero estar junto a ti e intentar controlar el daño que les hagas —confieso advirtiendo como inconscientemente gran parte de lo que digo es cierto. Algo que no pasa desapercibido para él, pues de inmediato suaviza su despiadada actitud.
—¿Por qué debería creerte? —cuestiona aún con cierta reticencia, poco dispuesto a sufrir una traición ahora que está a punto de lograr lo que ha planeado durante miles de años.
—Porque es evidente que la profecía es cierta, cada vez me cuesta más encontrar mi luz y si estoy destinada a condenar a todos los mundos, al menos voy a intentar salvar a mi familia —respondo sabiendo que entregarme por completo como una más de sus acólitos no sería convincente—. Te ayudaré en tu objetivo, pero a cambio ellos serán intocables —advierto vendiendo mi alma a la peor de las abominaciones.
—Es evidente que con esta rendición se ha acentuado tu insolencia —comenta tratando de controlar su ira, pues aunque no puedo detectar rastro de ella en su expresión, percibo como aprieta los puños hasta que sus nudillos se vuelven casi blancos.
—No te equivoques Dominik, si estoy de tu lado no será como súbdita, sino como una aliada —sentenció al percibir cierto deje de desprecio en su tono.
—Jamás querría que fuera de otra manera —asegura aparentando encontrarse más relajado y que al fin confía en mi discurso—. Una vez que sea la encarnación de la oscuridad, con los demonios de alto rango pululando por doquier y tu poder. Ni la mismísima luz podrá detenernos —dice perdido en sus delirios de grandeza, viéndose el amo de los mundos sin caer en que todo ha sido cuidadosamente planeado para acabar con él para siempre.
—He descubierto que los humanos son seres débiles, pobres de mente y espíritu. Corren por la vida sin temor a nada y esperando salvarse de todo. Por lo que no continuaré gastando mis esfuerzos en proteger a una raza que se autodestruye a sí misma —clamo sabiendo que le encantará escucharlo, depositando en el discurso toda la repugnancia que le profeso y gracias a ello resulto la mar de convincente.
—Eres digna hija de tu padre —declara obligándome a contener el odio que en gran parte siento hacia mí misma por tener que actuar con semejante pasividad—. Hay mucho que discutir, pero antes debes descansar, mañana será el gran día y todo ha de estar listo para el momento en el que la oscuridad se alce como la única fuerza verdadera —dictamina llamando a un grupo de demonios que me escoltan hasta una habitación privada. Siendo su rostro velado por una expresión indescifrable lo último que captó de él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.