Light.

Capítulo 30: Mark Anderson.

Domingo - 20 de octubre.
Noche de la luna de sangre.

A pesar del shock que implica el haber acabado al fin con la vida del demonio que en tan escaso lapso de tiempo consiguió convertirse en una de mis mayores enemigas, no puedo parar a regodearme o meditar siquiera en la moralidad de mis actos. A lo lejos observo como Dominik le arrebata la espada a Mark y lo amenaza preparado para asestarle el golpe de gracia, por lo que corro en su dirección dispuesta a lo que sea con tal de impedirlo.
En mi nerviosismo a penas escuchó los gritos de Ethan advirtiendo sobre el enorme precipicio que se ha generado tras la rotura del puente y en el que con tan solo un paso en falso, podría acabar ardiendo en los horrores de Bakal por toda la eternidad. Preocupado suplica desde la lejanía que no intente cruzar semejante distancia, pero no puedo contemplar impasible como Dominik destruye al único familiar de sangre que me queda.
Justo al filo del abismo planteo desplegar mis alas de luz, pero la incertidumbre a que la aparición de estas fueran producto de una simple casualidad hace que reconsidere otras opciones. No obstante mientras las dudas me azoran, Dominik gesta una robusta esfera de oscuridad que con tan solo un roce podría acabar con la vida de cualquier ángel, pero Mark parece no ser consciente de ello. Por el contrario alza el mentón dispuesto a mantenerse firme en su lucha hasta el último segundo de vida, con la dignidad que solo un guerrero como él puede ostentar.
Presa de una angustia sin igual resbaló al borde del puente, aunque por suerte recupero el equilibrio para presenciar la llegada de una alta y robusta figura que se sitúa sigilosa detrás de Dominik. Al comienzo sus enormes alas negras me impiden reconocerle, hasta que algo primario en lo más hondo de mi ser lo hace. A penas puedo creer que se trate de Brian, quien por primera vez se atreve a participar en esta horrenda batalla. De inmediato sospecho que se presenta para ayudar a su señor, pero contra todo pronóstico el joven entierra un enorme puñal justo donde debería encontrarse el corazón del que ahora es la oscuridad en carne y hueso.
Este se retuerce mientras grita improperios producto de la agonía y la rabia, pero al menos son instantes que lo disuaden de atender a mi tío y por algún motivo que desconozco parece que Brian acaba de salvarlo de una muerte inmediata. De hecho la gravedad de la herida es tal, que todos creemos por un bendito segundo que se rendirá, en especial cuando preso de la agitación se arranca la camisa y contemplamos como la hoja del arma sobresale de su bíceps.
El mundo entero se detiene mientras atesoro la esperanza de que marche con la victoria que le confiere el haber abierto el portal a Bakal. Pero sus ansias de venganza le impiden hacerlo sin derramar la sangre de Mark e incluso quizás la de Brian. Adoptando una expresión impertérrita toma la empuñadura del cuchillo y lo extrae lentamente, luciendo como si se nutriera del dolor que le produce. De hecho devuelve la mirada a su herida incitándonos a admirar una nueva muestra de su inmenso poder, ya que se cura como si nada hubiera sucedido.
Nuestros rostros cargados con una mezcla de terror y perplejidad le producen una gran diversión, pues comienza a carcajearse con enjundia, rompiendo la tensión en el ambiente e incitándome a reaccionar de una vez. Focalizando solo la luz visualizo la forma de mis alas, lo cual es más sencillo ahora que he volado con ellas, así que rememoro incluso la ligereza que transmiten. Parece que el ataque de Brian solo ha servido para cabrear más al líder de los demonios y a pesar de lo difícil que resulta, hago oídos sordos a las palabras que comparten pues he de concentrarme si quiero llegar junto a Mark.
Sin embargo atisbo a captar breves declaraciones donde el joven le asegura que esto ha ido demasiado lejos, mientras Dominik amenaza con castigar su insubordinación y más aún el haber interrumpido su duelo con mi tío. Esto último aviva al fin el hormigueo en mis omoplatos, a partir del cual las alas no tardan en aparecer listas para el combate. Intrépida me arrojó al vacío sin imaginar que la ferocidad del viento hace que caiga en picado hasta casi ingresar en el portal, pero por suerte las poderosas extremidades me impulsan justo a tiempo.
En los cielos dispongo de una vista privilegiada de cómo la discusión ha aumentado hasta que con un gesto Dominik envía lejos al que era uno de sus favoritos, quien se golpea la cabeza contra una de las vigas del puente y cae al agua inconsciente. Mi primer instinto es ir tras él, al fin de al cabo hoy ha salvado más vidas que yo aunque continúe desconfiando de sus razones. Pero es precisamente el temor a caer en otra de sus sucias trampas lo que me detiene, pues sería una completa idiota si vuelvo a creer en su bondad después de lo ocurrido.
Tras determinar que no es más que otra estratagema con el fin de hacerme perder el tiempo, aterrizo preparada para proteger a Mark y enfrentar a mi progenitor como siempre debió de haber sido. Pero en el instante en que rozo el asfalto Dominik desaparece en una densa bruma que envuelve a Mark y solo cuando se despeja atisbo la gran mancha rojiza que crece en su estómago. Un extraño objeto, similar a una enorme navaja constituida de pura oscuridad lo atraviesa, entonces profiero un desgarrador alarido al comprender lo que implica dicha visión.
Con expresión sorprendida Mark se aferra a mi imagen como si fuera lo último que quiere llevarse de este mundo. El brillo de sus ojos azul marino es sepultado por el dolor y la pena. En mi caso se debe a emociones mucho más despreciables, las cuales tiñen mi alma de un profundo negro y me llevan a correr cegada por la necesidad de venganza.
Después de lo que he experimentado con la oscuridad creo que este suceso ha roto algo, como una presa dejando fluir un veneno que recorre mi sistema y amenaza con destruirlo todo a su paso. Emociones que se acrecientan más si cabe cuando Dominik reaparece ante Mark y sin piedad retira el objeto que lo atraviesa, obligando a mi tío que hasta el momento ha conservado la fortaleza de mantenerse en pie, a caer de rodillas convirtiéndose en una desmadejada figura postrada a sus pies.
—Lo has perdido todo, la Tierra, Elis, a Julianne, incluso a Jessica —reclama agachándose solo para sujetar sus cabellos y asegurar que le está prestando atención.
—Tu confianza será tu perdición —responde Mark sin dejarse intimidar, aunque con un tono tan débil que apenas logro escucharlo en la distancia.
—Ahora soy inmortal y el ser más poderoso que existe, nadie puede detenerme —sentencia relamiéndose con cada segundo que presume su victoria.
—Hay un poder que tú jamás comprenderás, el amor —dice entre jadeos entrecortados incapaz de soportar el dolor, lo que aviva las risas de su adversario.
—Incluso con el pasar de los años, sigues sonando igual de ridículo…
—¡Dominik! —grito enloquecida. No obstante solo me dirige su atención para ostentar una cínica sonrisa velada antes de soltar a Mark y alejarse con actitud pasiva. Pero le persigo incapaz de tolerar la idea de dejarlo marchar sin hacer justicia.
—Jessica —clama una voz apagada tras de mí y por la cual paro en seco, a medida que la impotencia me carcome al ver como ese horrendo monstruo huye habiendo destruido lo único bueno que me quedaba—. Jessica no —suplica Mark quien desde el suelo extiende su mano como si con ello pudiera retenerme.
—Tengo que ir tras él —pido entre lágrimas, ahogada por la lástima de verlo en tan deplorable estado. Al mismo tiempo consumida por la oscuridad creo que la única manera de que todo merezca la pena es acabando con él de una vez, pues quizás en un futuro no tenga la determinación para hacerlo.
—Por favor —insiste devolviéndome a la insoportable realidad, en la que retrocedo olvidando mis intenciones respecto a Dominik y me arrodillo a su lado, tratando de detener inútilmente la sangre que mana a borbotones de su cuerpo.
—Te pondrás bien —aseguró mientras repito esa frase en mi mente, como un mantra capaz de alejar todo lo malo que nos rodea. Sin embargo dejo que las lágrimas manen con libertad, necesitando deshacerme de un poco de la tensión que me azora—. Os he fallado, lo siento… —lamento consciente de que hemos fracasado y ahora el mundo se cierne bajo la profecía que dictan las tablas.
—Necesito que me escuches —ordena casi sin voz, reuniendo las pocas fuerzas que le quedan para acariciar mi mejilla con suma ternura—. Debes sellar el portal —sentencia solemne. Mostrándose incluso en estos momentos difíciles, como el líder bravío que es, aunque vislumbro el dilema que le significa pedirme algo así en esta tesitura.
—No voy a dejarte aquí tirado —respondo de inmediato, consciente de que abandonarlo en su condición implica matarlo. Aunque en el fondo de mi corazón sé que una herida tan grave es insalvable, a pesar de las habilidades curativas que posee nuestra raza.
—Has de dejarme ir, en el Paraíso podré volver a ver a Julianne —asegura cargado de una paz inaudita, con la seguridad que le otorga abandonar este mundo sabiendo que en el siguiente lo esperan personas que lo aman. Lo cual lo hace más difícil, pues no percibo mi existencia sin sus consejos y su amorosa mano para guiarme en el cruel futuro que se avecina.
—No puedes marcharte, te necesito —digo compungida por la pena, aferrándome a la mano que mantiene en mi rostro, como si de ese modo pudiera alargar su tiempo en este plano.
—No lo haré, estaré contigo de otra manera —responde convencido, aunque sin aliviar ni un poco el enorme desconsuelo que su partida me producirá—. Los Black cuidarán de ti.
Aterrorizada ante la idea de perderle lo abrazó sollozando como pocas veces en mi vida, incapaz siquiera de pronunciar un discurso lógico de despedida, a pesar de los miles de cosas que ansío decirle antes de que todo acabe. Ingresé a su hogar tras la perdida de mama creyendo que jamás podríamos establecer una verdadera relación familiar y ahora, no concibo dar un paso sin la certeza de que estará cerca para sostenerme antes de caer al abismo.
—Sé que harás lo correcto y dile a Evone que la amo, aunque no hayamos tenido una oportunidad en esta vida, puede que nos encontremos en la siguiente —dice con un hilo de voz, acariciando mis cabellos a medida que su mirada se apaga lentamente—. Te quiero pequeña —susurra con su último aliento de vida. Siendo testigo al estar recostada sobre su pecho, de cómo su corazón se detiene, advirtiendo que mi amado tío ha partido para reunirse con la luz creadora.
Sin poder soportarlo grito necesitando descargar de algún modo el dolor que desgarra mi alma, sabiendo que las lágrimas que derramo no son más que el preludio del triste sino que me aguarda. Es una agonía tan enorme que apenas percibo a Ethan, quien contempla la escena con absoluta perplejidad. No obstante hace de tripas corazón y se acerca para envolverme en un fuerte abrazo que solo busca reconfortarme, aunque en estos instantes soy incapaz de sentir, como si las emociones o las ganas de vivir hubieran perecido con él.
Minutos, quizás horas después me atrevo a abrir los ojos de nuevo, regresando a un panorama desolador donde en los cielos aún continúa ese núcleo de oscura energía que mantiene abierto el portal hacia Bakal. He fallado en todo, pero si no puedo acabar con su homicida, no permitiré que su muerte sea en vano. Apartando a Ethan y dejando atrás su cadáver, seco con brusquedad mis lágrimas aferrándome a la única fuerza que encuentro, el odio.
Gracias al cual escaló la estructura metálica que constituye el puente con determinación. En varias ocasiones resbaló e incluso llegó a creer que no podré conseguirlo, pero imponiéndome a los elementos logro situarme debajo del núcleo. Donde inició generando un pequeño vestigio de luz que con paciencia, pasa de ser una simple esfera a una enorme cúpula. La cual envuelve a la oscuridad, aislándonos del resto del mundo y por ende interrumpiendo la conexión con el portal, que se cierra deteniendo el paso de más criaturas a la Tierra.
Temiendo que la oscuridad pueda escapar, me esfuerzo en reforzar la cúpula, cuando presiento que el ambiente en su interior cambia de manera drástica. En tan solo un instante la luz que he empleado empieza a consumirse como la llama de una vela y el mal aprovecha para secuestrarme en la prisión que yo misma he creado. Asustada comprendo que pedir auxilio no servirá de nada, nadie podrá oírme en el exterior, pero el dolor es demasiado y no hayo un solo resquicio de luz que pueda salvarme.
Cuando la cúpula comienza a resquebrajarse a punto de liberar está oscuridad al resto del mundo, me encierro en mí misma, incapaz de tolerar una imagen similar. Entonces miles de recuerdos me sobrevienen. Memorias de las personas que amo, mi madre, Ethan, Erika… la alegría que ellos me aportan me envuelve como una energía cálida, hasta que el sufrimiento desaparece. Es tan maravillosa que no puedo resistir el deseo de compartirla y la libero confiando en la sosegada paz que me brinda.
Así es como sin saberlo me convierto en la conductora de una luz infinita, que no solo destruye a la oscuridad, sino que recorre toda la ciudad aniquilando a muchos de los engendros que pululan por ella. Su fulgor es tal, que la luna se esconde, legándole el firmamento al sol para que traiga las esperanzas de un nuevo día. Solo cuando sabe segura a la humanidad, está se desvanece, dejándome tan exhausta que comienzo a caer sin poder hacer nada por evitarlo. Aunque el último pensamiento que guardó antes de sumirme en la inconsciencia es que he cumplido mi promesa y los mundos están a salvo, al menos de momento.




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