"No podés vivir de sueños, Nico."
Eso fue lo que le dijo su mejor amiga, Oasis. y no es que él no lo supiera. En serio.
Pero había estado repitiendo esa frase en la cabeza toda la mañana. ¿Y qué más da si vivía de sueños? La realidad ya era lo suficientemente triste. Oasis siempre se quejaba de que él tenía la cabeza en las nubes. en su defensa, ni siquiera lo hacía a propósito. Solo era así. desconectado, disperso, revivía cosas que habían pasado años atrás, hablaba un montón cuando no sabía qué decir, se quedaba mirando a las moscas cuando pasaban...
-Nico, te llaman en la mesa tres. —El chico alzó la mirada en cuanto le hablo su jefe. Asintió y posó las manos en su espalda estirandose hasta hacerla sonar.
Él tomo una bandeja con cuatro tipos distintos de café y unos cuantos postres, un muffin, una orden de wafles y dos galletas de menta chocolate. ¿Quien pedía las galletas de menta de chocolate? Aparte de Nico, nadie parecía comerse esas galletas.
-un latte de vainilla, frappe helado de caramelo, frappe caliente de chocolate y un café negro normal. –Nico sonrió y fue dejando con cuidado las tazas delante de cada una de las chicas que estaban en la mesa del centro. En cuanto Nico se fue escucho a las chicas reírse y hablar entre ellas. "Pídele el número, esta super lindo" y cosas así.
Nico se aguantó las ganas de rodar los ojos. No es que fuera "humilde" o algo así —no lo tomen a mal—, pero ya había tenido demasiadas malas experiencias con chicas bonitas y populares. ¿Y ellas? Ellas parecían sacadas del molde exacto que Nico llevaba años evitando.
Ya había tenido a suficientes Reginas George en su vida.
Objetivamente, Nico era guapo —eso le decían sus amigos, aunque quizás, en algún universo aparte, eran inparciales—. Tenía el pelo brillante, los oyuelos bien puestos en las mejillas tostadas por el sol y una expresión que a veces parecía decir: "ni te metas", lo que curiosamente sumaba puntos.
Pero coquetear con chicas ricas estaba en el último lugar de su lista de prioridades. No después del desastre emocional en que terminó su relación con su exnovia, Charlotte. o en los otros ejemplos que tenia al crecer en una escuela de chicas.
Cinco años a la basura. Un cuarto de su vida... ¿un quinto? Bueno, si se ponía a pensar muy seguido en su edad,se terminaría deprimiendo aún más. Y todavía no acababa de recoger las tazas sucias de las mesas vacías.
A Nico le gustaba trabajar en el café, una vez había escuchado que la gente tenia dos modos de escapar; una, escapando de cada sitio que pisaba y la segunda, quedándose demasiado tiempo en un mismo lugar. Aunque a él no le importaría quedarse en una cafetería tan acogedora como esta. Podía robar todo el café qué quisiera, de lunes a miércoles nunca había mucha gente, se llevaba bien con los demas staff y con su jefe. Y estaba la mejor de las ventajas, cuando el lugar estaba medio desierto, él podía simplemente...
-voy a tomar aire.—aviso Niccolò dejando la bandeja con tazas en la barra y sonriendole un poco a Matías qué estaba de turno con él. Un cigarrillo no le hace daño a nadie.
Tal vez dos.
Salió por la puerta lateral, la que daba al callejón. El café donde trabajaba Nico era como un refugio en miniatura, metido entre dos edificios antiguos de fachada gastada, igual que la mitad de los edificios del centro, en realidad. La piedra tallada, los bordes de las ventanas y las columnas del 1800 le daban el aire perfecto a un café lleno de plantas y con un segundo piso precioso, con vista al parque justo delante. Pero la parte de atrás era un pasillo pequeño con la basura a un costado y la entrada a la cocina unos metros más lejos, y no mucho más aparte de un frío que te calaba los huesos después de los temporales de junio. Por la hora, olía a pan recién hecho y a pasteles dulces de chocolate; el aroma era tan envolvente que incluso la lejana basura y la lluvia de esa madrugada quedaban opacadas. Se sentó en una pila de cajas de plástico que traían algunos insumos, aunque ahora estaban vacías. Sacó una caja de cigarrillos de su pantalón y el encendedor que siempre tenía a mano, con una pegatina de Gorillaz que apenas se veía por lo gastada que estaba.
Encendio el cigarrilo, Se lo llevó a los labios, y entre el primer humo, marcó el contacto de oasis en su telefono para llamarla.
"Oasis 🌿"
Ella contestó al tercer tono.
—¿No deberías estar trabajando, señor Rizzo?
—Estoy en mi descanso legal —respondió él, dejando salir el humo con un suspiro—aparte salgo en un rato, estoy recuperando energía.
—Ya. ¿Qué pasó ahora?
Nico hizo una mueca, esa era la pregunta del millón. No porque fuera difícil, pero tampoco era su favorita.
—Nada. O sea... lo de siempre. Atendí una mesa con cuatro chicas que parecían sacadas de Mean Girls. Se rieron. Me dijeron cosas. No sé. Me dio como... vértigo. —la palabra salio vacilante mientras trataba de corregir lo que decía. no habia sido tan malo, ni siquiera él supo porque ocupo ese abjetivo, tal vez podria haber dicho algo mas como "incomodo", por ejemplo.
—¿Te coquetearon?
—¿Sí? Osea, no se. Fue como esa que te hace sentir como si fueras una mascota exótica que quieren tocar.
Oasis se rió tan fuerte que Nico tuvo que alejar el teléfono del oído. Rodó los ojos, esta vez de verdad, y hasta se rió un poco. Ella siempre lograba eso: volver sus incomodidades algo casi gracioso.
—Ja, ja. Qué chistoso. Te hablo en serio.
Aunque en realidad, no le hacía tanta gracia. No en el fondo. Charlotte también se había reído así al principio. Con esa sonrisa que no sabías si era contigo o de ti.
Y al final, fue lo segundo.
—tienes un imán para esas chicas, de verdad. Es incluso chistoso—dijo Oasis riéndose a carcajadas.
—ya, oh. —Nico negó con la cabeza e hizo una pausa para darle una calada a su cigarrillo. —igual no te llamaba para eso, el fin de semana tengo que ir a una sesión como de modelaje. Es para un trabajo.