Durante el resto del sábado, Nico, Liliana y Erika ocuparon una de las tantas salas de computación. No era nada del otro mundo: las sillas crujían, las lámparas zumbaban con ese sonido molesto de tubo fluorescente, y las paredes estaban llenas de afiches viejos de exposiciones que nadie recordaba, algunas de ellas habían estado durante toda la carrera universitaria de Nico.
Tenían cada uno su propio computador, pero proyectaban la pantalla principal –la pantalla de Nico– en la tele del fondo para poder comentar mejor las tomas. O discutir, en realidad,nadie se estaba poniendo de acuerdo. Entre los tres, ya llevaban casi cuarenta minutos solo decidiendo si el filtro cálido iba antes o después del enfoque.
—¿Podemos ver tus archivos? —preguntó Liliana de repente, recogiéndose el pelo en un moño mal hecho mientras sorbía lo que quedaba de su bebida energética—. Juraría que en tu portafolio tenías algo parecido a lo que quiero probar. ¿Dónde lo guardaste?
Nico frunció el ceño. Dudó un segundo. No porque tuviera algo vergonzoso. bueno, tal vez un poco. Había un millón de fotos de pantufla, un par de carpetas de fotos propias, mil y un fotos del atardecer o de edificios bonitos, era un chico simple. Pero había una carpeta en partículas de varias exposiciones de dinosaurios, eso si daba vergüenza.
Empezaron a escanear carpetas. Había muchas con nombres como "Italia 2020", "referencias", "cumple papá", "texturas", "renders 3D NO abrir pls" y un par de archivos claramente renombrados con solo enumeraciones aleatorias que ni siquiera Nico recordaba de qué eran. debería limpiar más seguido su disco duro
Liliana pico con la uña la carpeta de "Portafolio📸" en la pantalla sonriendo de forma victoriosa
—¡Este! A ver, baja... baja...—Nico se dejó caer en su asiento mientras las chicas iban viendo las fotos que se proyectaban en la televisión, él se quedó mirando el techo con las manos en el abdomen
—¡Mira, Charlotte! —gritó Erika, haciendo que Nico alzara la vista hacia la pantalla grande.
Ahí estaba. Su exnovia. De nuevo. Definitivamente, esta era la semana de los reencuentros.
Charlotte aparecía en tonos sepia, apoyada contra una ventana con la luz natural bañandole el rostro. Tenía una taza de café entre las manos, el pelo negro aún mojado y una de sus camisetas puesta. técnicamente era una buena foto, se respetaban los marcos y líneas de centro, los colores eran armónicos, incluso sin más de algunos retoques.
—¿Ustedes no habían terminado? —preguntó Erika, pasándose el nudillo del dedo índice por la mejilla para rascarse.
—Sí, lo hicimos hace tiempo. Estás muy al día —dijo Nico, rodando los ojos.
—¿Y por qué guardas fotos de ella? La Charlotte es súper antipática... y eso que a mí nadie me cae mal —dijo Erika, alzando las manos en señal de defensa y cerrando los ojos al decir la última parte, como si fuera una verdad incuestionable.
Liliana soltó una carcajada.
—¡Ya, tú, la más simpática! —dijo entre risas, lo que hizo que Nico también sonriera un poco.
Erika le dio un empujón suave a Liliana, con una mueca indignada.
—Oye, de verdad, sí soy súper simpática.
Eso solo hizo que Liliana se riera aún más fuerte. Erika soltó un bufido, pero se rindió, sin negar las palabras de su amiga.
—si, bueno. —dijo al final, retomando la pregunta de Erika—. Fue uno de mis primeros trabajos. Así que... quedó. No la miro mucho.
Mientras hablaba, apretó la flecha para pasar a la siguiente imagen, un par de fotos después Liliana apartó la mano de nico del cursor.
—esa, mira, esta es la que te decía —dice Liliana señalando la pantalla—. Esta composición, ¿ves? El reflejo, el proyector, eso es lo que quiero para las de Juliet.
Liliana conectó su notebook al televisor, bajó un par de archivos y al segundo siguiente, la imagen de Juliet cubría la pantalla completa. Había hecho un montaje estilo Vogue con un filtro medio verdoso y una tipografía elegante que decía: "Eterno femenino".
—Yo creo que deberíamos abrir con ella —dijo, entusiasmada, y alzó las manos en el aire como si ya pudiera ver la portada final—. Es la que tiene más escena y... no sé, siento que le da cohesión al resto. ¿Ven?
Nico definitivamente no lo veía. Se negaba a ver esa idea como la más viable. Dios, él mismo se ofrecería de modelo con tal de no pasar las siguientes diez horas mirando y editando exclusivamente fotos de esa chica.
—¿Y por qué no usamos a esta otra...? —preguntó, arrastrando las palabras—. ¿Cómo se llama? ¿Valentina? Ella también tiene buenas fotos.
Liliana lo miró por encima del marco de sus lentes.
—Valentina tiene buena luz, pero Juliet tiene... no sé. Presencia. Es como si la cámara la buscara sola. Además, es la que tiene más variedad.
Nico se pasó una mano por la cara, de la mejilla a la frente, y suspiró por la nariz. Abrió los dedos para mirar a través de uno de ellos hacia la improvisada portada Vogue proyectada en la pantalla. ¿Por qué era tan difícil hacer que Liliana cambiara de opinión?
Erika, desde su asiento, se giró levemente hacia él con una sonrisa ladeada.
—¿No quieres editar a tu musa, Nico?
—No es mi musa —respondió demasiado rápido. Chasqueó la lengua en un gesto de desdén antes de cruzarse de brazos. Estaba tan hundido en el asiento que era la imitación perfecta de alguien a quien todo le daba igual —al menos por fuera.
Liliana alzó una ceja, divertida.
—¿Te cae mal? —Por supuesto que eso preguntaría la chica que sabía todo de todos, todo el tiempo.
—No. Solo... —hizo un gesto vago con la mano, como si la respuesta estuviera flotando en el aire—. ¿Qué te importa, igual? —dijo en tono defensivo, enderezándose un poco. Y sí, sonó un poco intimidante, pero Erika y Liliana solo vieron una confirmación de lo que ya sospechaban. Había algo no dicho ahí, flotando sobre los hombros de Nico.