Like real people do

Party 4 You

"Nada pasa, y eso está bien."

Dos semanas bastaron para convencerlo de que había exagerado.

Al menos, eso fue lo que le dijo a Oasis.
Su psicólogo no dijo algo muy diferente. La conversación fue más como:
—Tal vez recordar te está haciendo más daño del que puedes manejar. Continuar con tu vida no te convierte en una mala persona.
Y cosas así.

Nico se lo creyó. O trató.
Le tomó varios días sentarse, detenerse un momento y procesar que el pasado no es el presente. Que algunas cicatrices siguen siendo sensibles al tacto, pero eso no significa que estén abiertas.
O eso se decía. Especialmente cuando se quedaba atrapado mirando el techo a las dos de la mañana, con los auriculares puestos, sin música.

No volvió a verla.

Ni una historia, ni un cruce en los pasillos, ni una coincidencia absurda que pudiera interpretarse como "una señal del universo".
Lo cual, en parte, agradeció.

Y si Nico había aprendido algo, era que el universo no se molesta en mandar señales cuando uno de verdad las necesita.
Él mismo había sabido las respuestas a muchas preguntas por las cuales alguna vez rezó buscando una señal.
"En el fondo lo sabes," pensaba.
Cada vez que una situación lo dejaba incómodo en lo más profundo de las entrañas, al final, lo que más temía terminaba ocurriendo.

Un sexto sentido, supuso él.
Ansiedad, aseguró su psicólogo.

Así que decidió seguir. Lentamente. Como arrastrando los pies por un pasillo largo y con luces bajas. Ya estaba acostumbrado a que ese fuera el ritmo después de una situación de alto estrés.

El sábado, despertó más tranquilo de lo habitual. Hacía frío, pero no tanto como para odiarlo. Se preparó un café y se sentó frente al computador.
Erika llevaba días mandándole memes por Instagram como si fueran amigos de toda la vida.
No podía decidir si le agradaba sinceramente o simplemente lo ponía nervioso. Probablemente ambas cosas. Llevaba ignorando sus mensajes desde el jueves en la mañana. Porque ella había decidido invitarlo a una fiesta.

—"Ven po', va a venir casi toda la carrera."—Erika, 3:32 PM
—"¡La vamos a pasar bien!!!"—Erika, 3:32 PM
—"¡Si todos te tienen buena :)!" —Erika, 3:32 PM
—"YaaaapOOOO, deja de ignorarme, Nico ;0;" —Erika, 3:45 PM

Primero, Nico no le caía bien a todo el mundo.
Eso era mentira.
Así que lo de "te tienen buena" existía solo en la cabeza de Erika.
Y, segundo: ¿quién hace una fiesta en invierno?
¿No ven que el sol se esconde a las cinco de la tarde y en la noche hace tanto frío que se puede ver el aliento cuando uno habla?

De todas formas, Nico pasó las primeras horas de la mañana con los ojos pegados al computador. Tenía videos de fondo, contestaba correos, terminaba de construir su casa en Los Sims, cosas así. Apagando el cerebro.
Sus ojos pesaban, no por el sueño, sino por el desgaste de estar... bien.
Estar bien era agotador.

Suspiró, apoyó la frente en las manos un segundo y trató de ordenar las ideas que iban a mil por hora. Se sentía como ruido blanco, incluso con los estímulos que usaba para distraerse.

—A la mierda.

Si de todos modos no podía distraerse bien, intentar distraerse con una fiesta no lo iba a matar.

Abrió Instagram.
Erika había subido una historia: una captura de su playlist con puras canciones de trap y cosas "bellacas", como sugeria el título. La historia siguiente era un primer plano sacado desde arriba del ojo de Erika, sacando la lengua hacia un costado, con un sticker que decía: "¿vienes hoy o no?" Con su nombre etiquetado encima. Qué enferma. A Nico le dio gracia.

Dejó el teléfono boca abajo y apoyó la cabeza contra el respaldo de la silla. Miró el techo por unos segundos. Y volvió a pensar en Juliet. No en ella como persona, sino en las cosas que hizo, en las cosas que dijo. Ella era una mala persona, ella era—

"Deja de pensar." Dijo para sus adentros

Miró el teléfono y contestó la historia en un impulso.

—"Ya. ¿Dónde es?" —escribió sin pensarlo demasiado, se obligó a no arrepentirse.

Tres segundos después, los globitos de "escribiendo..." aparecieron.

—"SIIIIIIIII TE AMO AAAAAAA" —Erika, 9:15 AM
—"En mi casa, a las 11?, yo creo." —Erika, 9:15 AM
—"Te mando ubi." —Erika, 9:16 AM

A las diez de la noche, Nico ya estaba saliendo del baño. La dirección de Erika le quedaba lejísimos, al menos desde su departamento. Tenía el pelo húmedo cayéndole por la frente, tapándole los ojos. Ese era el primer indicio de que necesitaba un corte.

Frente al espejo empezó a apretar con cuidado algunos mechones para marcar mejor sus ondas. Esa siempre era la parte que más le costaba de arreglarse. El resto era más fácil en comparación. La práctica lo había hecho más sencillo: contornear su nariz, su mandíbula, a veces arreglarse las cejas. Aún tenía maquillaje viejo, de cuando tenía dieciséis. Casi todo vencido, pero ahí seguía en una caja en alguna parte de su closet. Se puso una polera negra con el cover album de Blurryface en la espalda y unos jeans baggy azul oscuro.
Fue pidiendo el Uber mientras se ponía un par de anillos plateados.

"Todavía estoy a tiempo de cancelarlo". Se detuvo en la entrada cuando pensó eso. "Si va a haber tanta gente como Erika había dicho, nadie notaría si falto"
Tenía el teléfono y las llaves en la mano.
La idea lo tentó más de lo que quería admitir: cancelar el viaje, ponerse pijama, quedarse acostado en la cama mirando algo en la tele. eso se escuchaba menos agotador que interactuar con gente.

Se quedó quieto un segundo.
Después alzó los ojos al cielo, suspiro, y salió por la puerta.

Era difícil de creer lo grande que era la casa de Erika. Nico sabía que ella tenía dinero, y tal, pero aun así había algo casi obsceno en el tamaño del lugar. Él venía de una familia muy acomodada. colegios privados, calles con seguridad ciudadana a una llamada de distancia, nunca vio un poste de luz que no funcionara en su infancia. ¿Pero esto? Esto parecía sacado de otro mundo.
La reja dorada se abrió apenas llegó el Uber. La fachada de la casa tenía ocho ventanas solo al frente, arbustos recortados en forma de animales, un porche alargado hacia afuera con un desayunador precioso.
Toda la casa era del estilo Queen Anne. Nico no pudo evitar pensar en que cada rincón estaba hecho a medida. Pero bueno, cada quien con sus cosas; su papá también se había hecho una casa a medida cuando llegó a Chile. Una nueva casa, una nueva vida.




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