Se acerca la fecha más esperada del año, la fecha donde adoramos a nuestros muertos. Estoy sentada en el segundo piso de mi casa, observando el paisaje lleno de árboles y montañas tornadas de algún color anaranjado, café y verde opaco.
El clima como siempre es helado, la neblina se extiende por todo el pueblo. El viento sopla, helándome hasta los huesos.
Disfruto observar la vista desde el balcón de mi casa, acurrucada en una silla mecedora que rechina mientras se mese lentamente.
Los perros ladran con una desesperación y es ahí cuando se escucha como todos los días la voz de una mujer con voz ronca cantado.
—Ruega por nosotros santa madre de dios, ruega por nosotros los pecadores— Su voz se escucha como eco desde la iglesia.—cristo óyenos, cristo escúchanos…
La misa que se hace siempre en el pueblo; pero hoy, hoy es diferente.
Las campanas de la iglesia replicando cuando alguien ha muerto, cuando alguien ya no está en este plano del mundo.
Las alabanzas que cantan en la iglesia se escuchan; todos los pueblerinos están pidiendo misericordia por el fallecido.
Escucho alguien apresurándose hacia a mí, se quién es, no necesito voltear para confirmarlo.
—Shhh. Escucha—Le digo mientras las alabanzas se escuchan más alto
—Lila…—Me nombra, lo veo frente a mí, sus cabellos se mueven por el viento soplando su rostro pecoso— Es momento de irnos.
—¿No eres feliz aquí?— lo miro a esos ojos avellanas llenos de miedo— No, no eres feliz a mi lado.
—NO. No no dije nada— su voz es temblorosa.— Es solo que ya no quiero pasar ni un minuto más en esta casa y este maldito pueblo.
—¿No te hace feliz el lugar en donde nacimos?
—No por supuesto que no— mueve sus manos con desesperación— Todos aquí están locos. Ha muerto una persona más, con esta ya son veinte personas en el mes.
—¿Y por eso huiras de la oscuridad que está por venir?—Mis manos se aferran a la biblia que sostengo—A donde vayamos nos encontrara.
—No hables como loca. Ya te dije que me asusta que hables así— Se sienta derrotado en la mecedora del frente— Lila, escúchame, todo esto es una locura. Pero sé que debemos alejarnos de todo esto.
Me quita de las manos la biblia y la deja a un lado donde esta una mesa de cristal con algunos otros objetos religiosos.
—Te llevare a otro lado. Vamos a empezar desde cero, te lo prometo— Besa mi frente—Es hora de irnos.