Lilith y el misterio del príncipe heredero

4. El sendero de la bestia.

La noche cubría el palacio con un velo silencioso, apenas interrumpido por el resplandor tenue de las antorchas en los pasillos. En la habitación de la princesa, Lilith y Cedric se encontraban descansando después del funeral.

Lilith permanecía de pie junto a la mesa, observando los documentos esparcidos sobre ella sin realmente verlos. Su mente aun navegaba entre las imágenes del funeral, las heridas ocultas en el cuerpo de Aaron, y el frio peso de la sospecha.

Las damas de compañía esperaban cerca, dispuestas a atenderla, pero Lilith apenas giro el rostro hacia ellas y dijo, con su tono medido:

—Déjenme a solas con Cedric.

Las cuatro mujeres inclinaron la cabeza con respeto y salieron, dejando tras de sí un aire más íntimo y privado.

Cedric no espero para hablar.

—¿Que querías decirme? —pregunto con calma, observándola con la atención de quien conoce cada pequeño cambio en su expresión.

Lilith no respondió de inmediato. En lugar de eso, avanzo lentamente hacia Cedric y tomo su mano, entrelazando sus dedos con los de él. Su piel estaba fría, pero su agarre firme, como si buscara un ancla en medio de la incertidumbre.

Cedric apretó su mano con la misma seguridad, sus ojos buscando los de ella.

—Aaron no murió como dicen —susurro Lilith, su voz apenas un roce contra el aire.

Cedric frunció ligeramente el ceño.

—¿No murió asesinado? —cuestiono él.

—Si, si lo asesinaron, pero no por una persona, por un animal —soltó Lilith. —Lo vi. Las heridas en su cuerpo no fueron causadas por armas humanas. Fueron de algo más... un animal es la única opción, y mintieron porque no quieren que sepamos.

Cedric bajo la mirada un instante, como si buscara sentido a lo que acaba de escuchar. Luego, soltó un leve suspiro y deslizo su mano hacia el brazo de Lilith, sosteniéndola con la misma cercanía que siempre les había definido.

—Hay algo más —dijo, su voz aun baja, pero con un matiz sombrío—. Los doctores no me dejaron ver el cuerpo de Aaron hasta que terminaron de limpiarlo y prepararlo.

Lilith alzó el rostro, su expresión endureciéndose sutilmente.

—¿Por qué?

Cedric negó levemente con la cabeza.

—No dieron explicaciones. Solo dijeron que la tradición exigía respeto por un difunto de la corona y que debía ser tratado antes de que nadie lo viera. Pero no fue así con otros antes de él.

Lilith se quedó en silencio, su pulso acelerándose, aunque su rostro seguía impasible.

—Lo ocultaron —susurro finalmente, y en ese momento sintió como Cedric la rodeaba con sus brazos, atrayéndola hacia el en un abrazo que no solo buscaba consolarla, sino protegerla.

Ella cerro los ojos por un instante, permitiéndose descansar en la cercanía de Cedric antes de volver a hablar.

—La emperatriz sabe algo.

Cedric mantuvo el abrazo, su aliento cálido contra su cabello.

—¿Entonces, ¿qué haremos?

Lilith abrió los ojos y se apartó ligeramente, sin soltarlo del todo.

—Buscaremos respuestas.

Sus manos aún permanecían entrelazadas, la determinación brillando en su mirada.

Cedric asintió. manteniendo la conexión entre ellos.

—Entonces comenzamos con los médicos.

El silencio envolvía la habitación como un velo, pero entre Lilith y Cedric, la tensión era palpable, cargada de promesas y secretos aun por revelar.

Lilith se apartó apenas exhalando con un aire pensativo mientras se giraba hacia la mesa, donde los documentos y pergaminos esperaban ser revisados. Cedric la observo con detenimiento, midiendo cada movimiento, cada expresión.

—Si empezamos con los médicos —murmuro—, debemos hacerlo con discreción. No sabemos cuánto han sido manipulados.

Lilith asintió, pasando los dedos por la superficie de la mesa como si las respuestas estuvieran escondidas ente los papeles.

—No les preguntaremos directamente —susurro—. Si han sido instruidos para ocultarlo, lo negarán.

Cedric se acercó lentamente, hasta estar a su lado, apoyando una mano sobre la mesa junto a la de ella.

—Entonces debemos hacer que se delaten solos.

Lilith giro el rostro, encontrando sus ojos.

—Exactamente.

Cedric sonrió levemente, la tensión entre ellos disipándose solo lo suficiente para permitir un instante de cercanía más íntima. Lilith no aparto la mirad, y sin pensarlo, deslizó una mano hacia el cuello de Cedric, dejando que sus dedos recorrieran su piel con una delicadeza medida.

—Confió en ti —murmuró.

Cedric inclino la cabeza, dejando que su frente descansara contra la de Lilith, su aliento calido contra su piel.

—No tienes que hacerlo —susurro—. pero lo haces.

Lilith esbozo una pequeña sonrisa, apenas perceptible.

—Lo hago.

El momento quedo suspendido entre ellos, el peso de sus sentimientos mezclándose con la conspiración que estaban tejiendo. Pero la verdad aguardaba, y el juego apenas comenzaba.

Cedric se apartó con suavidad, deslizando su mano sobre la de Lilith antes de soltarla.

—Mañana iremos por respuestas.

Lilith asintió, observando el resplandor de la luna que se filtraba por las ventanas altas.

—Y encontraremos la verdad.

Desde fuera, el palacio dormía bajo la quietud de la noche.

Pero dentro de aquella habitación, dos corazones latían al mismo ritmo, listos para descubrir el secreto que cambiaría todo.

Cedric solto la mano de Lilith con suavidad, permitiendo que el calor de su contacto permaneciera unos segundos más en su piel. La habitación aún estaba envuelta en la calma de la noche, pero en el aire flotaba una sensación de anticipación, como si el futuro ya comenzara a tejerse entre ellos.

Lilith exhaló despacio, observándolo con un brillo inusual en los ojos.

—Mañana será el primer paso.

Cedric asintió, su expresión firme, pero con la ternura que solo ella conocía en él.

—Estaré aquí a primera hora —prometió—. Listo para descubrir lo que sea necesario.



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En el texto hay: asesinato, romance, magia

Editado: 21.05.2025

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