Lilith y el misterio del príncipe heredero

5. Situaciones en el palacio.

La quietud de la noche envolvía la alcoba imperial, el aire apenas movía las cortinas de terciopelo, y el emperador Calix dormía profundamente, inmerso en sueños tranquilos y de paz. Pero esa paz se rompió abruptamente. Un sonido amortiguado, un murmullo de voces tensas más allá de su puerta, lo arrancaron del descanso.

frunció el ceño, su cuerpo aun pesado por el sueño, pero la inquietud ya germinaba en su mente. Se incorporo con lentitud, apartando las finas sabanas y sin preocuparse por arreglarse la bata, la hecho sobre sus hombros y se dirigió a la puerta.
Al abrirla, sus ojos se encontraron con una escena que hizo que el letargo se disipara de inmediato.

Dos de sus guardias personales, rígidos como estatuas, bloqueaban el paso a Beaufort Westhorne, un hombre de rostro endurecido, cuyo semblante reflejaba una urgencia contenida. Calix paseo la mirada entre ellos.

—¿Qué ocurre? —inquirió con voz grave, su tono cargado de la autoridad que nunca lo abandonaba, ni si quiera recién despertado.

Beau se inclinó ligeramente, como dictaban los protocolos, pero la preocupación en sus ojos quebraba cualquier formalidad.

—Perdón por la intromisión, majestad —dijo con voz firme, pero apresurada—. Es la princesa Lilith... Ha sido atacada.

El aire pareció densificarse en el pasillo, como si las paredes mismas hubieran captado el peso de esas palabras. La mirada de Calix se endureció, su postura erguida, despierta por completo. La noche que hasta hace unos instantes le parecía tranquila, de pronto se tornó peligrosa y opresiva.

—¿Dónde está? —preguntó.

Calix avanzo sin esperar respuesta, sus pasos resonaban con firmeza sobre el suelo de marlol mientras su bata ondeaba a su espalda. Beaufort, viendo que el emperador ya se movía con determinación, acelero el paso para mantenerse a su lado.

—La princesa esta siendo llevada a sus aposentos —informó sin rodeos—. Vine a informarle inmediatamente, antes de que los rumores se esparzan.

Calix le dirigió una mirada afilada, pero Beaufort no espero mas para soltar la verdad.

—Ocurrio en la habitación del príncipe Aaron, que Nyxara lo mantenga en gloria. —Las palabras se sintieron como un puñal en el aire. La habitación del difunto príncipe heredero, hermano mayor de Lilith. Un lugar que, hasta donde se sabía, había permanecido intacto desde su muerte hace unos días.

La expresión de Calix cambio. La preocupación era mayor, y agregando una furia con un peligro silencioso.

Beaufort continuo.

—La encontramos con el asesino sobre ella. Lilith peleaba, intentaba defenderse. —Su voz se endureció, los recuerdos aun frescos en su mente—. Entramos de inmediato. No habia tiempo para negociaciones ni para preguntas. Lo tome del cuello... —sus ojos reflejaban una sombra oscura, algo que solo los guerreros que han matado conocen— ...y le corte la garganta.

La respiración de Calix se volvió mas profunda, contenida. Un ataque a Lilith ya era lo suficientemente grave, pero que hubiera sucedido en la habitación de Aaron... era algo que desafiaba lo meramente circunstancial.

—¿Quién era? —pregunto finalmente, su voz baja, casi un gruñido.

Beaufort negó con la cabeza.

—No era un rostro conocido. Pero no actuaba como un hombre desesperado. Tenia propósito. Sabía lo que hacía.

Calix apretó la mandíbula, la furia en su interior creciendo como una tormenta a punto de desatarse.

—Necesito verla.

Beaufort asintió con gravedad, guiándolo con pasos rápidos mientras la sombra de la amenaza se extendió por el palacio como una advertencia silenciosa.

Beaufort asintió con gravedad, guiándolo con pasos rápidos mientras la sombra de la amenaza se extendió por el palacio como una advertencia silenciosa

El pasillo parecia alargarse interminablemente ante Lilith. Sus pasos eran pesados, cada movimiento un recordatorio de la sangre que aun manchaba su piel, de la lucha desesperada que acababa de enfrentrar. La adrenalina que la habia sostenido empezaba a desvanecerse, dejando su cuerpo frio, vulnerable. Su respiracion era entrecortada, no por miedo, sino por el peso de lo ocurrido.

A su lado, el guardia imperial la guiaba con un respeto silencioso, su mirada atenta a cualquier señal de debilidad en su andar. Pero Lilith no necesitaba palabras de consuelo. Lo unico que deseaba era entender. Quien habia sido. Por que. Y lo mas importante... quien lo habia enviado.

Detrás de ella, caminando con una precisión calculada, Isahia la seguía en absoluto silencio. Su rostro, una máscara impenetrable bajo la tenue luz de las antorchas, ocultaba el fuego que ardía en su interior. No pensaba en la sangre que cubría a Lilith, ni en la amenaza que casi les había arrebatado la vida. No. En su mente solo resonaban sus propias heridas. No físicas, sino aquellas que ella habia infligido con sus palabras frente a los guardias. "Cobarde"

La sombra de esa vejación aun lo atormentaba.

Cada paso que daba tras ella era un recordatorio del insulto, de como lo habia dejado expuesto, débil ante los demás. Su orgullo, siempre tan meticulosamente construido, ahora tenia una grieta, y esa grieta tenia un nombre: Lilith.

Apretó los labios, la rabia se contenía en su pecho como una tormenta en calma. Caminaba sin prisa, observándola, incubando su odio en silencio.

Las puertas de la alcoba se abrieron con un leve crujido, y el guardia acompañante se aparto para dejar paso a Lilith, Isahia se mantenía unos pasos detrás, la expresión indescifrable, su mirada fija en la figura debilitada de su hermanastra mientras ella se preparaba para entrar.



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En el texto hay: asesinato, romance, magia

Editado: 22.06.2025

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