Asfyxía (Asfixia)
La habilidad, la sutileza y su sed de venganza hicieron que todo encajara.
Nada quedó librado al azar.
Cada gesto, cada silencio, cada espera estaba calculada.
Su objetivo era claro:Debilitar el vínculo con Jimena.
Generar dudas.
Provocar desencuentros.
Forzarlo, sin empujarlo, a una elección inevitable.
Jimena lo notó antes que él.
Lo sintió
Y empezaba a dar resultado.
distante.Distraído.Ausente.
—Estás raro…
—le dijo
—. Algo te pasa.
—¿Me vas a decir qué te pasa?
—Te noto pensativo… como si algo te estuviera robando la paz.
Las preguntas se repetían.
Las respuestas no llegaban.
—No, no me pasa nada…
—dijo él
—. Son preocupaciones del trabajo. Nada importante.
Ya se va a acomodar.
Evasivas.
Frases vacías.
Palabras que no explicaban nada.
La semilla ya estaba plantada.
Y empezaba a germinar.
Esa noche volvió a su casa envuelto en dudas.
Quiso hablar.
Quiso frenar.
Quiso elegir bien.
Pero no se animó.
No era el momento… o eso se dijo.
Al día siguiente fue a buscar a Jimena.
No estaba.
Aún no había vuelto del trabajo.
Y ahí, sin pensarlo,
Como si la opción ya hubiera estado instalada desde antes,
Su mente la nombró:La mujer de blanco.
Fue hacia ella.
Aceptó la invitación.
Compartieron un momento juntos.
Nada extraordinario.
Nada explícito.
Pero el veneno ya estaba circulando otra vez.
Lento.Silencioso.
Adormeciendo las defensas.
Dejando expuesta su vulnerabilidad.
Jimena, mientras tanto, empezó a protegerse.
No quería sufrirr.
No quería ser un daño colateral.
Pero necesitaba decir lo que sentía.Y lo hizo.
—Otra vez lo mismo
—le dijo—.
—Tenías todo.
Me tenías a mí. A tus amigos.
—Y la volvés a elegir a ella.
—¿No te das cuenta que te engaña?
—Que te arrastra a lo más oscuro.
—Que te saca la ambición, la motivación, la voluntad.
Hizo silencio.
Lo miró fijo.
—Yo así no puedo seguir.
—Me voy.
—Si algún día querés ayuda, llamame.
—Yo siempre voy a estar para escucharte.
Él quedó inmóvil.
Helado.
Fue un baldazo de agua.
Un golpe seco.
Quiso reaccionar.
Quiso decir algo.
Pero no pudo.
Su alma ya estaba envenenada.
Ya no decidía del todo.
Su mirada reflejaba angustia, tristeza, desconcierto…
Y culpa.
Había dejado a Jimena.
Había elegido la atracción.
Había cedido ante la seducción del engaño.
Seducido por una mentira,
Comenzó un nuevo vínculo.
Sin saber
—o sin querer ver
—Que esta vez sería mucho más oscuro.
El plan avanzaba.
Ciego.
Entregado.
Se había vuelto una presa fácil.
El riesgo aumentaba.
La pasión también.
Y con ella, la dependencia.
Después de la ruptura, llegó la soledad.
La frustración.
La culpa que ahogaba.
No tenía a quién acudir.
Otra vez solo.
Otra vez expuesto.
Otra vez a merced de ella.
Fue entonces cuando apareció con una propuesta.
Una salida.
Un alivio momentáneo.
Y él, desesperado,
Sin pensar en recaudos,
Sin medir consecuencias,
Buscó refugio donde no había abrigo.
La necesidad lo dominó.
La angustia lo empujó.
El desahogo se volvió compulsivo.
No fue deseo.
Fue bronca.
Fue querer salir de su propio cuerpo,
Dejar atrás el dolor,Callar la mente,
Apagarlo todo.
Ahí quedó.
En el borde.
Respirando hondo.
Sin saberlo aún,Parado frente a una puerta.
Al otro lado…
Lo estaba esperando algo de lo que todavía.
No se vuelve igual.
Fue escape.