Capítulo 27

"Descubiertos"

Suni se encontraba sentada en la sala de Hyunjin, pues se habían desviado para que él pudiera arreglarse ya que era un desastre.

Esperaba tranquila mientras él se duchaba. No podía dejar de pensar en lo que había pasado, le era imposible alejar esas imágenes puesto que todavía seguía en shock.
Le daba pena admitir que en cierto momento le había dado miedo el chico, estaba muy diferente, parecía una maquina de matar, literalmente. Él no se inmutaba, no hacía muecas de pena o asco, nada, ni siquiera lo había visto dudar cuando estaba masacrando a ese sujeto en el suelo.

Se llevó la mano al mentón, comenzó a pasar un dedo mientras pensaba sin darse cuenta que el protagonista de aquellas cavilaciones la estaba observando.

— ¿Qué tanto piensas? —preguntó la voz masculina mientras se quitaba la toalla de la cabeza y dejaba su cabello húmedo al aire.

Suni enseguida levantó la vista para verlo a un lado y le dedicó una sonrisa tranquilizadora, sin embargo Hyunjin la notó algo preocupada y él ya sabía porqué.
Suspiró y se acercó a ella, se arrodilló enfrente y apoyó ambas manos sobre las piernas de Suni para estar más cómodo.

— Tenía que hacerlo —habló viéndola fijamente —, no iban a detenerse.

— Lo sé, es sólo qué estoy preocupada por tí —admitió ella.

— ¿Por qué? No pasa nada malo.

La castaña movió la cabeza hacia un lado impaciente, luego volvió a verlo.

— ¿Qué sientes cuándo lo haces? —preguntó de la nada.

La pregunta lo tomó por sorpresa. ¿Qué podía sentir? Nada, él no sentía nada cuando mataba, básicamente se entrenó desde adolescente para eso, ¿cómo podía sentir algo? Admitía que a veces había tenido culpa por matar a inocentes por un descuido, pero aquella sensación desaparecía al instante.

Él no podía sentir empatía, culpa o remordimientos por lo que hacía, se había endurecido con el tiempo y gracias a eso había comenzado a sentir el vacío dentro suyo, no había nada que lo llenara, claro que eso era distinto ahora y ya no acababa con la vida de alguien por dinero, sino que para cuidar de Suni.

— No siento nada. Alguien que siente no puede hacer esto, Suni, no podría vivir con la culpa —dijo él —, sólo te siento a tí.

Ella sonrió y acarició su rostro con calidez, ya no iba a decir nada.
Hyunjin se inclinó sobre ella y la besó con calma, Suni le correspondió y él se separó enseguida.

— Vamos —dijo levantándose del suelo. La tomó de la mano y la hizo colocarse de pie.

Salieron del departamento y bajaron de planta para salir de ahí y volver a casa de Suni ya que eran las siete de la tarde.

— ¿Algún día me enseñarías a conducir? —preguntó ella en el asiento del copiloto.

— No soy bueno enseñando —rió él sin quitar la vista del frente —, pero podríamos intentarlo.

— Bien.

Durante el trayecto hablaron de cualquier cosa hasta que llegaron a la casa de ella y se bajaron del coche. Entraron a la casa y Suni lo miró.

— Odio decir esto, pero deberías ir con la pelo paja, recuerda que aún debo hablar con papá sobre eso —dijo la castaña con resignación.

— No quiero ir con ella —avisó haciendo un mohín de fastidio. Se acercó a la chica y la abrazó sin poder evitarlo.

— Lo sé, hablaré con papá ahora, ¿bien? —lo vio asentir no tan convencido, así que de un rápido movimiento le besó la mejilla causando que él se separara. Hyunjin sonrió torcido y sin previo aviso la besó castamente, causando el sonrojo de ella —. ¡Oye! Nos pueden ver —susurró alterada a la vez que le golpeaba el pecho.

— Amo verte avergonzada —admitió en un susurro mientras sonreía travieso. Se inclinó sobre ella acercando su rostro, dejando a centímetros sus labios de los de Suni.

— Ya vete con la pelo paja —dijo alejándose entre risas.

Hyunjin hizo un gesto de asco y luego le sonrió a la adolescente que se dirigía a las escaleras.
Cada uno se fue por su lado; Suni debía hablar con Jiso y Hyunjin fue a cumplir su trabajo con la pelinegra.

Fue directo a la sala de seguridad y Suzy estaba sentada viendo la mesa frente a ella algo perdida, su dedo golpeteaba la madera con impaciencia.

— No trabajes tanto —dijo él con ironía al verla.

— Oh, ya volviste. ¿Cómo te fue con la malcriada? —preguntó con fingida gracia, odiaba a la mocosa y ahora más porque estaba alejando al chico de ella.

Recordaba que Hyunjin siempre estaba con ella, bueno, es que ambos son amantes del sexo y siempre se la pasaban follando como conejos.

— No te importa, y no le digas así —reclamó mientras caminaba a los monitores y pasaba la vista por las pantallas.

Veía a los jardineros trabajar, a las chicas del servicio limpiando los rincones de la casa, a Jiso hablando con Suni, a Sun Hee en la habitación con la cama llena de papeles y cosas, en fin, podía ver toda la casa.

Sonrió al ver nuevamente la pantalla que le mostraba a Suni, incluso a través del monitor se le hacía hermosa.

— Hyunjin, ¿qué debo hacer para qué vuelvas a meterte entre mis piernas? —oyó la voz de Suzy detrás de él, no se volteó, no le interesaba verla.

— Nada, ya te dije que no se va a repetir —declaró apacible de espaldas.

Al instante sintió que la pelinegra lo abrazaba desde atrás, pegándose a su espalda y uniendo sus manos sobre el pecho de él.

— Tú sabes cuanto me encantas, incluso después de tres años sin vernos —susurró ella con la oreja pegada a la espalda masculina, cerró los ojos y se permitió sentir el corazón tranquilo de él.

— No me interesa, apártate —exigió colocándose derecho, pero ella lo ignoró y siguió pegada, así que hastiado agarró sus manos y la obligó a soltarlo —. Joder, que te muevas —bramó entre dientes soportando las ganas de ser más brusco.

— ¡Por Dios! ¡¿Cuál es tu problema?! Antes te encantaba estar conmigo, ¿qué demonios sucede contigo? —interrogó ya sin paciencia la chica mientras se acomodaba la ropa ya que por el empujón se había desarreglado.