Limits ❃ Hyunin

 ♡ : CAPÍTULO XIV

 

Jeongin volvió a mirar el reloj, sorprendido. Era casi mediodía. Se quedó contemplando el techo de su habitación y escuchó. Nada, ni un sonido. A esas horas Hyunjin ya debería estar trabajando.

Aún medio dormido entró en el baño. Se miró en el espejo mientras las imágenes de la noche anterior se sucedían en su cabeza. Sin el efecto del alcohol, su lado analítico comenzó a trabajar implacable. ¡Había estado a punto de pegarse con Félix! Después Hyunjin lo había sacado a la calle en volandas y, a partir de ese momento, todo su ser se había descontrolado. Por si no estaba bastante claro, la noche anterior había disipado todas sus dudas: había perdido un tornillo.

Nunca se había comportado de ese modo con un chico. Intentó recordar cada gesto, mirada, palabra o roce… Ni buscando a conciencia encontraría en ellos un ápice de inocencia. Hyunjin lo seducía con una simple mirada, y cuando lo tocaba, dejaba de pensar. Habría hecho cualquier cosa que le hubiera pedido, estaba seguro.

Lo deseaba de un modo irracional y primario, y esa necesidad que sentía lo aterraba. Porque todo lo que había oído sobre él era cierto. Hyunjin era atractivo y sexy a rabiar; arrogante, embaucador, peligroso…, y poseía una sonrisa que prometía la luna y las estrellas. A su lado cualquiera perdía el control sin importarle que al día siguiente volviera a salir el sol. Lo había comprobado en su propia piel. Y, aun así, se moría por volver a verle. Sí, definitivamente estaba perdiendo la cabeza.

Regresó a la habitación y se asomó a la ventana. Lo buscó con la mirada, pero no lo avistó por ninguna parte. Quizá estuviera en la cocina. Casi siempre coincidían allí. Salió del cuarto y bajó las escaleras corriendo. Frenó al llegar a la puerta y se detuvo un instante para coger aire. Entró y… nada, allí tampoco estaba.

Torció el gesto con cierto desencanto y se sintió ridículo por buscarlo de aquella forma desesperada. Debía olvidarse de él. El coqueteo de la noche anterior no había sido real. Solo había sido un juego, un juego demasiado cruel al que se había prestado sin dudar.

Se sentó con una taza de café en una mano y un bote de aspirinas en la otra. Le dolía la cabeza. Cerró los ojos y subió las piernas a la mesa. Afuera se oyeron unos pasos y la puerta chirrió. No se movió, pensando que sería Jiwoo. Los pasos eran suaves, no como el sonido de las botas de Hyunjin cuando aporreaban el suelo.

Una mano le rodeó el pie descalzo, envolviéndolo con una caricia. Abrió los ojos de golpe y se encontró con unos ojos marrones y astutos clavados en él desde el otro lado de la mesa. El corazón se le paró un segundo, antes de volver a latir descontrolado, golpeándole las costillas con fuerza. Se quedó sin habla. Hyunjin lo repasó de arriba abajo sin disimulo. Entornó los ojos y esbozó una sonrisa taimada.

Jeongin trató de retirar el pie. Hyunjin lo sujetó con más fuerza y se sentó en la silla como si estuviera tirado en el sofá de su casa. Comenzó a masajearle el tobillo, sin prisa, presionando con los dedos de una forma que provocó que algunas partes de Jeongin comenzaran a derretirse.

—¿Resaca? —preguntó él. Señaló con la barbilla las aspirinas.

—Estoy bien. —Su voz sonaba casi sin aliento.

—¿Seguro? Pareces tenso. Podría ayudarte con eso —dijo con un susurro tentador y su mirada pasó a sus labios. Deslizó los pulgares hasta la planta del pie y lo acarició trazando circulitos.

Jeongin puso los ojos en blanco e intentó recuperar el pie. Si seguía acariciándolo de esa forma, su fachada de indiferencia iba a venirse abajo.

—Seguro que crees que sí —replicó con voz queda. Si no lo soltaba acabaría dándole una patada—. ¿No deberías estar trabajando? —le preguntó impaciente.

Dio otro tirón y logró que lo soltara. Cada centímetro de su ser era consciente de su presencia. Él sonrió como si conociera cada uno de sus pensamientos.

—Hoy no.

Se puso de pie mostrando un modelito que dejó a Jeongin con la boca abierta: un pantalón de deporte gris y una camiseta sin mangas del mismo color. Unas zapatillas negras completaban una imagen demasiado perfecta.

—Necesito un aislante especial para el tejado, que no llegará hasta dentro de unos días —añadió Hyunjin.

—Entonces, ¿a qué has venido? —preguntó Jeongin.

Él había dicho días, eso significaba que no volvería a verle en todo ese tiempo. De nuevo sintió ese extraño desencanto.

—A darte esto —respondió Hyunjin mientras dejaba un billete de veinte dólares sobre la mesa—. Es tu parte por lo de anoche.

—¿Mi parte?

—Sí, tu parte, ¿creías que jugábamos por jugar? Había dinero de por medio.

Jeongin entornó los ojos y se puso de pie. Notó el cambio de expresión en el rostro del chico y recordó que aún iba en pijama. Hyunjin no se cortó un pelo y lo miró de arriba abajo sin disimulo. No estaba ciego. Jeongin no poseía una belleza exuberante, llamativa, como la de Félix, el tipo de chico en el que Hyunjin siempre se había fijado. Jeongin tenía un físico atlético, piernas largas, caderas estrechas y un bonito trasero. Bajo la camiseta se adivinaba una preciosa cintura. En su caso, menos era más, mucho más.

—Los conejitos me gustaban, pero el negro me vuelve loco —comentó con una sonrisa traviesa.

Jeongin se la devolvió a modo de burla y cogió el dinero, maldiciéndose por haberse puesto tan rojo. No tenía ni idea de cuándo hablaba en serio y cuándo le estaba tomando el pelo. Dudaba de que alguien como él hablara en serio alguna vez.

—Yo no hice nada, ganaste tú —replicó, ignorando su comentario.

—Pues no veo que lo estés rechazando —le hizo notar Hyunjin.

—Por supuesto que no. Sobre todo, después de las molestias que te has tomado para venir hasta aquí —dijo Jeongin con tono burlón. Hyunjin soltó una risita y volvió a mirarlo de arriba abajo. Imágenes de la noche anterior acudieron a su mente y el deseo de volver a sentirlo apretado contra él se hizo demasiado intenso. Dio media vuelta para marcharse.



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En el texto hay: hyunjin, jeongin, hyunin

Editado: 29.07.2023

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