♡ : CAPÍTULO XXIX

—Hyunjin, di algo, por favor —pidió Jeongin al ver que Hyunjin continuaba inmóvil, mirándolo fijamente.

Sin mediar palabra, Hyunjin lo agarró por la cintura y lo alzó del suelo, atrayéndolo con fuerza hacia sí. Con una expresión atormentada, le cubrió la boca con los labios, ahogando en su interior un gemido. Jeongin se aferró a su cuello y le devolvió el beso, mientras una risita de alivio vibraba a través de su garganta. Lo apretó más contra él y echó a andar. Conocía de memoria los pasos que había, así que no necesitó mirar mientras se dirigía hasta la entrada de la casa. A tientas encontró la manija de la puerta de su Mustang y la abrió. Dejó a Jeongin en el suelo el tiempo justo de mover el asiento hacia delante y hacerlo entrar en la parte de atrás. Lo siguió y cerró la puerta.

Una vez dentro, Hyunjin no esperó. Deslizó una mano por su cuello y lo atrajo hacia sus labios. Con la otra lo arrastró hasta sentarlo a horcajadas sobre él. Lo besó, abriéndose paso con su lengua dentro de su boca, y recorrió cada centímetro de la misma con más fuerza de lo que lo había hecho nunca. Le lamió los labios y volvió a introducir la lengua en su boca arrancándole una exclamación, mientras con una mano entre su pelo y la otra en las caderas, dirigía sus balanceos creando una maravillosa fricción.

Sus labios pasaron a acariciarle la garganta, consciente de todas las partes de su cuerpo que tocaban el de Jeongin. Le mordió la piel y fue recompensado con un gemido de placer que lo llevó al límite.

—Me vuelve loco verte encima de mí —susurró pasando la lengua por el hueco de la base de su garganta.

Jeongin se arqueó para permitirle un mejor acceso. Podía sentir la sonrisa de Hyunjin contra la piel, mientras sus manos se perdían por cada centímetro de su cuerpo, recorriéndolo con dedos expertos. Su boca dejó un reguero de besos hasta el borde del cuello de su hoodie. Se detuvo y lo miró a los ojos. Jeongin no apartó la vista de su cara mientras Hyunjin tomaba y quitaba su suéter con lentitud.

—Deseaba hacer esto desde que te vi con esto puesto aquel día en el gimnasio —susurró, tirando del borde. Jeongin se estremeció—. ¿Puedo? —No estaba pidiendo permiso, solo quería oír ese sí.

—Sí —musitó Jeongin con el corazón desbocado.

Hyunjin esbozó una sonrisa oscura. Agarró el borde y tiró hacía arriba muy despacio.

Sus ojos se posaron en la piel expuesta. Le acarició los hombros y descendió por su pecho, acariciando con las puntas de los dedos la piel de alrededor de sus pezones. Se inclinó y pasó la lengua por el mismo lugar. Despacio, sin prisa, trazando suaves círculos. Después deslizó las manos bajo la curva de su espalda, provocándolo. Se inclinó y lo besó muy despacio.

Jeongin contuvo el aliento. Era la primera vez que se mostraba así delante de un chico. El hoodie cayó entre ellos y Hyunjin lo dejó a un lado con cuidado. Lo recorrió de arriba abajo con la mirada, con una lentitud premeditada. Una oleada de calor le recorrió el cuerpo y su cabeza colgó hacia atrás con un gemido cuando Hyunjin tomo en sus dedos sus pezones. Le besó la garganta sin dejar de acariciarlo, trazando leves círculos con los pulgares.

—Eres precioso —dijo sobre su piel.

Jeongin sintió frío cuando una de las manos de Hyunjin abandonó su pecho, y el infierno se desató en su interior cuando su boca ocupó el mismo lugar. Lamiendo, mordiendo y tirando con sensualidad. Se le aceleró la respiración y quiso gritar por lo bien que se sentía.

Hyunjin alzó la cabeza y vio el deseo en sus ojos. Lo besó con una necesidad que le hacía jadear. Sus manos reptaron por sus piernas hasta llegar al botón de sus pantalones, tirando de el con una mano. Las deslizó dentro y acarició cada centímetro de piel suave, reprimiéndose, esforzándose para ir despacio y no perder el control. Algo que le estaba resultando muy difícil.

Jeongin pensó que iban a hacerlo, al final iban a hacerlo, y su respiración se estremeció. Se ruborizó al mirarle a los ojos. Su sonrisa maliciosa le llegaba al alma y caldeaba su cuerpo. En ese instante todo su mundo se reducía a Hyunjin y a la pasión abrumadora que le hacía sentir.

—Quiero tocarte —pidió Hyunjin con la tensión patente en la voz.

Jeongin tembló, sus músculos se tensaron y sus piernas se abrieron por voluntad propia sobre él. Hyunjin aceptó la silenciosa invitación con una sonrisa sugerente. Se mordió el labio inferior sin apartar los ojos de los de él, y posó la palma de su mano sobre la suave tela de su ropa interior. Lo acarició. A Jeongin le flojeó todo el cuerpo y tuvo que inclinarse sobre Hyunjin con las manos apoyadas en su pecho para no desplomarse. Hyunjin le acarició el cuello con la nariz y le mordisqueó la oreja, mientras sus dedos se abrían paso bajo el borde de su ropa interior. Gimió con desesperación y se mordió los labios cuando su mano encontró lo que buscaba.

Jeongin se apretó contra él y dijo su nombre sin aliento dentro de su boca. Los músculos de sus piernas y su vientre se tensaron dolorosamente. Se abrazó a su cuello con fuerza y la voz de Hyunjin sonó como un gruñido grave en su oído.

—La respuesta es sí —susurró Hyunjin—. Quiero intentarlo, y quiero que lo nuestro funcione, porque me pasaría la vida haciendo esto contigo.

Percibió el momento, y aumentó el ritmo de su muñeca, ajustándose a la forma en la que Jeongin se movía contra su mano. Jeongin se derretía entre sus brazos, Hyunjin se sintió el dueño del mundo por lograr que se sintiera así. Le lamió el cuello y le mordió la oreja, catapultándolo a las estrellas con un gemido adorable que le traspasó el corazón.

Quedó satisfecho y deshecho contra su cuerpo, Hyunjin lo abrazó con ternura, disfrutando al tenerlo de ese modo. Podría acostumbrarse a aquello para siempre. Le apartó el pelo de la cara con una mano y con la otra le acarició la espalda desnuda, trazando con los dedos la longitud de su columna hasta el trasero.