Limits ❃ Hyunin

 ♡ : CAPÍTULO XL

 

Hyunjin apretó la cruz en su puño hasta que las esquinas de plata se le clavaron en la piel. Había encontrado el colgante en la caja, después de hurgar por tercera vez en su interior en busca de… cualquier cosa. El revés estaba grabado con las iniciales G y C y las palabras Para siempre. Cerró el puño con más fuerza, pero el único dolor que empeoró fue el que notaba en el pecho.

Se sentía culpable por lo que había permitido que le hicieran a su hermano; si hubiera estado con él, nadie le habría puesto una mano encima. Pensar en cómo podrían haber sido las cosas le resultaba devastador; y esa idea provocó una nueva herida, mucho más profunda que cualquier otra.

No había nada ni nadie en el mundo que pudiera hacerle sentir mejor, el desgarro era insoportable. Pero no sabía qué hacer, dónde buscar, a quién acudir… ¿La policía? El agente que le había atendido lo había tratado como a un apestado, y a punto estuvo de agarrarse a golpes con él. Minho lo había evitado. Si no lo hubiera hecho, en ese momento estaría detenido en alguna celda.

Minho se había convertido en su sombra, literalmente. Lo miró de reojo, con una mezcla de agradecimiento e inquina; sentirse vigilado le ponía los nervios de punta. Estaba sentado a su lado en los peldaños del porche, tragando su quinta o sexta porción de pizza; ya había perdido la cuenta. El teléfono de Hyunjin sonó otra vez. Miró la pantalla y se le encogió el estómago. Tenía un mensaje de Jeongin.

Jeongin:
Te echo de menos.

Hyunjin:
Yo también te echo de menos.

Jeongin:
Dile a Minho que le odio por tenerte trabajando como un esclavo.

Hyunjin sintió una punzada de remordimientos por haberle mentido. Le había dicho que Minho le necesitaba en el taller. No se le ocurrió otra cosa que ocultara sus verdaderas intenciones.

Hyunjin:
Te lo compensaré. Prometido.

Jeongin:
¿Mañana? ¿Desayunamos juntos? Mis padres no estarán.

Hyunjin:
¿Me estás invitando a tu casa?

Jeongin:
A mi casa, a mi cocina, a mi dormitorio…

Hyunjin sonrió por primera vez en todo el día.

Hyunjin:
¿Alguna vez te han llevado el desayuno a la cama?

Jeongin:
Nunca un chico guapo y sexy… y ¿sin ropa?

Su sonrisa se ensanchó y la respiración se le aceleró.

Hyunjin:
Tú ordenas, yo obedezco.

Jeongin:
Entonces sin ropa. Besos. Te quiero.

Hyunjin:
Yo también te quie…

Se quedó mirando durante un largo segundo lo que había escrito. Lo borró y exhaló todo el aire de golpe. Apretó los labios formando una fina línea recta.

Hyunjin:
Hasta mañana, bonito.

—No tienes por qué hacerlo, Hyunjin. Podrías seguir adelante y ya está. Nadie te lo echaría en cara —dijo Minho en tono lúgubre.

Hyunjin levantó la vista del teléfono y lo miró.

—¿Qué quieres decir?

—Que podrías coger a Jeongin y largarte de aquí con él, a cualquier parte. Olvida toda esta mierda —susurró sin disimular que estaba preocupado.

—No puedo hacer eso. Ahora no —replicó Hyunjin al tiempo que se ponía de pie.

Parpadeó una vez y luego otra. Un velo brillante cubrió sus ojos.

—Te entiendo y en tu lugar yo estaría haciendo lo mismo. Pero como no lo estoy, puedo ver las cosas con más perspectiva. Nada va a devolverte a Seungmin, pero sí puedes perder muchas cosas si sigues adelante. A Jeongin para empezar.

Hyunjin se lo quedó mirando. En su rostro podía leerse la lucha interna que sufría.

—¿Crees que no lo sé? —le espetó alzando la voz—. Pero no podría vivir con esto dentro. —Se golpeó el pecho con el puño y la rabia se apoderó de él en un segundo—. Y acabaría perdiendo todas esas cosas igualmente. No pararé hasta que el hijo de puta que le hizo eso a mi hermano lo pague. Lo intentaré por las buenas, pero si no funciona, será por las malas. Tampoco sería la primera vez.

Lanzó un puñetazo al aire mientras soltaba una retahíla de maldiciones y palabrotas, y cruzó el césped de su jardín a grandes zancadas. Por descontado que no sería la primera vez que hacía las cosas por las malas, prácticamente era experto.

—¿Adónde vas? —preguntó Minho, exasperado por las explosiones de mal humor de su amigo.

—A conducir un rato. Si sigo aquí acabaré destrozando algo o a alguien —masculló, dedicándole una mirada cargada de intenciones. Minho se levantó de un salto.

—Espera, voy contigo.

—No te ofendas, Minho, pero necesito estar solo un rato —contestó.

Por suerte, no lo siguió. Subió al coche, agradecido por el silencio y el hecho de estar solo por primera vez en los últimos dos días. Reconocía la ayuda y la preocupación de su amigo, pero estaba llegando a su límite, y no quería que el motivo por el que lo cruzara fuera Minho. Le debía tanto al chico que jamás viviría los años suficientes para agradecérselo todo.

Por ese motivo iba a tratar de hacer bien las cosas; por él y por la mínima posibilidad que tenía de lograr un futuro junto a el único chico que necesitaba de verdad.

El problema era que no tenía nada que pudiera servirle para aclarar lo que le pasó a su hermano aquella noche. Solo un coche con marcas de defensas en la parte trasera; una fotografía que mostraba a su hermano apaleado; una chica aterrada que decía cosas sin sentido; y un agente de policía que no pensó en ningún momento que el accidente de Seungmin mereciera algo más que un par de frases en un informe policial. Luhan había visto dos coches en el lugar del accidente, uno de ellos un deportivo, pero nada más. Y eso era lo único que tenía, absolutamente nada salvo su instinto.

Giró la llave en el contacto y el motor rugió. Ese sonido lo tranquilizaba. Conducir era una de las pocas cosas que aún lograban calmarlo. Tomó la carretera de la costa. Los minutos pasaron y cuando decidió dar media vuelta y regresar, había anochecido por completo.



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En el texto hay: hyunjin, jeongin, hyunin

Editado: 29.07.2023

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